martes, 9 de junio de 2020

EL YO ENFERMO


Ese yo biográfico que somos es un ego, y nadie creo tiene dudas de eso. En la conversa entre Moisés y Dios, cuando el primero le dice: «Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”; cuando me pregunten: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les responderé?». Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: “Yo soy” me ha enviado a vosotros».
Si Moisés quedó complacido con esta explicación no sabemos. Tal vez nosotros no quedemos muy complacidos si le preguntamos a alguien ¿quién eres tú? y éste nos responde “Yo soy yo”. Aunque tiene toda la razón de responder de esa manera. Puede ser que Moisés no fuese muy curioso y se conformo con semejante respuesta, que dice todo y no dice nada.
Por otra parte, está aquella escena memorable entre Mafalda y Felipito cuando éste jugando con un yo-yo se encuentra a Mafalda y ésta curiosa le pregunta ¿qué eso? Por la falta de claridad, Mafalda termina llamando a Felipito egocéntrico, cosa que no hizo Moisés cuando bien podía haberlo hecho.




Es frecuente considerar que el egoísmo es un «solipsismo práctico», una actitud en la cual lo único que importa al sujeto es su «yo mismo». Por lo cual, el sujeto solipsista se diferencia y niega a los otros, puede estar contra los otros. En este sentido, el solipsismo niega la existencia o la subsistencia del mundo externo, ya veremos a que se refiere esta negación.
El solipsismo se define como la radicalización del subjetivismo, en el cual la conciencia se reduce al «yo solo», que en latín se escribe “solus ipse”. El mismo se basa en la individualidad del yo. El solipsismo, en sentido estricto, es aquel en que el sujeto está encerrado en los límites del «yo solo», sin posibilidad de salir al mundo de las relaciones interpersonal. El yo está encerrado en sí mismo, por lo cual el mundo solo está constituido en el yo y por el yo, es decir, solo vale para este yo.
El sujeto solipsista no se debe confundir con el sujeto narcisista. El narcisista está enamorado de sí mismo porque piensa que nadie lo está o puede estarlo de él; así mismo intenta, con criterio selectivo, atraer a otros a su mundo para que le ratifiquen lo encantador que es. El narcisista es un ser contradictorio y enmascara sus conflictos con fachadas de perfección, que necesita que otros reconozcan.
El solipsista, por su parte, comparte un ensimismamiento similar al narcisista. Pero, al mismo tiempo, niega que haya otras personas en el mundo, aparte de él mismo. El solipsista se reconoce a sí mismo como sujeto y, a la vez, niega que los otros lo sean, niega la existencia de los otros.
La mayoría de nosotros, si somos razonables, suponemos que los otros seres humanos son semejantes a nosotros; que son sujeto o personas como nosotros, que piensan y sienten al igual que nosotros. El solipsista no. Para él el universo olo gira en torno a él, porque él no está seguro de que los demás sean personas que piensan y sientan, que sean como él.
Todo solipsista piensa que está solo en el mundo, porque es único. Si no existen otras personas como él, entonces tampoco existen otros solipsistas. Él se considera un sujeto único, y no le importan los demás porque estos no existentes en tanto sujetos pensantes ni sintientes.
El solipsista cree, realmente, que no hace daño a los demás ni con su actitud ni con su comportamiento. Pues para él, repito, las demás no existen como personas; solo existente como cuerpos, como cosa extensa, no como sujetos emocionales ni mentales.
El solipsista no tiene capacidad para entender que los demás sufren, porque los demás no existen. Y si no existen como personas solo son instrumentos de uso. De allí su comportamiento indiferente para con las personas, ya que él se encuentra en sí y para sí mismo en el mundo. Los demás no cuentan, porque solo son cuerpos y solo cuerpos de uso.
Obed Delfín Consultoría y Asesoría Filosófica


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