sábado, 6 de julio de 2013

PLOTINO: DE LOS ACTOS DEL ALMA

Los actos involuntarios son aquellos en los cuales:

El alma, modificada por los factores externos, obrare algo o tendiere a algo llevada de una especie de movimiento ciego, tal acción y tal disposición no debe ser calificada de voluntaria. Dígase lo mismo cuando, haciéndose peor ella misma por propia cuenta, se dejare llevar de aquellas tendencias que ni son siempre rectas ni poseen el mando[1]

Los actos involuntarios están determinados por:
§  Causas externas o del entorno
§  Movimientos ciegos
§  El alma misma
§  Dimensión irascible y apetitiva inferior
§  Tendencias innobles
§  Dimensiones no aptas para gobernar.

Con respecto a los actos voluntarios, Plotino expresa:

Nos preguntamos entonces si realmente no somos nada y si nada hay que dependa de nosotros. Porque si algo dependiese de nosotros, eso mismo precisamente no lo haríamos dominados por la suerte, por la necesidad o a impulso de las pasiones, sino con nuestro pleno asentimiento y sin que nada se opusiese a nuestra voluntad[2]

  Los actos voluntarios son actos de la voluntad, esto es, de la dimensión intelectiva del alma, que es agente causal de sus acciones.

Tenemos pues:
§  Acto involuntario
§  Causas externas o del entorno
§  Movimientos ciegos
§  Azar
§  Necesidad
§  El alma misma
§  Dimensión irascible y apetitiva inferior
§  Tendencias innobles
§  Impulsos de pasiones.
§  Acto voluntario
§  Dimensión intelectiva del alma
§  Voluntad
§  Pleno asentimiento

El asentimiento es el acto intelectivo de la voluntad. La comprensión racional de la acción que se lleva a cabo. "Hablamos de lo que depende de nosotros dando a entender lo que está sometido a nuestra voluntad y lo que llega a acontecer o no, pero siempre tal como lo hayamos querido"[3]. El acto voluntario es independiente del espacio-tiempo, pues no es relevante que él llegue a concretizarse o no. Es suficiente que la voluntad lo haya querido. La implicación histórica de esta afirmación la encontraremos en Pedro Abelardo[4].
Con respecto a los actos voluntarios tenemos:
§  Acto voluntario
§  Dimensión intelectiva del alma
§  Voluntad
§  Pleno asentimiento
§  Puede acontecer
§  Puede no acontecer
  
Plotino cualifica los actos voluntarios. Para ello señala:

Distingamos en todo acto voluntario, en primer lugar el acto que hacemos a conciencia y sin ser forzados a él, y en segundo lugar el acto que depende de nosotros y que somos dueños de hacer. Ambos aparecen con frecuencia reunidos, aunque para uno y otro exista distinta razón; pero también se muestran algunas veces en desacuerdo[5]

Un acto es voluntario si se hace con conocimiento y sin ser forzados. Por el contrario, si es a conciencia pero forzado, es involuntario. Segundo, un acto es voluntario si depende de nosotros y somos dueños de hacer. 1) Somos dueños si el alma intelectiva es causa de éste. Podemos hacerlo o no. 2) Depende de nosotros sí únicamente el alma intelectiva puede hacerlo.
Con respecto al acto «que depende de nosotros y que somos dueños de hacer», Plotino nos da un ejemplo 

Ocurre, por ejemplo, que somos dueños de matar y no realizamos un acto plenamente reflexivo matando a un hombre si desconocemos que es el padre a quien damos muerte. Aquí se da un claro desacuerdo y cometemos tan sólo un acto que depende de nosotros[6].

Habíamos considerado que todo acto voluntario es un acto del alma intelectiva, esto es, que contenía en sí la reflexión. No obstante, Plotino expresa que es un «no plenamente reflexivo». El desacuerdo entre el «acto que hacemos a conciencia» y el «acto que depende de nosotros» consiste en que el primero tiene su causa en la dimensión intelectiva superior del alma y el segundo en la dimensión intelectiva inferior. Ya que el segundo es un acto «no plenamente reflexivo». Podemos indicar que es un acto voluntario inferior. "Para el acto enteramente voluntario conviene que tengamos conocimiento no sólo de las circunstancias particulares sino de las de carácter general"[7]
Por tanto, tenemos:
§  Acto involuntario
§  Causas externas o del entorno
§  Movimientos ciegos
§  Azar
§  Necesidad
§  Triple dimensión del alma
§  Alma intelectiva
§  A conciencia pero forzada
§  Alma irascible y apetitiva
§  Acciones innobles
§  Impulsos de las pasiones
§  Acto voluntario
§  Alma intelectiva
§  Dimensión intelectiva superior
§  Acto enteramente voluntario
§  Voluntad
§  A conciencia sin ser forzada
§  Con pleno asentimiento
§  Puede acontecer
§  Puede no acontecer
§  Dimensión intelectiva inferior
§  Acto no enteramente voluntario
§  Que sólo depende de nosotros
§  No plenamente reflexivo
§  Dueña de hacerlo
§  Dueña de no hacerlo
 
Plotino expresa:

Precisamente de estas formas, de las que el alma recibe ya, ella sola, su señorío sobre el animal, es de donde provienen los razonamientos, las opiniones y las intelecciones. Y aquí es donde principalmente está nuestro yo. Los niveles preliminares son nuestros, pero «nosotros» somos lo ulterior y presidimos desde arriba al animal[8]

La cualificación de la dimensión intelectiva del alma es lo que permite entender la clasificación entre actos enteramente voluntarios y no enteramente voluntarios. Los primeros son acciones de la dimensión intelectiva superior, los segundos de la inferior. Por otra parte, las formas, a las que alude Plotino, son las percepciones intelectivas. Lo que Plotino denomina «yo» es la dimensión intelectiva superior del alma; la que tiene que gobernar el compuesto dual.
Entre los actos voluntarios, hay uno, en particular, que es para Plotino el acto voluntario por excelencia. El mismo tiene como causa al alma consigo misma. Al respecto el filósofo señala:

Cuando tendiere a algo poniéndose bajo el mando de su propia razón pura e impasible, hay que decir que ésta es la única tendencia que está a nuestro arbitrio y es voluntaria y que ésa es nuestra obra, la que no nos vino de fuera, sino de dentro, de un alma pura, de un principio que es nuestro guía y señor principal y que no sufre error por ignorancia o derrota por la violencia de los apetitos[9]

Éste es un acto del alma pura, un arrobamiento propio del sabio. Un acto voluntario puro. Sin embargo, no es el arrebato místico; pues este último está más allá de todo acto voluntario y pertenece al grado de la libertad mística.

De modo que lo que hay de libre en nuestras acciones y  lo que verdaderamente depende de nosotros no habrá que referirlo al hecho de actuar, cuando menos en su realidad exterior, sino más bien a un acto interior, a un pensamiento y a una contemplación de la virtud misma[10]

  Agrega además,

Otorgamos por el contrario la autodeterminación al ser que se libera de las pasiones del cuerpo por la actividad de la inteligencia. Refiriendo entonces todo lo que depende de nosotros al principio más hermoso de nuestro ser, esto es, a la actividad de la inteligencia[11]

J. Combes comenta que Plotino “relaciona la necesidad de la libertad y la justifica como el orden que la libertad se da a través de sus planos de expresión. Éstos corresponden a los grados de actividad en su correspondencia con Lo Absoluto"[12]. Estos «planos de expresión» son los grados de libertad en las diferentes dimensiones del alma, que se manifiestan, a su vez, en los diferentes actos del alma.
La libertad humana es una libertad finita, que adquiere grados de separación sucesivas con respecto al mundo y como preludio a la unidad mística. En esta conversión el hombre escapa de las dimensiones irascibles y apetitivas, luego se eleva a la intelectiva hasta ser sujeto absolutamente puro.  En esto consiste el arrobamiento místico

Basta para ello con un contacto intelectual. Pero, con este contacto, cuando tiene lugar, no se da posibilidad ni tiempo alguno para poder expresar nada, siendo sólo más tarde cuando se razona sobre él. Hemos de creer que lo vemos cuando el alma percibe súbitamente su luz; porque la luz proviene de él y es él mismo… Tal es el fin verdadero del alma: el contacto con esa luz y la visión que tiene de ella, no por medio de otra luz sino, precisamente, por esa misma luz que le da la visión[13]


La libertad metafísica es para Plotino una aspiración. 
Así pues, tenemos la siguiente estructura:
§  Acto involuntario
§  Causas externas o del entorno
§  Movimientos ciegos
§  Azar
§  Necesidad
§  Triple dimensión del alma
§  Alma intelectiva
§  A conciencia pero forzada
§  Alma irascible y apetitiva
§  Acciones innobles
§  Impulsos de las pasiones
§  Acto voluntario
§  Alma intelectiva
§  Dimensión intelectiva superior
§  Acto enteramente voluntario
§  Voluntad
§  A conciencia sin ser forzada
§  Con pleno asentimiento
§  Puede acontecer
§  Puede no acontecer
§  Dimensión intelectiva inferior
§  Acto no enteramente voluntario
§  Que sólo depende de nosotros
§  No plenamente reflexivo
§  Dueña de hacerlo
§  Dueña de no hacerlo
§  Acto voluntario puro
§  Alma consigo misma
§  Arrobamiento místico

Como apreciamos, la dimensionalidad del alma genera una compleja arquitectónica de los actos que el alma realiza.


[1] Plotino. Enéada III 1, 9, 5-8.
[2] Plotino. Enéada VI 8, 1; p. 342.
[3] Plotino. Enéada VI 8, 1; p. 342.
[4] Ver. Pedro Abelardo. Conócete a ti mismo. Buenos Aires, Aguilar, s/f.
[5] Plotino. Enéada VI 8, 1; p. 342.
[6] Plotino. Enéada VI  8, 1; p. 343.
[7] Plotino. Enéada VI 8, 1; p. 343.
[8] Plotino. Enéada I 7, 7, 15-18.
[9] Plotino. Enéada III 1, 9, 9-15.
[10] Plotino. Enéada VI 8, 6; p. 351.
[11] Plotino. Enéada VI 8, 3, p. 346.
[12] J. Combes, "Deux styles de libération: la nécessité stóicienne et l`exigence      plotinienne", Revue de Métaphysique et de Morale, 74 annes, No.3, 1969, p.137.
[13] Plotino. Enéada V 3, 17; p. 110.

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