martes, 14 de junio de 2016

NUESTRO APRENDIZAJE PARA RESULTADOS EXITOSOS: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

Tenemos que observar permanentemente nuestros resultados. Para saber si éstos nos gustan o no. Porque tales dicen mucho de los que somos y hacemos, esto es, de nuestro pensar-hacer. ¡Cuidado con ellos! Porque de alguna manera son como una matriz de evaluación de nosotros mismos.

Cuando atendemos a nuestros, a la vez, tenemos que poner atención al ser que somos. Repito a nuestro pensar-hacer. Ya que esto que somos  es lo que produce nuestros resultados. Si deseamos producir resultados diferentes a los que hemos alcanzados o estamos alcanzando. Entonces, tenemos necesariamente que modificar lo que somos. Tenemos que modificar nuestro pensar-hacer. No podemos creer que cambiaremos nuestros resultados manteniendo nuestro mismo modo de pensar.

Si queremos resultados diferentes en nuestra vida tenemos que analizar, en primer lugar, nuestro «patrón mental de éxito» en función de lo que estamos alcanzando o no. Tenemos que saber y entender cómo está constituido tal patrón, pues de él devienen nuestros resultados. Nuestro patrón mental determina nuestro hacer, y en consecuencia lo que logramos o dejamos de lograr.

Nuestra vida fluye a través del patrón mental que hemos ido construyendo, o el cual hemos conformado. Nos regimos por éste. Buscamos la luz, la oscuridad o ambas, según el patrón mental que nos planteamos. Damos respuestas a los asuntos en que interactuamos desde un patrón mental determinado. Que nos define como sujetos y define nuestras actuaciones.

Los resultados obtenidos nos sirven para analizar nuestra situación, nos hacemos cargos de ellos para entender que ha estado pasando. A partir, de este análisis comenzamos a poder cambiar los resultados que están por venir, pues nuestras acciones derivaran de un enfoque diferente. Ya que, nuestro patrón mental hemos tenido que reconfigurarlo.

En nuestro hacer vivimos en cuatro ámbitos. Éstos son el físico, mental, emocional y espiritual. Los cuales están relacionados entre sí y se influyen unos a otros. Si modificamos uno cambiamos los otros. Por ejemplo, nuestro mundo físico o material está condicionado por los otros tres; si deseamos cambiar las condiciones de nuestro mundo material tenemos que cambiar las condiciones desde los otros tres ámbitos. Los resultados que ahora deseamos lograr, los podemos alcanzar a partir de los cambios que hagamos de nuestro mundo mental, emocional y espiritual.

De este modo, la carencia de éxitos materiales es el resultado de nuestro mundo mental, emocional y espiritual. Para cambiar nuestro «universo de resultados» es necesario transformar nuestro pensar-hacer. El mundo que es causa de nuestros resultados.

Porque nuestro universo de resultados es producto de nuestra toma de decisiones; y ésta está determinada por nuestro patrón mental de éxito. Sean los resultados que sean. Si Los resultados obtenidos nos resultan deficientes o no están bien, es porque nuestro patrón mental es deficiente o no es adecuado para la búsqueda de tales resultados. Tenemos acá una relación de causa-efecto.
Ahora bien, esto no es un problema irresuelto. Pues tenemos la libertad de poder transformar nuestro patrón mental y con él los resultados que deseamos obtener. Para ello está el aprendizaje. Lo que oímos y vemos lo aprendemos; lo que pensamos-hacemos lo aprehendemos. Por tanto, cada «aprendizaje » nos tiene que llevar a una acción en la búsqueda del éxito. Cada quien determina cual es su «universo de éxito» y de qué trata éste.

Porque el aprendizaje tiene que contener la intención de emprender una acción, y de adoptar una posición precisa para lograr un resultado determinado o que nos proponemos. Con el aprendizaje debemos manifestar nuestra intención de hacer o ser algo. No puede ser un aprendizaje que se queda en sí mismo. En tal caso, el aprendizaje no tiene sentido. Por cuanto todo aprendizaje, en tanto aprendizaje, contiene en sí una transformación. En este caso, es un aprendizaje que tiene la mira puesta en alcanzar resultados exitosos.

Con el aprendizaje para el éxito asumimos una postura ante un hecho determinado que queremos realizar. Y desde esta postura emprendemos todas las acciones necesarias para realizar de ese objetivo o hacer realidad el mismo. Al llevar a cabo un aprendizaje para el éxito  se abre un torrente de actitudes adecuadas para éste. Aprendemos a preservar y canalizar nuestras actitudes y disposiciones. Aprendemos a mantener en lo más alto nuestra capacidad de proyectar hacia un presente y un futuro, a proyectar nuestro pensar-hacer en la búsqueda de una vida exitosa.

            Tal aprendizaje lo realizamos en función de transformar nuestro patrón mental en un patrón mental enfocado al éxito. Porque todos tenemos un patrón mental determinado, pero generalmente éste no está dirigido al éxito. Entonces, debemos comenzar un aprendizaje para el éxito, para así llegar alcanzar los resultados felices y satisfactorios.  


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