sábado, 26 de mayo de 2018

DE LA MENTALIDAD FIJA AL PENSAMIENTO CATASTRÓFICO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA


Cuando asumimos, consciente o inconscientemente, una mentalidad fija corremos el riesgo de necesitar demostrar a los otros y a nosotros mismos nuestra capacidad. Cuando esto sucede la mentalidad fija se convierte en un obstáculo, porque nos impone límites. Ya que nos impedimos abrirnos para probar y experimentar nuevas situaciones y nuevos conocimientos.

De la forma como reaccionamos ante nuevas circunstancias nos puede dar pistas para saber si hemos asumido esta mentalidad fija, porque ella nos bloquea el paso hacia lo desconocido.

Cuando nos acercamos a algo que no entendemos o nos enfrentamos a algo imprevisto o inexplicable tendemos al control. A ser pasivos a lo que ya conocemos y sabemos; abandonamos de este modo todo nuevo accionar y el análisis de las cosas. Recurrimos, muchas veces, al pensamiento catastrófico en el cual asumimos que todo irá peor. El asunto, en realidad, es que buscamos evadir la circunstancia desconocida.

Ante la incertidumbre nos planteamos estar ocupados o buscamos aplicar soluciones rápidas. Pero, en verdad, lo que tenemos es un nudo en el estómago, el corazón nos va a mil por hora; sentimos la boca seca y estamos atónitos. Estas son reacciones viscerales comunes que acusan nuestro desconcierto.

Nos sentimos como si nos hubieran quitado el piso. Estamos en el aire. Nada sólido hay en lo cual apoyarnos. Estamos desorientados, confundidos, aterrorizados y con sensación de pánico. Todas nuestras sensaciones de control, esto es, sentimiento de dominio, voluntad, autonomía se han esfumado.

Por tanto, nuestra sensación de bienestar ha desaparecido. De este modo, aumenta nuestra percepción de inseguridad, lo que incrementa nuestro nivel de estrés. Por el contrario, cuando tenemos la percepción de autonomía y control aumenta nuestra sensación de seguridad y se reduce el estrés. De allí que tendemos a la mentalidad fija.

Con la mentalidad fija, y con ella el control, surge un mecanismo de defensa contra el no saber; el cual es el principio de nuestras incertidumbres, de nuestras confusiones. Cuando la confusión hace su aparición con nuestro mecanismo de defensa buscamos atisbos de seguridad y queremos ejercer más poder, ser más tajantes y autoritarios.

Nos presionamos más a nosotros mismo para encontrar algunas respuestas que nos den seguridad. Hacemos lo que sea por no sentirnos incómodos, tal vez, por eso se recurre en muchos casos al alcohol. Tratamos de racionalizar nuestros sentimientos para poder controlarlos. Todas estas son búsquedas de seguridad y control.

Cuando nos enfrentamos a una situación sin fundamentos sólidos una de nuestras reacciones básicas es alejarnos; puede ser de los amigos, de nuestros sentimientos… Buscamos aislarnos en nuestra preocupación o, en el peor caso, en nuestra depresión. Aquí nos aborda el pensamiento catastrófico, en el cual exageramos las consecuencias de un problema y damos por hecho el peor de  los escenarios posibles.

Nos disgusta tal experiencia y pensamos que no somos capaces de superarla, ni que podemos hacer nada por cambiarla. Nuestra reacción, por lo común, es que nunca saldremos de esa situación; todo está perdido y no podemos pensar con claridad. Nos sentimos paralizados, más por el miedo que por la falta de tomar decisiones. Por el contrario, tomar decisiones promete una gratificación.

Cuando estamos agobiados estamos bajo la perspectiva de parecer incompetentes y sucumbimos a la presión de actuar. Nuestra resistencia se manifiesta en rechazar la situación presente, en vez de abordarla. Esto se da como una reacción a lo desconocido y a la pérdida de confianza. Le pasa a todo padre, cuando el adolescente se manifiesta con todas sus circunstancias personales.

Nuestro no saber se hace amenazador. Mucho más cuando el límite es que no sabemos a dónde vamos a adentrarnos. Y allí nos decimos como medida de autoprotección: ¿Qué tiene de bueno no saber tales cosas? No le veo ninguna ventaja a la ignorancia. Mejor es diablo conocido que santo por conocer, dice un dicho. Esto es para no enfrentarnos a esa situación confusa y difusa.

La ausencia de conocimiento que existe en el no saber es un espacio lleno de potencial. El problema con la mentalidad fija es que nos da mucha seguridad, y a menudo nos reduce las oportunidades que están presentes en las nuevas circunstancias del no saber. Además, que nos puede mantener permanentemente en una actitud defensiva y estresante.

Referencias:
Twitter: @obeddelfin

No hay comentarios:

Publicar un comentario