sábado, 7 de diciembre de 2019

IRONÍA PARA VIVIR

La ironía es un instrumento para ser capaces de reconocer nuestra ignorancia y darnos cuenta que vivimos de muchas ilusiones, ésta nos abre el camino para encontrar el sentido que motoriza nuestro pensar-hacer; no es suficiente leer una definición de justicia para transformarnos en justos ni que un coach nos entrene con un set de declaraciones fundamentales para luego salir a pregonarlas.

Lo que nos mueve, lo que es capaz de alimentar nuestra acción y sostenernos en medio de dificultades y cambios es lo descubrimos en nuestro interior, es ahí en nuestro pensar-hacer donde debemos encontrar nuestras respuestas, el sentido y el significado de nuestro vivir.

Con nuestras acciones conviven meras opiniones y juicios infundados que nos hacen perder el sentido de nuestros asuntos, pero a la vez conviven verdades de sentido que nos conducen por el camino adecuado a nuestros fines y que nos hacen ser capaces de encontrar lo que es adecuado nuestra hacer.

La propuesta filosófica nos muestra que somos nosotros quienes debemos buscar las respuestas que ya de alguna manera poseemos; la filosofía práctica nos ayuda a través del diálogo a encontrar eso que estamos buscando, a vencer los prejuicios, a superar las creencias y apasionarnos por el descubrimiento de lo que hacemos.

El arte de preguntar y la ironía son el legado socrático que nos ayudan a encontrar la verdad de nuestros sentidos de vida y la fuerza que nos impulsa a actuar. Preguntar es reconocer nuestra ignorancia y nos abre a la búsqueda de los sentidos vitales, nos permite encontrar el sentido de nuestro hacer a través de la reflexión; al preguntar buscamos derribar mitos, prejuicios y creencias para encender la voluntad que nos lleve a actuar según nuestras metas.

El arte de la mayéutica, implícito en el diálogo, nos permite alumbrar nuestros procesos productivos y revisar nuestra capacidad de reflexión a través de preguntas abiertas, que nos llevan hacia las respuestas que esperamos encontrar para motivar nuestra acción. Esto supone dominar el arte de dialogar y tener la capacidad para encontrar los sentidos de nuestro pensar-hacer, tener confianza para encontrar respuestas a las preguntas fundamentales.

Lo anterior nos lleva a plantearnos algunas preguntas, por ejemplo, ¿tenemos el valor para despojarnos de nuestras creencias y prejuicios errados? ¿Tenemos una actitud abierta al diálogo? ¿Somos capaces de actuar en consecuencia a los sentidos de vida que descubrimos? Dar respuestas acertadas a estas interrogantes nos abre el camino a la reflexión y a un hacer adecuado.


Consultoría y Asesoría Filosófica Obed Delfín
Referencias:
Twitter: @obeddelfin



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