sábado, 23 de marzo de 2024

EL BOLÍVAR DE TRAPO


 

Mandaron nueva tarea, ya me estoy arrechando, hacer el personaje del compadre Bolívar, porque se está cumpliendo el bicentenario de Bolívar mexicano.

Copiamos un patrón para hacer el muñeco. El patrón es una modalidad en el hacer de las muñecas de trapo, me traje mi patrón y dije el miércoles hago el muñeco.

Ayer en la Ítaca laboral dieron la correspondiente bolsa de víveres y dos pollitos chiken gallina e. Los cuales fueron a parar al horno casi de manera inmediata.

Llegado el día de hoy busqué mis cosas para hacer el muñeco de la ciudad. Y me doy cuenta que no tengo ni tela ni blanca ni clara.

—¿Y si lo hago con tela negra?

Verga van pensar que es el Negro Primero o el Afrodescendiente Primero, así debe decirle ahora por si las dudas. O son capaces de decir que es San Benito vestido de militar.

Mejor busco con tranquilidad una tela que sirva. Me encontré un recortico que la amiga Miriam me regaló en este sábado pasado. Este sirve dije, lo planché porque estaba más arrugado que camisa de amanecio.

La tela es de listas blancas y rojas, muy finas. Pero se ve bien. Agarré mi patrón lo dibuje en la tela, las dos caras, y me dije:

—Esta vez le coso los ojos y la boca antes de rellenarlo.

Y así lo hice, pero pendiente de no irla a cagar. Le hice los ojos separados como los de Cortázar, cosí el saquito y le di vuelta para que la cara quedara por fuera y fue todo un éxito. Ni los vuelos de la NASA.

No le voy a poner mucho relleno porque se puede llegar a parecer al Sargento García, el del Zorro. Y ni de vaina. Además el compadre era flaco, medio esmirriaito.

Chunguito quedó el muñequito. Ahora hay que vestirlo.

—¿El pantalón será negro?

No me acuerdo cómo se viste el Bolívar, pero vi una foto de un Bolivita de trapo. Ah no, el pantalón es blanco para que resalten las botas negras. El compadre era un galán.

Conseguí entre los retazos que me regalaron un pedacito de tela flexible, o como se llame, blanca. Esta es la propia y el pedacito alcanzaba para hacerle los calzones al mero mero. 

 Le hice el molde del pantalón, lo corte y se lo cosí. En la cintura para tapar un roto de la tela blanca le puse un cinturón, yo he visto que el compadre usa un cinturón o una vaina semejante.

Le hice las botas negras y lo calcé.

Me falta la casaca azul con la pechera roja, esa se la haga en otro momento. Y ponerle el pelo y las patillas a lo Elvis Presley. Por hoy ya está bueno.

Ahí va el muérgano. Va quedando bien.  




EL BOLÍVAR DE TRAPO II

Al compadre lo había dejado en calzones y con las botas puestas. Pero llegó el día de que no siguiese descamisado, porque ya era bastante de que hubiese muerto así allá en la Santa Marta.

Me dije:

—Le voy a hacer una vainita de alta costura.

Tal vez no quede como un Giorgio Armani, pero por los menos como Traki. Algo es algo.

Y en esa me puse con las primeras luces del día. Busqué una tela azul oscuro, porque no puede ser de otro color la guerrera. Esas son las vainas de las representaciones, que hay que ceñirse a que quede igualito. Y cuándo así. Igual a él era cuando el compadre estaba en vida. Después cada quien se lo ha representado cómo quiere.

Hice un patrón para que la guerrera no me quedara torcida. Me puse a coserla, pero cuando ya había cosido una manga intenté probar cómo le podía poner la misma al compadre. Ahí mismo me di cuenta de que la cosa no estaba bien y que la vaina no iba por ahí. Tenía inventar otra manera de hacerla.

Y pa’ luego es tarde, me dije.

Ya había jodido el pedacito de tela azul que tenía. Me puse a buscar otro retacito y lo encontré, de una tela más gruesa, ésta me gusta más. Agarré al compadre y directamente tracé el patrón, dos tapas: la delantera y la trasera para coserlas directamente sobre el cuerpo. Así me resultaba más fácil hacerlo.

Ya con la parte delantera y la trasera a la medida, me puse a coser la pechera con muchas florituras, pensé adornarla con unas astromelias como aquellas que bordada la máquina de coser inventada por Blacaman “que no sólo cosía mejor que una novicia, sino que además bordaba pájaros y astromelias según la posición y la intensidad del dolor”. Pero solo fue el intento.

La guerrera y la pechera le dieron distinción y categoría al compadre. Con unas solapas groseras y ataconas, como decía el Musiú.

Ya vestio estaba. Ahora solo faltaba el pelo, pensé en verde o naranja como se lo pintaba la Nowys cuando estudiaba filosofía. Pero no, la gente se va a arrechar porque es capaz que dicen que se parece a Mondongo.

Esa es la vaina cuando se agarra la manía de la representación que se quiere que quede igualito. Es la imitación de una idea, decía el viejo Platón. Se puede hacer como se quiera. Pero la culpa es del virtuoso, como el gran carajo domina bien la técnica entonces llega a tales grados de similitud. Pero dejemos eso hasta acá, que la discusión se puede alargar y me puedo arrecho.

Cuando es Janis Joplin o Led Zappellin el pelo no es ningún problema, se le pone una melena y listo. Se resuelve fácil.

Pero no es fácil cuando el peinado es más o menos ordenado.

—Quién dijo miedo.

Me voy a lanzar por este barranco, me dije. No debe ser tan jodido, busqué algunos ejemplos y me dije:

—Ya está listo, el león no es tan fiero como lo pinta la selva.

Claro el león no es de ninguna selva, es de los llanos, de la sábana. Quién sabe quién se inventó esa mentira del rey de la selva. El de la selva es el manchado, el jaguar y todos los parecidos a éste. Este es el rey de América.

Le hice su pelo y las patillas como prometí. Porque lo prometido es deuda. Pachuco se ve el coño e madre. Porque el compadre era patiquín, jembrero pues.

Lo estaba fotografiando cuando me dije:

—Algo le falta al hombre.

¡Coño la tricolor!

Esa verga es lo que le falta. Me voy a inventar una.

Y ahí está.

No le puse las estrellas porque ahora la República tiene muchos estados y no solo las diez provincias de aquel entonces.

En verdad que el compadre quedo guenomozo, coqueto el muérgano.




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