Una alternativa
que podemos llevar a cabo en la solución de conflictos es la detección y cambio
de «creencias irracionales». Esta alternativa implica conocer y manejar cuáles
son los marcos interpretativos de información, de manera que realicemos un
análisis de la situación o de las experiencias vividas, las creencias y los
pensamientos que emergen sobre una situación dada, y las consecuencias que se generan
tanto en lo emocional como el carácter y la conducta. Buscamos conocer estos
marcos interpretativos, porque por lo general somos sujetos interpretados en
mayor o menor medida.
En esta misma
línea de análisis son útiles los «auto-registros de pensamientos», porque nos
permiten identificar cuáles son registros de pensamientos que las partes
poseen; en el caso que estos auto-registros de pensamientos sean inadecuados
para la solución del conflicto o para alcanzar un fin específico, es necesario cambiar
tales registros pensamientos, porque no contribuyen a que las partes lleguen a
ponerse de acuerdo.
Otro elemento
de interés, es trabajar en los individuos la «aplicación de auto-instrucciones».
Esta aplicación permite conformar un marco de referencia que ayuda a pensar,
sentir y actuar como se desea en vista a un fin. Además, resulta más eficaz si
se formula con miras a alcanzar una meta definida.
Otra estrategia
a aplicar es el «re-encuadre». Entendido éste como una técnica que ayuda a las
partes a tomar perspectiva diferentes a la que ya poseen, es decir, a percibir
una situación desde diferentes puntos vista. De esta manera, se busca que las
partes en conflicto sean capaces de «ponerse en lugar de», aspecto fundamental
que pretende fomentar el sentimiento de empatía que permita resolver el
conflicto de un modo pacífico.
Aspecto
fundamental en la solución de conflicto es la «mediación». Aquí hace presencia
el mediador. La mediación es una técnica muy usual, ésta se fundamenta en el poder
y la confianza que se tiene en el mediador. La mediación se produce cuando las partes
en conflicto deciden negociar para tomar
una decisión que favorezca a ambas partes, o cuando al mediador se le atribuye
la capacidad para tomar una decisión.
En la
mediación es de interés, por una parte, el «modelo de la satisfacción», porque éste
facilita acuerdos específicos entre las partes. Por otra, el «modelo
transformador» que centra la atención del mediador en las necesidades de las partes
que están involucradas en la disputa. El mediador al intervenir en un conflicto
necesita conocer bien en qué fase se encuentra éste, para saber qué aspectos
hay que analizar y resolver.
No toda
persona está capacitada para ser mediador o en todo tipo de conflicto no puede
intervenir el mismo mediador. Éste debe poseer unas características
determinadas para realizar su función de manera óptima. Entre los objetivos del
mediador está el reconocimiento de cada parte por igual, pues el fin de la
mediación consiste en ayudar a tomar la mejor decisión. Acción que implica ser
capaz de comprender las diferentes posturas.
El mediador no
debe ser responsable de los resultados obtenidos en la mediación. Pues los
mediadores solo son transformadores. No deben influir en el resultado de la
decisión. Ya que la decisión tomada es responsabilidad de las partes en
conflicto y solo de ellas. El mediador solo debe de destacar las oportunidades
que hay para solucionar el conflicto. Tampoco debe emitir juicios sobre las
opiniones y decisiones, porque el mediador media entre las partes y nunca emite
juicios de valor, ya que éstos deben ser controlados.
El mediador
debe mantener una visión favorable sobre la capacidad y motivación de las
partes involucradas, es decir, debe creer en la capacidad de actuar de las
partes para que tomen decisiones y adoptan la mejor decisión. Si el mediador no
cree en la capacidad de las partes, puede caer en la «directividad», esto es,
comienza a dirigir a las partes en el conflicto. Actitud totalmente negativa
para la mediación y contraria a la transformación.
Además, el
mediador tiene que permitir que las partes expresen sus emociones o
sentimientos. No obstante, las partes deben entrenarse para que tengan un
gobierno adecuado de sus emociones y sentimientos, para que éstos no sean
expresados de modo violento.
Para que la
mediación sea exitosa, las partes deben de disponer del tiempo necesario para
que conozcan minuciosa y objetivamente en qué consiste el conflicto, las
razones y las causas que lo han generado. De este modo, puedan formular correctamente
aspectos sobre hechos del pasado. Una vez que se conocen las razones o causas
del conflicto, el mediador debe centrarse en la discusión y en las posibles
alternativas. Ahora la mirada debe estar puesta en una o unas metas a alcanzar.
En la
mediación, la interacción es un elemento propio en la solución del conflicto; en
el cual la intervención del mediador forma parte de un proceso interactivo
mayor. Por lo que, cuando se produce cualquier cambio durante el conflicto, por
pequeño que éste sea, es importante hacer relevante el éxito logrado.
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