jueves, 7 de marzo de 2024

JENÓFANES DE COLOFÓN Y LAS MUÑECAS DE TRAPO


 

Mientras intento hacer la tarea de la muñeca de trapo he estado pensando en esa vaina de lo antropológico que las muñecas tienen, y me acordé que hubo un filósofo griego que criticó esa manía nuestra por el antropomorfismo.

—Hay que buscar al viejo Diógenes Laercio, me dije.

Porque Laercio siempre cuenta algo en “Sobre las vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres”. Laercio, para quien no lo sabe, es el precursor del Tik Tok, del Only fans, de las revistas y programas televisivos de farándulas.

Pero no lo conseguí en éste y tuve que recurrir a Rodolfo Mondolfo, “Pensamiento Antiguo”. Y ahí estaba el compadre, preclaro como siempre.

Y esto pasa porque a medida que voy haciendo una muñeca de trapo, he hecho tres o mejor dicho dos y media, me doy cuenta que poco me importa el antropomorfismo de la muñeca, esto es, su parecido con lo humano. Poco me vale. A la larga, me interesa más la indumentaria y hacia esos lados tenderá a ir el trabajo a medida que dominé la tekné del trapo. El cuerpo solo será un soporte.

Además, me gusta coserlas poco, me gusta con pocas puntadas. Que queden todas desmadejadas, para que se parezcan a Joe Cocker cuando cantaba “Con una pequeña ayuda de mis amigos” o a Janis Joplin cuando tenía unas cuatro botellas entre pecho y espalda.

Me gusta ese aspecto.

Ni ponerles pantaletas, eso quita tiempo. Tanto en ponerlas como en quitarlas, Dígalo ahí.

¿Qué tiene que ver Jenófanes de Colofón con las muñecas de trapo? O ¿El culo con las pestañas? Estarán pensando.

Tal vez nada. Meras ganas de hablar guevonadas.

El asunto es que Jenófanes hace una crítica del antropomorfismo en la religión. La cual se puede extender a toda actividad humana. Pues, dice el filósofo “los mortales creen que los dioses tienen un nacimiento y vestiduras, voces y cuerpo similar al de ellos”; los Etíopes, por ejemplo, “representan a sus dioses chatos y negros, y los Tracios dicen que tienen los ojos azules y los cabellos rojos”.

Y aquí viene lo bueno, “si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos y con ellas pudiesen dibujar y realizar obras como los hombres, los caballos dibujarían figuras de dioses semejantes a los caballos, y los bueyes a los bueyes, y formarían sus cuerpos a imitación del propio”.

La disertación de Jenófanes es genial. No tiene desperdicio. Es un crack.

Eso misma pasa con nosotros cuando empezamos a hacer representaciones humanas, cada vez las queremos hacer más parecidas a los humanos. Imitaciones, diría el viejo Platón.

Pero no hay necesidad de eso. Si uno quiere sí, pero no es necesario.

En mi caso, me gusta otra expresión plástica. Como esas modelos que las hacen muy abigarradas, donde la modelo es un soporte dentro de toda la escenografía. Me gusta eso, como las fotos que comparto en Arte y Ciencia Tercer Millenium. Hacia allá quiero ir, no sé si llegue. Y si no llego no habrá ningún problema. Me vale verga.

Dice el man de Colofón “Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses, todas las cosas que son objeto de vergüenza y de censura entre los hombres: hurtos, adulterios y engaños recíprocos. Ellos han relatado, sobre los dioses, una cantidad de acciones contrarias a las leyes: hurtos, adulterios y engaños recíprocos”. Por eso las muñecas tienen relatos, por los atributos que les otorgamos.

Desde muñecadetrapo reportando.

No he resulto la vaina del tul. Unos tres coñazos me ganaré.


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