jueves, 12 de marzo de 2015

EL HACER FILOSÓFICO COMO HACER INTERCULTURAL: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

El conflicto personal y social de sentirse excluido es un asunto de consideraciones difíciles. Cuando nos damos cuenta de que ya no se nos necesita o se nos rechaza solapada o abiertamente; por ejemplo, cuando se hace inminente la jubilación laboral, o no encajamos en un entorno social. En ese momento, no pertenecemos. En algunos casos somos considerados un factor de gastos, como la sensación que se apodera de los viejos al sentirse una carga para los demás.

En este contexto, la reflexión filosófica se convierte y debe convertirse en la columna vertebral de las nuevas formas de concebirnos. Queremos estar y ser incluidos en nuestro entorno, pero esto a veces nos es negado. En estos casos, de nuestro presente, debemos comprometernos a elaborar una propuesta, por lo menos, de inclusión a través del hacer filosófico. Debemos elaborar reflexiones concretas y realizables que favorezcan el desarrollo de nuestra inclusión en grupos o culturas minoritarias. Hablo en singular, pero no excluyo lo plural.

La reflexión filosófica, en este sentido, parte de la ciudad. Que es el espacio donde se vive y se vivencia con más intensidad la exclusión. Pero asimismo, es el lugar donde encontramos más desarrollados los ámbitos comunitarios, organizacional, empresarial y la sostenibilidad de éstos. En cuanto a las reflexiones concretas y realizables tenemos las referidas al patrimonio personal y social en sus variadas y múltiples presencias; el cual debe tener un papel fundamental en la protección y promoción de esta frágil cultural.

En la exclusión aumenta el riesgo de perder nuestra identidad, aumenta la posibilidad de no poder preservar nuestras costumbres y tradiciones frente a ese conjunto brumoso que nos excluye y trata como otra cultura. No pretendemos la uniformidad sociocultural y poner en peligro la riqueza de la diversidad, pues no comprender esta diversidad es lo que nos excluye. Entre la uniformidad y la intolerancia se expresan las consecuencias de nuestra exclusión. Acá en donde el hacer filosófico se realiza en un hacer intercultural.

Creemos que el hacer filosófico puede y debe cumplir un papel relevante en el  proceso de integración personal y social. El tema de la exclusión o es un tema baladí, pues aquella conlleva al agotamiento, a la soledad, a la depresión, al cansancio, a ubicarse en un lugar X como señala Heidegger. Este sentido, el pensar-hacer filosófico es un compromiso con las personas, por ende, con lo social. 

El pensar-hacer filosófico puede y debe trabajar con aspectos tan sensibles como la identidad y el sentido de pertenencia de la persona. Si, en general, entendemos la exclusión como una situación individual o grupal en la que se tiene restringido el acceso a los recursos del hacer social, entonces entenderemos el papel que puede cumplir el hacer filosófico, desde la perspectiva crítico-analítica, como reflexión-acción para la auto-construcción de la inclusión intercultural, como herramientas para el cambio y la emancipación sociocultural en que nos encontramos.

Para ello, debemos de utilizar la filosofía de una manera distinta a la tradición académica —sin denigrar de ésta— La filosofía ha de convertirse en un pensar-hacer recreativo, donde se expanda el discurso y la interacción, donde se activen las representaciones, proyecten actitudes y se procesen los mensajes interculturales; donde los sujetos sean agentes activos de su re-construcción.

El pensar-hacer filosófico ha de contribuir a conservar y difundir el patrimonio de cada sujeto, para facilitar el acceso y uso de su patrimonio ciudadano y cultural. La asesoría filosófica ha de proporcionar espacios de encuentro y comunicación sin discriminación, facilitar el uso y la interpretación del propio individuo, ha de propiciar la participación en el sentido de fomentar la conformación de una interculturalidad.

Nuestro entorno (personal, comunitario, organizacional, empresarial) responde a las necesidades de fomentar una cohesión social favorable a todos; asegurar la unidad personal y social de los sujetos; crear una identidad personal y colectiva; y generar nuestra libertad a ser. Todo esto con la condición que participemos en la conformación una vida social y fomentemos las relaciones de convivencia intercultural. Como apreciamos es un hacer colectivo, no sólo individual.

Estamos en la necesidad de ejercer acciones favorables y adecuadas para extender nuestros haceres, ante la necesidad de ampliar nuestros conceptos de ciudadanía, de persona. De allí que se hable ciudadanía y sujeto activo, participativo, intercultural. Esto nos lleva a reconocer la dimensión intercultural de las personas, si de verdad apostamos por el derecho a vivir en paz y de manera incluida.

El sujeto es una categoría multidimensional, que hace referencia simultáneamente a aspectos de inclusión que genera exclusiones colaterales, éstas últimas hay que minimizarlas; ya que nunca desaparecerán. En la medida que las minimicemos en nuestra vida estaremos más constituidos en lo personal y en lo social. 


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Escucha: “PASIÓN Y RAZÓN” por WWW.ARTE958FM.COM y WWW.RADDIOS.COM/2218-ARTE  (todos los martes desde las 2:00 pm, hora de Caracas)

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