A finales de septiembre comencé a ahorrar
para comprar un equipo nuevo, porque el pianito ya tiene sus años y los otros
dos, como comenté, se tiraron en diciembre tres peos y una plegaria.
No fue fácil, pero tampoco tan arrecho.
En primer lugar, hablé con la Sofita para
saber qué equipo tenía y, además, equipos estaban mortadela y ella los revivió.
Pero la Sofitasa estaba muy ocupada en sus asuntos y le dije que como estaba
muy ocupada iba a buscar unos panas para conseguir el equipo.
Así fue.
Me dije: Voy a buscar a los muchachos allá
en la esquina de Alcabala. Al pana Luis y José Luis.
Ahí es peligroso porque el local de los
muchachos queda entre La Cita y La Tertulia. Y si a uno le provocan unas frías
puede caer en la tentación.
Me acerqué un día, y desde la entrada se
veía que todo estaba oscuro.
—A lo mejor es que no han llegado,
regreso otro día.
No estaba apurado porque seguía reuniendo
la plata. Ya estaba en enero y todavía no tenía lo suficiente como para pedir el
equipo.
En febrero regresé a ver si los muchachos
estaban trabajando, fui un poco más tarde. Y nada, la vaina se veía oscuro. Por
suerte en el negocio de la entrada había una señora y le pregunté:
—-¿Usted sabe si los muchachos están
trabajando? Los del local del fondo.
A lo que ella me contestó:
—Ahí no hay nadie, lo que hay es un
deposito de un chino.
A vaina, dije para mis adentros.
Tengo que escribirle al pana Luis por la Facebook,
para ver si está armando equipos.
Le escribo y el pana, porque pana es
pana, me respondió, de una vez, que él no estaba en Venezuela, que ya tiene
seis años fuera del país. Pero que me iba a ubicar a José Luis o a otro pana de
su absoluta confianza.
A Luis Andrade lo conocí cuando él tenía
un local entre Peligro y Miguelacho. Y yo estaba buscando unas memorias para un
equipo, que en ese entonces las memorias se parecían a unas arañas. Pasé por el
local, hablamos del asunto, le llevé el equipo y las memorias. Pero algo pasó
que el equipo no las quiso reconocer.
Cargué de nuevo con el equipo para la
casa 8 del callejón San Luis y lo dejé ahí.
Al otro día mientras iba pasando frente
al local de Luis, éste me llamó y me dijo:
—Traeme el equipo, que ya sé que pasó.
Le volví a llevar el equipo y esta vez todo
fue sobre ruedas.
Desde hacia rato ya Luis estaba
platinado. Ese local lo cerró y se mudó para la esquina de Alcabala donde puso
un cyber y su taller de reparación y venta de equipos de computación.
Eso hace su rato. Por allá en los noventa.
Lo cierto es que Luis contactó con otro
pana y éste me llamó.
Este es el panela Boby, también conocido
como el Serafín. Es guerrero el hombre, echao pa´lante.
Hablamos, le dije lo que necesitaba como
equipo según los programas y lo que hago. Me hizo un presupuesto y ahí nos tranzamos.
Le di una parte para que fuese armando la maquinaría y el chasis, quedándole debiendo
unos reales, que se los pagaría en las próximas tres quincenas.
Porque el pobre siempre está jodido, porque
siempre vive con una mano adelante y otra atrás.
Le terminé de pagar lo que le debía y le
dije que trajera el equipo.
Le revisamos las tripas al equipo y los
programas que estaban instalados. Y nos sentamos a conversar largo rato.
Me puse a trasegar la información del
pianito al equipo nuevo, 14 años que el pianito guapeo conmigo, el Nigno me
sacó las patas del barro con ese pianito. Pero ya ha envejecido
tecnológicamente.
Tengo que sacarle la información a los otros
dos Lazaros. Que solo me es posible acceder a ellos por el ¨modo seguro de
prueba¨. El Serafín me planteó la idea de convertirlos en equipos para
almacenar información con lo que ya tienen.
Esa es la idea. Pero ahora viene la etapa
de empezar a reunir para comprar un televisor de 32 pulgas para conectarlo al
PC.
Ya compré el cable HDMI, por lo menos.
La vaina no ha estado mal. Hacia falta un
equipo nuevo, éstos tienen mínime 20 años llevando más que violín prestao.
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