domingo, 21 de julio de 2013

DE LA RESPONSABILIDAD DE NUESTROS ACTOS SEGÚN PLOTINO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA

El hombre es responsable de sus actos, sean éstos voluntarios o involuntarios. De los actos voluntarios no hay dudas acerca de su responsabilidad. Con respecto a los involuntarios, si es arrastrado por causas externas a cometer un acto involuntario es que él no se ha preocupado de ser un hombre esforzado, y allí recae su responsabilidad; por otra parte, si realiza el acto por ignorancia, es porque ha sido indolente consigo mismo. "Sólo el hombre —el hombre malvado—  es digno de reproche, y lo es tal vez con toda razón, porque no es sólo su hechura, sino que posee un principio distinto y libre"[1]

Por ser el alma responsable de sus actos ésta es castigada. Así "cuando delinquen, hallan su castigo en la depravación de sus almas por sus actos de maldad y son degradados a un alma inferior, pues ningún ser ha de escapar jamás a lo prescrito en la ley del universo"[2]. Esto es, actúa la providencia para restituir el principio de orden y armonía del cosmos, de la cual el compuesto doble no puede escapar.

Todo acto del alma, sea cual sea la dimensión con la cual se ha cometido, siempre recae en ella la responsabilidad. "Porque sea que la constitución del sujeto es tal como para sumirlo en una especie de fondo turbio, sea que predominan los apetitos, en todo caso es necesario admitir que la responsabilidad está en dicho sujeto"[3]. Plotino es inapelable al respecto. 

Todo acto del alma está bajo el gobierno de ésta. Y debe estar normativamente gobernado por el alma intelectiva. Esta es la primera responsabilidad de todo hombre.

Pero lo de «involuntariamente» significa que el pecado es involuntario; mas eso no quita que los agentes mismos obren por propia cuenta. Bien al contrario, porque son ellos mismos los que obran, por eso son también ellos mismos los que pecan. Porque si no fueran ellos mismos lo que obran, no pecarían en absoluto[4]

Siempre el alma elige sus acciones, como señala  J. M. Rist: “Nosotros de hecho escogemos tales cosas, engañados por nuestro ambiente o por nuestras pasiones, por pensar que ellas nos traerán bienes”[5].

Todo acto, sea involuntario o voluntario, es acción del alma. De allí que siempre la responsabilidad recae sobre ella. "Un impulso primero y repentino, si se descuida y no se enmienda al  punto, induce a la elección del extravío en que uno ha caído. Sin embargo, el castigo no se hace esperar"[6]

  Para Plotino, el indolente es peor que el malvado. Por cuanto el alma ha sido negligente para consigo misma viviendo descuidadamente. Esta es un alma deficiente.

Los que se malearon hasta aproximarse a los animales irracionales y las fieras arrastran a los medianos y les hacen violencia. Y aunque los medianos son mejores que los que les hacen violencia, sin embargo, son vencidos por los que son peores que ellos precisamente por cuanto ellos mismos son peores, es decir, porque no son buenos ni se prepararon para no salir malparados[7]

Plotino rechaza contundentemente al alma blandengue. Que implora  llorosa y lastimera la protección de los dioses. "Dios no tenía porqué pelear en persona en favor de los no aguerridos, pues la ley manda que hay que salir salvos de las guerras luchando varonilmente, y no rezando. Porque tampoco se recogen cosechas rezando, sino cultivando la tierra, ni se está sano descuidando la salud"[8]. Esta alma una vez que acarrea su propia miseria no puede esperar ayuda de los dioses. Pues quiere que los dioses sean causa de sus actos. 

En el cosmos plotiniano, la salvación por cualquier intervención de Dios está excluida. Como señala J. M. Rist: “Si el hombre no está capacitado para elegir lo correcto sin auxilio adicional de Dios, entonces él no podrá elegir lo correcto para nada"[9]. Por tanto, los hombres no tienen derecho a esperar ayuda de los dioses. 

La libertad no es simplemente el poder de elegir, es ser responsable por los actos que se realizan. Una y otra están indisolublemente unidas. 
             
Las obras malas son secuelas, pero necesarias; las causamos nosotros por nuestra cuenta, no forzados por la providencia, sino sacándolas de nosotros, que las juntamos con las obras de la providencia o derivadas de la providencia... La acción puesta por el disoluto ni es obra de la providencia ni es acorde con la providencia, mientras que la acción puesta por el casto, aunque no es obra puesta por la providencia, pues es puesta por él, sí es acorde con la providencia, porque concuerda con la Razón[10]

Las acciones nobles y rectas están acordes con la providencia. Las malas y disolutas no, éstas merecen castigo. Por esto la vida debe estar dirigida a realizar acciones acordes a la providencia.


[1] Plotino. Enéada III 3, 4, 5-7.
[2] Plotino. Enéada III I 2, 4, 23-26.
[3] Plotino. Enéada III 3, 4, 27-29.
[4] Plotino. Enéada III 2, 10, 8-12.
[5] J. M. Rist, Op. cit., p.135.
[6] Plotino. Enéada III 2, 4, 41-46.
[7] Plotino. Enéada III 2, 8, 12-16.
[8] Plotino. Enéada III 2, 8, 37-40.
[9] J. M. Rist, Op. cit., p. 138.
[10] Plotino. Enéada III 3, 5, 33-49.

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