De
la mano de la ciencia y la tecnología se expande sin cesar la capacidad de
intervenir en todos los asuntos que conciernen a las formas de vida. La
biogerencia incluye estos instrumentos en su gestión de los asuntos humanos,
junto con los mecanismos de información y gestión que tiene a su disposición.
Foucault
señala que hay múltiples poderes, al interpretar el poder como una forma de
dominación que funciona en los diferentes ámbitos del hacer humano. De esta
manera, debemos hablar de poderes y sus variadas formas de manifestarse, pues la
sociedad no es un cuerpo unitario y en ésta se ejerce una yuxtaposición, un
enlace, una coordinación y también una jerarquía de diferentes poderes. En este
sentido, la sociedad es un archipiélago de poderes diferentes, según el autor
de Vigilar y Castigar.
Este
conjunto de procesos relativos a las formas de hacer y poder, aparecen los
problemas que atañen el interés de la biogerencia. Ahora interesan los datos de las emociones,
esto es, forma, duración, intensidad de las pasiones que atacan a una población
en particular; extensión, que no es fácil de controlar porque no tienen el
carácter de epidemias.
Sin
embargo, juegan papel importante en la disminución de la fuerza de trabajo,
disminución del tiempo de trabajo, aumento de costos económicos, y por tanto
disminución de los beneficios. Estos hechos preocupantes para las tareas de la
biogerencia, sirven de motivación para introducir mejoras en la institución emotiva,
que ya existía; pero se ha hecho de forma más imperativa con la terapéutica
anímico-espiritual.
En
este sentido, se iniciaron una serie de figuras más enfocadas a lo emotivo que
a lo racional, conducentes a establecer mecanismos de terapia personal, entre
otros. La biogerencia tiene que ver con lo personal, y éste como problema
lingüístico, como problema biológico y, a la vez, como problema de poder.
Aborda los acontecimientos aleatorios que se producen en las personas y los
reconvierte en motivo de su visión y misión.
Lo
importante a destacar es que todos estos nuevos procesos llegaron precedidos de
una medicina que cumple una función de higiene pública. Ahora se centraliza
toda la preocupación en aspectos no corporales ni cognitivos, sino emocionales.
La higiene terapéutica se dirige a otro ámbito de lo humano de la mano de la
filosofía analítica, se adoptan campañas de difusión para el aprendizaje de la
higiene mental, emocional; pues la medicalización de la población parece que no
es suficiente.
La
«anatomogerencia» es una modalidad mediante la cual los poderes en general
logran, en última instancia, no sólo tocar los cuerpos y aferrarse a ellos, sino
tomar en cuenta los gestos, los comportamientos, los hábitos, las palabras, las
emociones. La manera como la gerencia al concentrarse, no sólo en los cuerpos, trabaja,
modifica y dirige las fibras blandas de las
emociones. Pues como dice Camp, todas las emociones no hacen susceptibles. Se
trataba ahora de sujetos dominados por prejuicios, a quienes se les revela su
responsabilidad por su hacer a través de ellos.
La acción
disciplinaria en el cual el hacer del sujeto se ajusta a la singularidad
somática y del ser, esto es, del cuerpo, de sus gestos, su lugar, sus
desplazamientos, su fuerza, sus discursos, su lenguaje, sus pasiones se
constituyen dentro de la congregación de una comunidad dada. Esto podemos
englobarlo mediante un sistema de jerarquías, inspecciones, informes, que se
traducen en la tecnología y la técnica del ser-hacer del y en el trabajo. En
este sentido, la biogerencia está orientada a una masa global con visión
holística, que incluye aspectos y procesos propios de la vida y hacer de cada
individuo.
La preocupación
que ha mostrado la biogerencia por la terapéutica anímica de los individuos, se inicia con el problema que
constituye la morbilidad, la cual afecta el rendimiento y productividad de
todos ellos. El ámbito de epidemias anímicas constituye, entonces, una
inquietud permanente de los estados gerenciales. Las consecuencias emocionales
se abordan como epidemias que constituyen verdaderos dramas, porque se trata,
en sentido metafórico, de muertes laborales, la muerte que era inminente para
todos. Pues se trata de evitar ahora las endemias emotivas, esto es, la forma,
naturaleza, extensión, duración e intensidad de las enfermedades afectivas que
se circunscriben a una determinada población de sujetos laborales.
En el caso de
las endemias afectivas, las causas de las preocupaciones gerenciales obedecen
principalmente a la disminución de la fuerza de trabajo, baja rentabilidad de
las energías por individuo, aumento de los costos económicos por cuanto decrece
ostensiblemente la producción y los enfermos requieren de una atención
inmediata. En consecuencia, a finales del siglo XX e inicio del siglo XXI se
introduce la terapéutica emotiva con una función específica de higiene laboral,
que luego deviene a higiene pública.
Se organizan
las estadísticas que permite conocer toda la información, se multiplica la coordinación de atención emocional,
se inician las campañas y programas de prevención a través del aprendizaje de
los aspectos de la higiene pasional y del desarrollo personal. Aparece,
entonces, el sujeto emocional. En esta línea de pensamiento, el área de
preocupación de la biogerencia es el ser, pero el ser emocional.
Disciplinar el
cuerpo, entonces, ya no es suficiente. Ahora son las dos formas constitutivas
del sujeto, en torno a las cuales se desarrolla la organización sobre la vida, lo que permitió hacerla funcional
al desarrollo productivo. Este bio-poder es un elemento indispensable en el
desarrollo de la producción, de la abundancia, de las relaciones personales;
éste se afirma en la inserción controlada del aparato de producción y mediante
un ajuste de los fenómenos del sujeto. Es este uno de los alcances esenciales
de la biogerencia, a saber, contribuir a través de la regulación, protección y
potenciación de la vida, al mantenimiento y expansión de su producción.
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