miércoles, 3 de enero de 2024

MIS DÍAS


 

Mis días en la Biblioteca se alargaron desde el inicio de los 20 años hasta el final de los 45. Viví entre los libros en un ambiente soleado y brillante impregnado por ese olor del papel tipografiado. Los recuerdos de aquellos días son un presente por eso no existen los recuerdos. Fue ahí donde mi vida empezó, sin esa estadía todo habría sido insustancial, banal y vulgarmente insulso.

Un espacio-tiempo importante e inolvidable es para mí la Biblioteca Central. Los recuerdos aunque un día se me olviden permanecerán vívidos y listos para surgir entre los recovecos de la memoria.

Todo empezó al cruzar aquella puerta y el sol de los libros se encarnaron en mi alma. No pude salir sino hasta muchos años después y, sin embargo, creo todavía estoy ahí dentro. No tengo nostalgia por volver, porque siempre te llevo dentro. Vos y yo solo somos un instante entre la vida y mi muerte.

De vos aprendí que un hombre es solo una palabra, un sentido sin sentido. Un verso o una prosa, una línea bien o mal escrita. Entendí que podía tomármelo con calma porque era nadie. Aunque siempre lo supe. Me invitaste y me quedé, porque así vos lo quisiste.

Me enseñaste a leer. Todo con calma lo pusiste a mi disposición. Cuántos días hace de eso, no sé ni me interesa. Ojalá fuese poeta para escribirte cien sonetos de desamor y escribir sobre tus paredes historias de amores fallidos y tristes. He sido feliz y vos fuiste parte de esa felicidad.

Quise una vida que fuese mía y lo hice. No sabía que quería entender la vida, no lo sabía. Me demoré cuarenta años en saberlo y una tarde la entendí y me entendí. Aunque todo lo olvide, nunca olvidaré lo que me has dado, porque si me olvido me habré olvidado de mí. Te recuerdo porque tengo ganas de recodarte, solo por eso. Pero no te puedo olvidar. Es raro pensarte, porque no hay nostalgia ni recuerdos, solo presentes en cada palabra que leo. Así sos vos, una con mi alma.  


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