jueves, 12 de septiembre de 2019

EMPRENDEDOR Y TRES TIPOS DE CAPITAL: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


El emprendedor y el emprendimiento son un «constructo», es decir, son una construcción individual o asociada. Por lo cual, el emprendimiento requiere para su realización de tres tipos de capital. A saber, el capital económico, cultural y social. ¿En qué consiste cada tipo de capital? Es lo vamos a intentar mostrar en este artículo.

Empecemos por el «capital económico» que es el más evidente de los tres. Todos sabemos que para iniciar un emprendimiento necesitamos una cierta cantidad de dinero. Tomemos el siguiente caso: Si una persona individualmente se plantea dedicarse a la pastelería de tipo casera, el dinero que tiene que invertir está, en primero instancia, en los diversos productos o insumos que va a usar (harina, azúcar, huevos…) Pues suponemos que esta persona hará uso de los utensilios que ya posee en su casa: cocina, horno, ollas… Más adelante tendrá que comprar otros implementos, pero por ahora estos les son suficiente.

El capital económico, en el caso que exponemos, está restringido al alcance del emprendimiento que esta persona se propone llevar adelante, y así es en todos los casos. La persona, del caso que tratamos, decide vender sus pasteles (tortas) a la cafetería de la escuela que está cerca de su casa. Esta persona es productora y vendedora al mismo tiempo. Imaginamos que aún no necesita de un ayudante. Ella hace todo. Este es el nivel básico y fundacional de un emprendimiento individual[1] con un capital económico mínimo.

Inicialmente la persona ha invertido una cierta cantidad de dinero (capital económico) en insumos para la pastelería. Posteriormente requerirá de otros utensilios y enseres, para adquirir estos tendrá que invertir más dinero que se generará por las ventas de los productos de la pastelería. Junto a este capital económico está involucrada la fuerza de trabajo, es decir, el esfuerzo físico realizado para elaborar la pastelería y venderla.

Como bien sabemos todas las personas no sabemos o desconocemos como hacer pastelería. Para llevar a cabo este oficio, la persona necesita un «capital cultural», esto es, un conjunto de conocimientos o saberes que deben ser adquiridos por la práctica y de manera teórica. Este capital cultural, en el caso del emprendedor que venimos exponiendo puede haber sido adquirido de manera práctica.  Ejemplo, la madre de esta persona le enseñó a hacer pasteles (tortas) en su casa, ese es todo el capital cultural que hasta el momento el emprendedor posee.

Si es de esta forma como ha llegado a obtener su conocimiento, el capital cultural es artesanal y elemental. La persona trabaja con una pastelería básica: hace un bizcocho y lo decora. No realiza una pastelería elaborada ni de alto nivel. El emprendimiento, en este caso, es individual y primario. Invierte un capital económico y cultural mínimo.  

Recordemos los emprendimientos son de diversos tipos. Considerando la división que hace Kiyosaki en este caso tenemos que el emprendimiento es un «autoempleo». La persona no delega en otra persona nada de su emprendimiento, trabaja para ella. Así como lo hace un médico que tiene su consultorio, aunque en este último caso el capital cultural es mucho más avanzado.  

Si esta persona en su emprendimiento se plantea realizar una pastelería más elaborada tendrá que ampliar su capital cultural. Tendrá que invertir capital económico en su formación de pastelería, que le permita poder asistir a clases en una escuela de este tipo. Como vemos hay una relación entre la formación cultural y el capital económico.

Si esta persona decide asistir a clases de pastelería debe estar pensando que su emprendimiento debe pasar a otro nivel. Aunque el emprendimiento puede seguir siendo individual su capital cultural no será ni artesanal ni elemental, porque comienza a involucrar elementos culturales más elaborados. O, por el contrario, puede sencillamente permanecer en ese nivel, lo cual no es ningún problema. Tenemos el caso de muchos profesionales universitarios que solo se quedan con sus estudios de tercer nivel.

Al inicio hemos planteado, que la persona al plantearse el emprendimiento de la pastelería había decido vender sus pasteles a la cafetería de la escuela que está cerca de sus casa. Esto lo ha decido o porque la Directora de la escuela es amiga y le ha ofrecido la oportunidad de hacerlo, o es amiga de quien administra la cafetería escolar y esta persona le ha ofrecido la oportunidad de vender las tortas en la cafetería, o el emprendedor les ha planteado el caso y ambos aceptan gustosamente.

En este caso, el emprendedor hace uso de su «capital social». El emprendedor recurre a sus amigos o conocidos para poder colocar su producto en un establecimiento determinado. La persona opta por vender su producto a un local determinado porque allí tiene un capital social al cual puede recurrir, y éste le facilita la colocación del producto. Invierte un capital económico, cultural y social mínimo.  

En otros casos, la gente opta por vender el producto en la calle o venderlo entre sus conocidos porque carece del capital social para ubicarlo en un sitio determinado. No obstante, en el caso de vender el producto directamente en la calle se requiere de alguien que se convierta en vendedor. En este caso, hay otro sujeto involucrado en el emprendimiento y para esto se recurre, por lo general, a algún miembro de la familia. En este caso, ya no estamos hablando de capital social sino de capital humano.

Como podemos apreciar los tres tipos de capital están relacionados entre sí. Por ello es fundamental conocer la dinámica de los mismos para sacar el mayor provecho de cada uno y de su interrelación. Sobre los tres podemos tener cierto dominio o cierto control. Podemos, primero, tener el capital económico porque hemos ahorrado o alguien  nos ha prestado un dinero para empezar el emprendimiento. Segundo, el capital cultural lo podemos haber adquirido inicialmente de manera empírica y posteriormente estudiarlo de modo formal, tal como lo hemos planteado en nuestro ejemplo. Tercero, el capital social lo elaboramos o está conformado, la mayoría de las veces, de manera fortuita, casual o imprevista. En el caso planteado el emprendedor por casualidad, ¡por suerte!, era amigo de la Directora de la escuela o amigo de quien administra la cafetería. Tal amistad era un hecho casual. Sin embargo, cuando el emprendedor inicia los estudios formales de pastelería esto debe cambiar, pues debe plantearse conocer más gente en el medio en que se desenvuelve.  

Es fundamental poner mucha atención en la conformación del capital social. Ya que éste es muy importante evitando que éste solo se dé de manera fortuita. Porque, por ejemplo, en los emprendimientos de asesoría y coaching el capital cultural es relevante, pero mucho más importante lo es el capital social. Pues este tipo de producto requiere de un capital social solido para poderlo posicionar, por ejemplo, en una organización. 

En otro artículo abordare el capital social, que en muchos casos no se nombra o se deja bajo la alfombra al tratar los aspectos del emprendimiento. En nuestros países este tipo de capital se denomina «tener contactos» y hay cierto prurito en esto, por diversos aspectos que en su debido momento abordaremos.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin



[1] Por esta razón, no estoy considerando el capital humano, que consiste a grandes rasgos en los empleados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario