sábado, 23 de noviembre de 2019

IMPACIENCIA Y ANSIEDAD

Uno oye a mucha gente, particularmente jóvenes, ufanarse de ser impacientes o de su impaciencia, de querer y hacer las cosas para ya o para ayer. Algunos por ser impacientes se llaman proactivos (palabra un tanto ridícula) y se enorgullecen de esa irreflexiva y frenética actividad creyendo que es algo propio de la juventud. Algo de admirar, todo lo contrario.

Si la impaciencia no se atiende, y por lo general no se atiende porque se piensa que es la actitud propia del niño o del joven, además los padres están atareados en la necesidad por sobrevivir, que no les da tiempo de atender a nada más que a eso o por ignorancia, ésta se va convirtiendo con el pasar de los años en una forma inadecuada y termina por convertirse en diversos trastornos nerviosos, lo que la gente llama sufrir de nervios, ser nervioso o vivir estresado.

Es en la edad adulta y más allá donde la impaciencia comienza a pasar factura, ya que la persona no puede mentalmente reprimirse y al no tener la capacidad de esperar se pone nerviosa y no consigue calmarse; por lo que ese estado llega a convertirse en algo enfermizo con las consecuencias que esto acarrea en la persona y en su entorno.

La impaciencia se transforma en ansiedad a medida que pasan los años y cuando las situaciones se complican existencialmente, lo que termina configurando un cuadro de ansiedad y depresión. Además, la ansiedad se ve agravada si se da una situación de falta de afecto, más propia en los ancianos. (https://es.wikipedia.org/wiki/Ansiedad).

Es necesario estar atentos a la impaciencia en el niño y en el joven para que él aprenda a educar y gobernar esta condición. Hay terapias para ello, pero si el cuidador no se da cuenta de esa condición la misma se va agrandando y convirtiéndose en una enfermedad nerviosa. De esa manera, llegan a ser personas adultas y ancianos carcomidos por la angustia permanente al no saber controlar los nervios.

La persona ya en edad avanzada se deteriora más rápidamente al vivir en un permanente estado de impaciencia y ansiedad, que lo hace estar una situación de angustia y aflicción. Por lo cual vive con un sentimiento desagradable y síntomas de tensión, sino se relaja es propenso a todo tipo de daños cerebrales y cardíacos.

La impaciencia es necesaria gobernarla para que después no se convierta en ansiedad y en trastornos nerviosos, aprender a tener fuerza de voluntad para contenernos al momento de desear algo, al estar en lugares públicos moderar nuestras acciones, es para aprender a desarrollar la paciencia antes de llegar a la etapa de la medicación.

No debemos confundir la impaciencia con la perseverancia o la constancia en el hacer. La perseverancia es la “firmeza en nuestro proceder a la hora de realizar una determinada tarea o incluso en nuestra forma de ser en general” (https://definicion.de/impaciente/) La persona perseverante se mantiene firme y constante en su hacer pero no está agobiada por los nervios que produce la impaciencia.

Consultoría y Asesoría Filosófica
Referencias:
Twitter: @obeddelfin


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