Desde Pericles
hasta la constitución de los Estados Unidos de Norteamérica la democracia fue
una forma de gobierno muy mal vista. Basta recordar a Platón y Aristóteles,
quienes escribieron con mucho desprecio sobre esta forma de gobierno. No
obstante, oímos hablar de la democracia griega como si ésta hubiese sido algo
bien visto por todos los atenienses o por los helenos.
A la democracia
ateniense, que creo que fue el único lugar de la Hélade donde se dio esta forma
de gobierno. Platón asemejaba la democracia a la oclocracia, y con el mayor
desprecio señala que son una teatrocracia. Ante la demos-cracia ateniense,
los romanos crearon la res-publica, que es otra forma de gobierno.
En nuestro
tiempo, se piensa la democracia como algo igual a libertad, o igual a igualdad.
Y tal libertad política se llega a tocar con la idea de libertad interior;
asimismo ocurre con la idea de igualdad, es de suyo que la democracia todos
somos iguales, por alguna razón que nadie sabe. Olvidamos, que la democracia
ateniense se funda en la esclavitud y en la desigualdad social. Por otra parte,
olvidamos que, por ejemplo, Inglaterra forma parte de un Reino, España tiene
una monarquía, y hay libertad.
E incluso, la
democracia se llega a convertir en verbo, cuando se habla de “democratizar a X”
o “democratizar a Y”, lo que significa hacer participar a un grupo social de
una actividad determinada, a la cual tal grupo social no ha tenido acceso. Al
hacer la conversión a verbo, la democracia deja de ser una práctica política
para convertirse en una mera acción, o en cualquier acción más.
La Venezuela de
1811 es republicana, no democrática. El término, como forma de gobierno,
aparece en la tercera constitución, la de La Gran Colombia. La Guerra de
Independencia, en Venezuela y toda América, se libra entre republicanos y
monárquicos, es decir, entre partidarios de la República y partidarios de la
Monarquía, se entiende, la Monarquía española.
Sin embargo, en
los libros de historia de Venezuela, acerca de la Guerra de Independencia, se
habla o hablaba de patriotas
(republicanos) y realistas
(monárquicos). Como si un realista no
pudiese ser patriota. Nada, creo, excluye tal posibilidad. Esto es una
distorsión histórica. De allí, que la tesis de Laureano Vallenilla Lanz sobre
una guerra civil no esté tan fuera de lugar. Porque a lo interior de la Guerra
de Independencia se da una guerra civil, por la posición política a que se
enfrentan los americanos entre sí.
El término en el
discurso político más atractivo es el de democracia; por lo señalado en el
tercer párrafo. Hablar de democracia es hablar de libertad e igualdad.
Democracia versus dictadura. Pocas veces se habla de República. Aun cuando el
término democracia en la Constitución venezolana es, en verdad, un adjetivo.
Pues se determina a Venezuela como una República democrática. Pues, sabemos que
existe la República aristocrática donde sólo un grupo puede votar y gobernar,
como bien lo define Norberto Bobbio.
Primero es
República después democrática. Y es así porque la forma de gobierno opuesta a
la Monarquía en 1800 es la República. Y recordemos, la democracia es una forma
de gobierno muy despreciada. Además, es considerada en la teoría política una
forma inviable de gobierno, por las distancias geográficas que actualmente
representan los países.
De lo último
señalado, aparecen las democracias representativas, es decir, el pueblo, que no
es el demos ateniense, transfiere su
poder de algo a una persona o partido que lo representa, o aquel le dará el
poder decisión a éste para que decida en lo político. Es una forma jurídica
rebuscada para mantener el término de democracia; pues a quien se le ha
traspasado tal poder se hace intocable por parte del portador originario del
poder político.
Ahora se habla
de democracia participativa, protagónica, pero en última instancia siguen
siendo democracias representativas; pues las instancias de poder son las mismas
que la de ésta última. El poder que ejercía el demos ateniense no es el mismo que ejerce el pueblo en la
actualidad. Porque el demos ateniense
poseía un poder fáctico y efectivo.
Ahora, el poder
del pueblo radica en poder votar en una elección, algo así como una amenaza
latente contra aquel quien fue antes electo, el poder de no renovarlo en el
cargo. Algo que es muy inefectivo, en verdad; inefectivo porque en el momento
que los individuos delegan su hacer político se generan un conjunto de mecanismos
políticos que logran desplazar la primigenia voluntad de aquellos individuos
que han delegado su voluntad.
Todos los
vaivenes del término democracia son para decirle a la gente de un país que ella
tiene el poder, que en ella se asienta el poder. Más un engaño que una
realidad. Pero así es la democracia, la apariencia de creer que se posee un
poder, un poder para decidir algo, una libertad.
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