jueves, 5 de julio de 2012

Huckleberry Finn: La aventura de la libertad




"Y creía que iba a civilizarme; pero era duro vivir dentro de la casa todo el tiempo, considerando lo aburrida, normal y decente que era la viuda en todas sus costumbres, y así, cuando yo no podía aguantarlo más, me escapé. Me metí otra vez en mis trapos viejos y volví a dormir en mi barril de caña, y estuve libre y satisfecho".

                Con estas reflexiones comienza Huckleberry Finn su aventura por la libertad. Si preguntamos, qué tienen en común Huckleberry Finn y la "Fundamentación de la metafísica de las costumbres" de Kant. Tendríamos que iniciar respondiendo que no sabemos. Este no saber es el intento de poder hacer la travesía a través del viejo y turbio Missisipi, y así mirar hacia los campos de Missouri para ver si allí la voluntad del viejo Huckleberry Finn se ha manifestado como una voluntad ética, si ésta se ha visto a sí misma como agente de su propia libertad.

                Tenemos que observar si el estado de libertad que Huckleberry Finn reclama para sí es una libertad asocial, que quiere estar al margen, fuera del compromiso con el resto de los hombres; ésta es una libertad holgazana, sin responsabilidad para con los otros.

                Aunque este estado de libertad necesita del común intercambio para que se pueda manifestar. La libertad sin ley necesita de la libertad que posee la ley, para que ambas puedan mostrarse como manifestaciones del hombre social. La libertad impulsiva, sensible, extraña el compromiso social, se margina asimismo al ponerse apartada con indiferencia ante y para con el mundo que la rodea.

                Huck Finn, personaje que encarna lo pedestre, cercano al instinto natural e incapaz de estar preparado para los sucesos que en él ocurren, mira al mundo de forma desnuda. Para él mundo no posee oropeles, sólo es la inmediatez, el diario vivir; la ausencia de conceptos elaborados por la razón pura. Él nace en el amanecer y perece al anochecer, no propone conceptos éticos ni religiosos, está sólo ante la vida, los acontecimientos; es una formal moral práctica, que camina huérfano a través de la existencia. La moral de Huck sólo es determinada por el hacer, por lo que le gusta hacer, por lo que puede obtener al hacer algo.

                Poco después tuve ganas de fumar y pedí a la viuda que me dejara hacerlo. Pero me lo negó. Dijo que era una costumbre baja y que no era limpia, y que yo debía tratar de no hacerlo más. Ya ves como son algunas personas. Se ponen en contra de una cosa cuando no saben nada de ella. Aquí tenías a la viuda, preocupándose de Moisés, que ni era pariente suyo, ni servía para nada a nadie, porque estaba muerto, entiendes; mientras ella me estaba echando a mí una culpa enorme por hacer una cosa de la que yo sacaba mucho de bueno.

                Lo inmediato, el satisfacer el aquí y el ahora, el goce presente, una ausencia de preocupación por el mundo determina la vida Huckleberry Finn. La felicidad de Huck es una felicidad sensual. Por lo que sólo reconoce para su vida aquello es bueno o malo para su placer inmediato. De allí que la educación le resulta un estado calamitoso, de preocupaciones ajenas que no tienen ninguna incumbencia con su hacer; son vanas alegrías y pesadumbres ajenas. Es algo que puede asirse con las manos, saborear o mirar. El mundo Huck Finn es el mundo que roza su piel, no el de las convenciones, de las costumbres adheridas a los procederes sociales de convivencia humana.

                "Y luego, en vez de irme al bosque cuando me escapara, navegaría como cincuenta millas río abajo y acamparía por fin en un solo lugar, y de esa manera no lo pasaría tan mal cruzando el campo a pie". Esta libertad asocial es sólo un momento del espíritu. El que el espíritu no necesita ponerse como objeto para verse a sí mismo y mirar a los demás.

                De esta forma el espíritu reclama para sí la distinción. No obstante, todavía no es la determinación que da inicio a la aventura de encontrarse a sí mismo, sólo es un momento de negación. Que reclama la pura libertad para sí. Los dones del espíritu, su talento, temperamento y su felicidad son un momento negativo. Ya que busca una libertad que se manifiesta como negadora de lo otro. Esta manifestación hacia la libertad conduce por un camino empedrado, que el espíritu ha elegido seguir, camino oculto por la abruma de los acontecimientos.

                La voluntad, el poder decir sí o no a las circunstancias que nos rodean y con las cuales convivimos en nuestra cotidianidad, señala sin explicación racional que esto es bueno, cuando me encuentro con las determinaciones que imprimen en mi conciencia una forma de ser que me place. Sin embargo, ante este modo de ser siempre estamos ante la disyuntiva de aceptarlo o no.

                La voluntad de Huck Finn se mueve por el querer que quiere ser. Este modo natural de vagabundear, en el cual no tiene ataduras, refleja una manera indeterminada de comportamiento. Modo de proceder que quiere anular el mundo, la negación de las determinaciones. No obstante, esto sólo es un deseo, porque el mundo sigue estando ahí.

                Por lo que Huck Finn sólo se pone en un extremo, a un costado del camino. Se desprende del mundo con el cual no quiere comprometerse, se abandona a sí mismo; pues no desea entregarse a la relación mundana. Le da la espalda al mundo, pero luego siente la necesidad que tiene de ese mundo; ya que su yo es una configuración con los otros yo.

                Huckleberry Finn en su querer alejarse, en querer ser un extraño con el mundo, estar entre los hombres sin pertenecer a ellos o estar en el bosque sin ellos. Él quiere ser como la "Isla de Jackson", un montículo aislado entre las dos orillas del Missisipi donde se escenifica la vida; holgado en la pereza y en la indolencia mientras, y mientras el sol se filtra a través de las hojas "yo me sentía poderosamente vago y cómodo".

                No obstante, Huck Finn se enreda en la trampa de libertad sin determinaciones. Ya que él es un hombre y como tal es actividad social. Piensa en Tom Sawyer, compañero de juego. El hombre no es un errante solitario, ni apartado ni extrañado. La libertad a la aspira Huck Finn es una libertad vacía, sin horizonte, sin determinaciones; está perdida de sentido en la actividad que realiza.

                Pero después de un rato me encontré un poco solo…, y conté las estrellas y los troncos y las balsas que bajaban a la deriva, y luego me acosté, no hay otra mejor manera de pasar el tiempo cuando te sientes triste y solitario, no puedes quedarte triste siempre, pronto se quita.

     Porque nos damos cuenta de la falta que nos hace el mundo, los sobresaltos de las circunstancias. "Poco después me dije a mi mismo: no puedo vivir de esta manera; voy a enterarme de quién está en la isla conmigo; o me entero o reviento. Bueno, en seguida me sentí mejor". En este intento de reconocer el mundo, de acercamiento al otro, comienza el camino de compartir las vicisitudes de la libertad. Así Huck Finn sin proponérselo comienza a transitar hacia el compromiso, hacia el roce con el otro; el intercambio de una responsabilidad que él ha elegido, lo que lo compromete.

                En este momento la libertad pedestre ha comenzado a determinarse por sí misma; lo asocial, el vagabundeo se determina porque se interesa en el mundo, se inmiscuye en el. La voluntad es exteriorizada dejando de ser una mera ilusión de sí, ésta busca realizarse y se acomoda a un fin que está más allá de ella misma; abandona su pura inmediatez.

                Huck Finn se piensa más allá de sí mismo, porque cavila sobre el mundo; esto sólo es posible por el compromiso que reclama para sí. Porque su voluntad de ser libre se ha comprometido y ha decidido más allá de leyes de Missouri. La imposición de su voluntad, que se da asimismo la ley está más allá de ley positiva.

              Huck Finn se compromete con el negro Jim asumiendo la responsabilidad de su acción, pero puesta ésta también en el otro; de este modo no sólo asume su propia acción sino comparte la acción del otro, y con ello sella el pacto comienzo a la aventura de la libertad.

- ¿Cómo es que estas tú aquí, Jim, y cómo llegaste?
Se puso bastante inquieto y no dijo nada durante un minuto.
Luego me dijo.
- A lo mejor no debía contártelo.
- ¿Por qué, Jim?
- Bueno, hay razones… Pero tú no se lo contaras a nadie si te lo dijo, ¿verdad, Huck?
- Maldito si lo haría, Jim.
- Bueno, yo te creo. Huck; yo me escapé.
- ¡Jim!
- Recuerda, dijiste que no lo contarías…, sabes que dijiste que no lo contarías, Huck.
- Bueno si lo dije. Dije que no lo haría, y lo mantengo.

                ¿Bajo cuál principio de la acción se ha comprometido Huck Finn a mantener su trato? ¿Acaso por deber, conforme al deber, por el principio del querer o por respeto a la ley? Entre un norte libre y un sur esclavista, ¿a cuál ley se somete Huck Finn, a la que conoce o a la que ha oído y no conoce?
             
           Si es conforme al deber, es contrario a éste, porque del mismo ha huido. Si es por deber, las acciones de Huck Finn no lo muestran con un personaje no ético. Si es por el principio del querer, entendiendo éste como el principio que tiene la voluntad de querer y decidir, entonces entendemos que ha establecido una relación con el mundo asumiéndose como agente libre de sus propias acciones. Así Huck Finn dice: "Me llamarán puerco abolicionista y me despreciarán por callarlo, pero da Igual".
            
             La voluntad individual se acomoda sin saberlo a una voluntad general, porque sale de sí sin saberlo. En esta conversación donde Huck Finn y el negro Jim instituyen su compromiso tenemos dos voluntades opuestas. Huck Finn es un hombre libre, porque la ley lo determina como tal (libertad positiva); pero para sí anhela la libertad de su pura individualidad. Jim, en cambio, es un esclavo, un objeto de trabajo que pertenece a otro; por esto escapa de la ley que lo convierte en cosa. Busca ser un hombre libre.

                La libertad vacía que busca Huck Finn se doblega ante la libertad del espíritu que busca Jim. La voluntad pedestre reconoce la voluntad de libertad real. Por esto renuncia a su constricción y se despliega hacia el mundo dando cabida al compromiso con otro. De este modo, se propone ser social con el mundo.

                La voluntad individual y distinta que aspira su propia libertad se acomoda a una otra voluntad, que aspira ser una voluntad general. Al ser esta voluntad comprometida. Así Huck Finn es movido por la acción del compromiso y se une al movimiento del espíritu. Prescribe su acción desde su voluntad arriesgándose ante la ley jurídica, al ayudar a escapar a un esclavo. Esto lo sabe Huck porque es un hombre práctico, ya que la vida vive adherida a su propia carne. Él no ha leído "Don Quijote" para imaginar una aventura a lo Tom Sawyer; no obstante Huck Finn ha emprendido la aventura real a través del tránsito de ser verdaderamente libre.

                Huck Finn no ignora las consecuencias de su acción, la cual asume con responsabilidad. Ya que ha decidido por sí mismo, y no por una ley exterior. Cuando la ley que se ha impuesto por sí mismo se hace real; la asume para sí haciéndose, de esta manera, su ley de acción. No obstante, mientras Huck Finn y Jim navegan, como dos seres arrojados al mundo, entre las orillas de Illinois y Missouri van apareciendo las enseñanzas morales de la viuda Douglas y de la señorita Watson. De las cuales ha escapado Huck, pero que determinan su conciencia moral.

                En este ir apareciendo las enseñanzas morales, de la viuda Douglas y la señorita Watson, aflora en Huck Finn la conciencia social, va apareciendo su relación con las leyes jurídicas que él está quebrantando. Aparece la relación con una comunidad que él rechazaba, pero que ahora emerge para reclamarle su acción ante Jim. Se da cuenta que no era un ser asocial, que está determinado socialmente más allá de lo que él creía.

                Si antes Huck pedía para sí una libertad no comprometida, asocial. Ahora en el compromiso con Jim desarrolla su condición como ser social. Una parte de esta conciencia social reclama el deber para con Jim, esto es, su compromiso personal. Por otro lado, su conciencia de pertenecer a un estado esclavista, lo compele a cumplir con las costumbres que impone la ley positiva. Se desarrolla aquí un conflicto entre las costumbres y la voluntad de la libertad. Problema que no existía mientras Huck Finn era un mero vagabundo, pero al tomar partido por una acción comprometida con otro está obligado a decidir.

                De allí que ahora navegue turbulentamente entre las dos orillas del Missisipi, se conduce a través del río en una vieja odisea del espíritu. Navega entre fantasmas que emergen, leyes y costumbres, que hacen dudar a Huck del compromiso asumido ante Jim.

                Tales leyes y costumbres asumidas hacen que aparezca la duda y la dualidad en la conciencia de Huck Finn; por ello dice:

“Intente convencerme de que yo no tenía la culpa, porque yo no había incitado a Jim a huir de su dueño legitimo; peor no me consolaba nada, mi conciencia iba y me decía cada vez «Pero tú sabías que se escapaba buscando la libertad, y podías haberte acercado a la orilla, para contárselo a alguien» Era verdad… Yo no podía quitarme eso de encima de ninguna manera. Era exactamente lo que pinchaba”

                La conciencia colectiva-social reclama para sí la anexión de todos sus miembros, porque desea preservar sus costumbres, sus instituciones; que como ley ha establecido para su propio mantenimiento; por ello como sociedad reclama que cada individuo, cada conciencia obedezca los precepto que ella ha dictaminado.

                He aquí el conflicto de Huck Finn, entre la ley positiva y la ley que él mismo se ha dado. Si en este conflicto proponemos un fin universal, por un lado, el cual determina la acción presente de Huck podríamos caer en la trampa de un destino preestablecido, y así hacer desaparecer la libertad de la voluntad; por otro lado, si proponemos romper con las leyes de la comunidad Huck Finn se convierte en un traidor abolicionista.

                Ante un futuro desconocido, un pasado que impone sus determinaciones y un presente que apremia. Es necesario asumirse como responsable de sus acciones y decisiones. Porque el aquí y ahora, el puro presente, no da cabida para el juicio histórico. En este conflicto Huck Finn está solo consigo mismo, es su pura conciencia que se debate entre la decisión asumida y la responsabilidad de cumplir tal decisión.

                Así pues, en aquel lugar preciso al sur de Illinois, en la confluencia del Missisipi con el Ohio, ya no hay cabida para la incertidumbre, para el más allá. Todo se convierte en un presente absoluto, desnudo en el cual hay que decidir si se acaba con el pasado y comienza un hombre nuevo, o se claudica por lo establecido. Tal decisión se convierte en toda la realidad.

Al poco rato vimos una luz. Jim gritó:
- ¡Estamos a salvo, Huck a salvo! ¡Ahí está el bueno de Cairo, por fin, seguro!
Yo le dije:
- Iré con la canoa a ver, Jim… y me dio la pala, y mientras desatracaba, me dijo:
- Dentro de poco estaré gritando de alegría, y entonces diré: todo se lo debo a Huck; soy un hombre libre, pero no me habría liberado nunca a no ser por Huck; Huck los consiguió. Jim jamás te olvidará, Huck; eres el mejor amigo que tiene el viejo Jim ahora.
Yo iba remando, todo impaciente por denunciarle; pero cuando dijo eso, parecía que se me hubiesen apagado los fuegos…, cuando ya me encontraba a cincuenta metros de la balsa, Jim dijo:
- Ahí va el viejo Huck leal; el único caballero blanco que ha cumplido su promesa al viejo Jim.
Bueno, yo sencillamente me sentía enfermo.
En esta bifurcación la conciencia es sometida a enfrentarse consigo misma. Mientras libra esta batalla, la conciencia moral se contradice entre sus costumbres y valores, que como individualidad ella contiene. Por otra parte, ella avanza hasta hacer a sí misma y corresponderse con el mundo; se hace conciencia de sí, porque se ha reconocido como su propia acción.
Bueno, han escapado cinco negros esta noche, de allá, arriba del recodo, ¿es blanco o negro tu hombre?…
Veía que flaqueaba; así que dejé de intentarlo, y de repente dije:
- Es blanco.

                En este momento Huck Finn ha sellado su derecho universal a ser libre. Su compromiso irreductible se ha convertido en libertad, se ha concebido a si como una relación de acción universal; de este modo trasciende de lo particular a lo general. En esta acción él reconoce su voluntad plena a decidir. Se convierte en compromiso con el otro. La contradicción lo ha inducido al develamiento de sí.

                Ahora su ser es existencia. La duda lo ha convertido en voluntad que se vincula con el otro. Su transitar ha sido mediado por el compromiso hasta llegar al reconocimiento de sí, en la medida que es otro. La pura subjetividad se hace mundo.

                Entre la libertad y la esclavitud Huck Finn ha inclinado su voluntad por la libertad. No sólo la libertad de Jim, sino su propia libertad. En esta acción ambos se hacen sujetos de su propio devenir. Ambos delante de Cairo, se han visto para sí y para el otro. Las dos voluntades se han entrelazado en el concepto de la libertad.

                Huck Finn no duda de su decisión. Sólo siente el respeto de haber escapado de la esclavitud, y en esto se ha convertido en un ser ético que se prescribe para sí su deber. Aunque han errado en su intento de llegar a Cairo y conseguir la libertad Jim. Su acción ante el mundo los ha modificado. Huck Finn y Jim para sí son otros. La travesía los ha transformado, han devenido en conciencia para sí y para el otro.

                La aventura por el Missisipi fracasa y Jim es apresado en la granja del tío Silas Phelps y la tía Sally. No obstante, ha triunfado el reconocimiento de sí, porque la acción ha transformado la conciencia de ambos. Por otra parte, el rescate planificado por Tom Sawyer, para liberar a Jim, es un juego vacío, carente de todo espíritu; sin compromiso real con la conciencia de la voluntad. Es un mero retozo, porque no media una voluntad ni un compromiso con una ley interior. Puesto que Tom Sawyer ya sabe que el negro Jim es un hombre libre, porque así lo ha querido en su testamento la señorita Watson. Para Tom Sawyer la vida es una travesura, no comprometida consigo misma, él sólo fantasea en un mundo lúdico, donde no hay apremio por las circunstancias humanas.

                En la mundanidad, en el roce de lo cotidiano es donde la voluntad se realiza a sí misma; allí se compromete o no, deja de ser algo posible para convertirse en real; se hace carne y espíritu, se proclama a sí misma porque ha elegido su acción para sí y para con el otro. "Si, y soy rico ahora, si lo miras bien, yo me pertenezco a mí mismo". De este modo, Jim se asume para sí como un ético, como sujeto libre de su propia acción.

                El compromiso establecido en Huck Finn y Jim ha trascendido de lo individual, y se ha consumado como una máxima moral entre ambos, hasta hacer que el compromiso con el otro se convierta en una máxima universal, que se plasma en el mundo de acciones concretas en que se actúa cotidianamente. La vida se transforma en acción, en hacer por la voluntad que se determina a sí misma. Donde la máxima moral se concreta y expresa porque hay una relación con el otro, que es carne y hueso. La mera individualidad es abandonada, para arribar a la condición de ser todos los hombres.

                La aventura de Huckleberry Finn es la aventura del espíritu en su recorrido por encontrarse consigo mismo. El encontrarse así y saber quien se es. Pero no un conocerse individual alejado y apartado del mundo. Es un conocerse mediado por el mundo, por los otros, entre los otros; entre un yo y otros yo. En esto consiste la revelación de la conciencia en y para sí, en un estar involucrada con el resto del mundo, con sus circunstancias. El individuo sólo se hace individuo sólo en la medida que se hace otro, y de allí retorna a sí y vuelve al mundo en una eterna relación dialéctica.

                Así andamos navegando entre las orillas de esta vida, cuál será nuestra decisión; cuál nuestro compromiso. Siempre estaremos en la bifurcación que nos apremie a decidir, allí podremos ser seres libres o condenados a repetir las costumbres impuestas.

1 comentario:

  1. Tu análisis está estupendo, pensé en cosas parecidas cuando leí el libro. Un saludo.

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