He escuchado a
Clairet y a Carmen Teo decir que la muñeca de trapo no es fea, porque se hace
con el corazón. Han hecho este comentario cuando alguna aprendiz de muñequera
comenta que su muñeca quedó fea o que al principio quedaban feas. Por el
contrario, le he oído decir a Elva Villegas, hablando de sus muñecas, que éstas
son feas y que por eso nadie las quiere hacer.
Las muñecas de
Elva Villegas podemos decir que son básicas en su hechura, en algunos casos
ella no les hace rostro: ni les borda ojos ni nariz ni boca, y tienen la
costura por fiera. Por eso, ella dice que son feas.
Y esto nos lleva
a la pregunta ¿En cuál estética filosófica se ubica la muñeca de trapo?
La muñeca de
trapo se hace para agradar, esa ha de ser su primera sensación. Tal vez esto es
lo que quieren decir las muñequeras cuando dicen que las muñecas de trapo se
hacen con el corazón, se hacen con la intención cariñosa y amorosa de producir un
sentimiento de agrado. Ninguna muñeca de trapo tradicional se hace para
producir rechazo o desagrado. Por esta razón, la misma se inserta en la
estética de la belleza.
Por supuesto, que
la misma se puede hacerse con ese fin. En este caso, la muñeca estaría en la
estética de lo feo. Cuando conocí a Malú Rengifo y vi a los monstrochicos le
dije que esos muñecos pertenecían a la estética de lo feo. Pues, los monstruos
por ser monstruos pertenecen a la tradición de la estética de lo feo. Como
aquel muñeco hombre lobo que tenía el hijo de la familia Monsters. Pero los de
Malú no producen ningún desagrado.
Repito, la muñeca
de trapo tradicional está hecha para agradar y eso la hace parte de la estética
de la belleza. Cuando la muñeca queda con desperfectos, en cuando a su
confección, la cara no le quedó bien bordada o la costura no fue la mejor, o el
vestido no quedó como se quería, es cuando la muñequera dice que quedó fea. Lo
que quiere decir, es que la muñeca no es tan agradable como ella quería que
fuese o como pretendía que hubiese quedado. Algo semejante expresa Elva
Villegas cuando habla de que sus muñecas no agradan. En tal caso, lo que se
reduce es la calidad de la belleza por una confección no satisfactoria a un
estándar de belleza social. Pero esto no hace que la muñeca sea parte de la
estética de lo feo, aunque se diga que quedó fea o que es fea, porque no es la
intención primaria.
Ya que lo feo
tienes sus principios y expresiones plásticas propias. Si una muñeca de trapo
se hace con el fin de desagradar, es decir, dentro de la estética de lo feo. No
se puede considerar una muñeca de trapo en el sentido tradicional o
convencional de la misma. Tal vez, se puede considerar un muñeco de trapo, como
aquel espantapájaros de Batman que se insertaba en los miedos atávicos de la
gente. Y aunque se representaba a través de una máscara era un muñeco de trapo
relleno de fibra vegetal, era parte de la estética de lo feo.
En este caso, sí
estamos hablando de un muñeco feo con las características de pertenecer a la
estética de lo feo. O el muñeco se puede considerar una escultura textil que
está en el orden de lo feo.
En cuanto a la
escultura textil, en el Museo de Arte Contemporáneo en el 2024, en el programa
"Artista del Mes", una artista expuso unos "muñecos de
trapo", pero ella no los consideraba muñecos de trapo sino esculturas
textiles, y su apreciación era correcta. Pues las mismas no estaban pensadas
como muñecos sino como esculturas, en este caso de tela. Las mismas no
pertenecían a la estética de lo feo.
Por eso, no toda
pieza antropomórfica hecha de tela, retazo o trapo puede ser considerada, en el
sentido tradicional, una muñeca o muñeco de trapo.
Ahora bien,
volviendo al asunto de la estética de la muñeca de trapo. La misma pertenece a
la estética de la belleza porque su intención es agradar. La muñeca tradicional
básica o elemental lo más probable es que no tenía ni rostro ni vestido, porque
no había ni los medios ni las habilidades para hacerlos. Eran como tallar en
madera una figura humana en la cual se perciben los rasgos fundamentales de un humano:
cabeza, tronco y extremidades. Pero no hay detalles. Asimismo, debe haber sido
con la muñeca casera, donde había una intención primaria de agrado, pero ni
recursos materiales ni grandes habilidades manuales.
La intención es
que la muñeca le agrade a la niña para que ésta juegue con ella. Esto es lo que
estéticamente la hace bella. No obstante, está el gusto de por medio. Y entre
gustos y colores no hay nada escrito, dice el dicho. A unos le gustan unas
muñecas por su expresión plásticas y a otros otras. Para todos los gustos hay
una muñeca de trapo.
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