La chamusquina política
se hizo constante, como es lo normal en toda sociedad. La cual aparentemente
solo se ve alterada por los procesos de elección, pero en este caso la cosa
siguió igual. Una crónica más de una situación ya pactada y negociada desde
hace rato. Comen del mismo palto, esa es la verdad.
Dos candidatos
que políticamente pertenecen al club de los guevos caídos. Ni fu ni fa, ni frío
ni caliente. Con una candidata que no era candidata, pero que era candidata. Un
monigote y un bigote. Una cantinflada política, de la cual somos bastantes
duchos.
Una candidata que
le hizo la segunda a los otros. No hace política, porque parece que le ha
entrado el gusano del mesianismo; ya que el caudillismo parece ser asunto que
atañe tanto a hombres como a mujeres, por igual. Esos caudillos, mujer u
hombre, son los únicos llamados para hacer las vainas. En ninguno de los dos
micro bandos políticos, esa clase baja, hay un horizonte político ni para el
presente ni para el futuro.
Solo son ellos y
nadie más.
Los datos son
normales. La participación electoral de 59%, es decir, un 41% de abstención. Uno
gana con el 51.20%, el otro pierde con el 44.02%; el resto un 4.6%. Más normal
imposible. Pudo haber sido inverso, es cierto. Pero no más de eso, tal vez
hasta menos. Todo calculado para montar el espectáculo.
Ambos un fracaso.
Pacotilla andante.
Los centros
electorales a mediodía ya estaban vacíos. Esa fue la realidad. Lo demás son
habladera de paja de los comentaristas políticos, los cuales son peores que los
comentaristas y narradores de futbol.
Solo los votantes
son auténticos. Los políticos falsos de toda falsedad y más allá, son
chamusquina rancia.
Por otra parte, los
poderes necesitan países de contención, países colchón; los cuales sirven para
mantener cierto equilibrio para que las fuerzas internas no se desboquen. Caso,
Cuba en la década de los sesenta en América; luego Nicaragua por los setenta y
ochenta, en Centro América. En el siglo XXI, se dio una conjunción de países: Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador,
Brasil, Uruguay, Paraguay, pero que por los procesos internos volvieron las
aguas a sus cauces sin mayores inconvenientes. Los cuales sirvieron para
mantener cierto control en América del Sur, en un momento dado.
Todo estuvo
normal.
Solo ha quedado
un país en América del Sur que sirve para hacer la función de contención. Por
tanto, no es posible perderlo. Porque como dice el dicho: al enemigo hay que
crearlo, si no lo tienes. Para que ponerse a hacer uno nuevo, si ya tienes a
uno viejo que les sirve a sus intereses. Por eso permanecerá en el poder hasta
que sea útil.
Política
elemental.
Lo que busca esa
clase baja es aplastar las fuerzas posibles a lo interno, ya no importa el otro
bando. Quieren asegurar el coto de poder que han arrebatado y para eso sirven
sus acólitos. Los gritos de frustración duraron menos de un minuto, para eso se
dan los resultados a medianoche. Te acuestas a dormir y al otro día ya hay un
buen control disciplinario.
La farsa es
grande. Tal vez más grande de lo que uno cree. Porque uno es solo una pieza inútil
en ese patio de iniquidades. Pero ahí están, ambos se las dan de adalid de la
libertad.
Discursos patrioteros
para allá y para acá, cuando ven los vientos a su favor. De resto callados. Cada
uno más farsante que el otro. Lo que el votante desea es un respiro de uno y
del otro, esto es, que se vayan a la mierda ambos.
Por mí, cada
micro bando se puede ir a mamar un guevo.
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