sábado, 14 de diciembre de 2019

KENTUKIS

Kentukis[1] nos inserta en el mundo de la técnica y la tecnología, dónde ambas como criaturas emancipadas hacen todo lo posible para sobrevivir terminando por dominarnos y convirtiéndonos en sus súbditos; han terminado por atraparnos.

En la novela de Samanta Schweblin se plantea la «astucia de la técnica»[2] que a imagen de un Golem se conduce a metas diferentes a la que originariamente le habían sido trazadas ejerciendo sobre nosotros su poder de dominación.

La interpretación sobre la astucia de la tecnología y la técnica considera que éstas son la causa de la «refrigeración de lo social»[3], que consiste en el enfriamiento y congelamiento de nuestras relaciones interpersonales debido al aislamiento provocado por ella mismas. Tal crítica señala que éstas nos han llevado a la pérdida de las solidaridades humanas y comunitarias, que constituyen la especificidad de las sociedades históricas, al abandonarnos unos a otros.

La crítica del siglo XX y XXI a la tecnología, es que gracias a ésta el aislamiento humano se ha convertido en la característica de los habitantes de las ciudades contemporáneas, lo cual ha contribuido al encierro en nosotros mismos, fundamento de las sociedades solitarias de hoy día. En medio de toda esta tecnología nos hemos terminado por convertir en sujetos asociales, es la opinión que prevalece cuando se alude al detrimento social causado por la cibercultura.

Para Maffesoli, y esto lo apreciamos en Kentukis, se produce una inflexión dentro de la cibertécnología, la cual consiste en que lo arcaico social se manifiesta en ella. En el ciberespacio apreciamos los afectos y recreaciones de los vínculos sociales, el arcaísmo social pervive dentro y se refuerza dentro la misma técnica a niveles sin fronteras. Los vínculos sociales siguen interactuando en el ciberespacio como formas de relación, Facebook y WhatsApp son sus expresiones más resaltantes. En el caso de Kentukis son esos aparatos homónimos.

En el ciberespacio se establecen nuevas formas sociales de relaciones, donde lo arcaico nos remite a las características primarias de nuestra naturaleza de los vínculos sociales manifestados en la capacidad de fantasear e intercambiar socialmente. En el caso de los Kentukis se construyen relaciones a partir de lo inmaterial, en un imaginario desarrollado en el cuerpo de las redes sociales; es una realidad inmaterial, una ficción a manejar.

Las redes sociales han generado una nueva sociabilidad, han conformado nuevos sitios comunitarios, un nuevo «reencantamiento del mundo» dice Maffesoli. Cada día hay más usuarios en las redes sociales, que buscan un espacio de expresión e intercambio, allí se dan todas las manifestaciones humanas. Se difunden en estas redes sociales: los problemas y las inquietudes personales, las creencias y las dudas, se buscan amantes, se difunde pornografía casera, manifestaciones artísticas, noticias, mentiras… En realidad, se busca al otro.

Toda esta trama constituye la búsqueda de vínculos sociales, según el interés de cada quien. En esto hay tipos de sociabilidad, en oposición a la idea racional y demasiado rígida de lo que es social o en oposición a lo social institucionalizado. La sociabilidad en el ciberespacio restituye la dimensión simbólica de la existencia y acentúa el hecho de que la sociedad se basa en el valor de las cosas que no tienen necesariamente un precio. Con todas las consecuencias que esta socialización posee.

El arcaísmo social en las redes sociales se expande cada día, es un acontecimiento. Lo arcaico de buscar a los otros para relacionarnos es lo que obra en contra del aislamiento de la tecnología y del congelamiento social. Lo que se da en este acontecimiento social un lugar horizontal por la fusión entre la tecnología y el arcaísmo social, al ser un lugar que establece vínculos entre iguales.

Facebook remite a una horizontalidad donde podemos intercambiar con y entre otras personas, aunque se ejerce el dominio vertical en la censura avalada por unas normas comunitarias del propio sitio web; o se abren blogs u otros instrumentos para publicar sin que haya un jurado que juzgue previamente lo publicado. De allí que haya expresiones como «este es mi facebook o este es mi blog  y publico lo que quiero».
Hacer conocidos e intercambiar en las redes sociales despliega nuevos roles de social, donde lo intempestivo e inatrapable encuentran una nueva actualidad en la cibercultura, que permite convertir la propia vida en algo otro que impregna la totalidad de la existencia social. Cualquiera dice búscame en facebook o en instagram como antes decían que lo buscaras en la calle tal o en el barrio tal. Este acontecimiento de-construye la forma social existente hasta ahora e impone otra forma.

Esto es lo que ha estado sucediendo. Podemos sin demasiadas dificultades encontrar gente afín a nuestros intereses por la variedad de gustos —sexuales, musicales, deportivos, consumistas, religiosos, filosóficos— encontraremos allí quien le dé «me gusta» a lo que publicamos.

A partir de esto generaremos una comunidad social como instinto básico de todo humano. Hay en las redes sociales un hormigueo cultural y a partir de éste vamos elaborando intercambios, donde lo que se va instituyendo se burla de lo instituido. En este nuevo entramado se ponen en juego nuevos vínculos, pues en el ciberespacio cualquier cosa tiene su espacio. Es el crisol de una nueva y vieja vida social.

En el caso de Kentukis la historia termina desgarrada, pero asimismo se ocurre en lo social instituido. Lo que percibimos en la novela de Schweblin es que nos aferramos a ese arcaísmo social que busca del roce, del intercambio aunque éste termine en desgracia, que es buena parte de la historia social de las personas.

Consultoría y Asesoría Filosófica Obed Delfín
Referencias:
Twitter: @obeddelfin




[1] Kentukis. Novela de Samanta Schweblin.
[2] Ver, Michel Maffesoli. El tiempo de las tribus.
[3] Ver, Michel Maffesoli. Iconologías nuestras idolatrías posmodernas.

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