martes, 11 de julio de 2017

EL ESTRÉS EN LA SOLUCIÓN DE CONFLICTOS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Siempre solucionamos nuestros problemas y tomamos las decisiones dentro de un entorno o contexto determinado, es decir, lo hacemos en el ámbito en que nos desenvolvemos o que nos rodea. Este contexto determina, en gran medida, las soluciones que damos y las decisiones que habitualmente tomamos.

A partir de lo anterior tenemos algunos aspectos del entorno que influyen en nuestra toma de decisiones y en la solución de nuestros conflictos. En primer lugar, INFLUENCIA DE LA AUTORIDAD en la toma de decisiones. Esto se refiere a la obediencia, que muchas veces tenemos, a la autoridad en nuestro ámbito, tal autoridad es sin duda uno de los condicionantes más importantes en la toma de nuestras decisiones. Por ejemplo, nuestros padres en el ámbito familiar; el gerente o patrón en el ámbito laboral.

Esta obediencia a tal autoridad, en muchos casos, supera nuestro razonamiento, nuestros sentimientos e incluso nuestros valores. Contrariamente a nuestras expectativas obedecemos a aquellas personas a las que otorgamos o a quienes se les ha otorgado una autoridad. El joven, tenemos por caso, que no se atreve a estudiar la carrera que anhela por no contrariar la autoridad de sus padres.

Lo mismo ocurre en el mundo organizacional, en el cual es muy común observar el tipo de influencia regido por la autoridad de un jefe, la cual determina el rumbo de la solución de conflicto y de la toma de decisiones. La opción más adecuada, en estos casos, es difuminar o disminuir la presión de tal autoridad, especialmente, cuando estamos inmersos en procesos de crítica, de búsqueda de soluciones o de procesos creativos… En definitiva, en todas aquellas situaciones donde se requiera explorar opciones distintas y definir alternativas de acción es necesario minimizar el enfoque autoritario, ya que éste no contribuye a los produces productivos.

En segundo término, tenemos la PRESIÓN DE GRUPO. Esta presión se produce o cuando pertenecemos (solidaridad automática) o cuando queremos ser aceptados por un grupo determinado. En ambos casos, trasladamos nuestra opinión y nuestra toma de decisiones a lo que sea mejor para el grupo, ergo, mejor para nosotros. Hace un proceso de doble identidad, dando prevalencia al grupo.  

 El «deseo de aceptación» nos hace susceptibles de conformarnos o doblegarnos a las normas y criterios del grupo. Aunque muchas veces digamos lo contrario. Pues, se sabe que los grupos ejercen fuertes presiones sobre sus integrantes, para que éstos cambien de actitud y conducta ajustándose así a la norma del grupo.

Cuando la opinión de un individuo sobre datos objetivos difiere considerablemente de la de otros miembros del grupo, éste siente una fuerte presión por modificar su opinión y ajustarse a la de los demás. Llegado el caso, somos capaces de llamar a «lo blanco negro» máxime si el grupo en el que formamos parte es nuestro punto de referencia.

Algunas veces, la presión del grupo puede resultar decisiva cuando tenemos que elegir una opción entre varias o dar nuestro punto de vista en una reunión. Debemos permanecer atentos a este efecto y no dejarnos llevar por la presión del grupo. En la acción grupal debemos utilizar nuestra propia razón como punto de referencia. Esto no quiere decir llevemos siempre la contraria al grupo.

El tercer factor a considerar es el ESTRÉS. Pues, éste es la respuesta no específica del cuerpo a cualquier demanda que se ejerce sobre él. Hoy en día es común escuchar «estoy estresado», «voy a relajarme porque tengo estrés», «déjala está estresada»...  Todas estas expresiones hacen referencia a una concepción negativa y perjudicial del estrés. Sin embargo, el estrés no es necesariamente perjudicial; por el contrario, es necesario y positivo porque nos alerta sobre esas «exageradas demandas externas» que se ejercen o ejercemos sobre lo corporal y mental.

Tal alerta producto del estrés es la respuesta no específica al esfuerzo adaptativo de nuestro organismo frente a un problema, independiente de cuál sea el problema. Las reacciones de estrés son causadas tanto por agentes nocivos así como por sucesos placenteros, como recibir una buena noticia. Los efectos son diferentes pero nos conducen a un estado de estrés.

El estrés es, por otra parte, un componente de la vida normal y como tal no podemos evitarlo. Lo podemos minimizar, pero no evitar. Ya que forma parte de nuestros procesos adaptativos, los cuales tienden a mantener nuestras constantes vitales dentro de los límites que posibilitan nuestra vida diaria.

El estrés no es un fenómeno nuevo. Siempre ha existido íntimamente ligado a la evolución del ser humano y a los diversos fenómenos de nuestra vida. Lo que sí podemos considerar relativamente nuevo es la cualidad del estrés, el cual se ha hecho más psicológico y emocional que físico; aunque termina por afectar lo corporal.

Las situaciones estresantes desencadenan reacciones fisiológicas que alteran nuestro sistema endocrino (metabolismo alterado), el sistema cardiovascular (hipertensión), el sistema digestivo (náuseas), las hormonas sexuales (alteraciones del ciclo menstrual) y el sistema neuromuscular (debilidad muscular). O desencadenan reacciones psicológicas y emocionales; por ejemplo, la ansiedad; ésta se caracteriza por sentimientos de aprensión, incertidumbre o tensión; los niveles de ansiedad pueden llegar a bloquear nuestro desempeño mental y corporal afectando nuestra toma de decisiones y solución de conflictos.

La efectividad de nuestra toma de decisiones y solución de conflicto disminuye en la medida en que se hace mayor nuestro nivel de estrés, entre mayor es nuestra ansiedad peor es nuestra ejecución. Aunque mucha gente dice «que trabaja mejor bajo presión», esto puede ser cierto. No obstante, tal presión no llega a convertirse en un estrés sostenido. Podemos aceptar que, en ciertos casos, hace falta una cierta presión para alcanzar altos niveles de ejecución. Sin embargo, desenvolverse en niveles bajos de estrés produce una mejora de nuestro rendimiento.

Cuando el estrés supera cierta barrera el desempeño personal y grupal sufre un deterioro importante. Éste se produce, primero porque «disminuye el cuidado» con el que se selecciona y procesa la información. Segundo, por «la necesidad de completar una tarea» en un tiempo muy reducido. Tercero, por «el miedo a cometer errores», esto hace que los sujetos den mucho más valor a la información desfavorable que a la favorable. Cuarto, porque el «análisis en tales condiciones es más superficial» y es más propenso a incluir errores. Por tanto, tenemos que observar los efectos que el estrés tiene en nuestra toma de decisiones y en nuestra solución de conflictos para minimizar tales efectos erráticos.

Referencias:
Facebook: consultoría y asesoría filosófica Obed Delfín
Youtube: Obed Delfín

Twitter: @obeddelfin

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