viernes, 6 de julio de 2012

PLAN MONUMENTAL DE CARACAS: El PARADIGMA ANTROPOLÓGICO




Entre el hombre pasional y el hombre racional es indudable que este último es la aspiración del lopecismo. Con mayor precisión el paradigma lopecista es el varón racional, si tenemos en cuenta la caracterización la mujer; el paradigma lopecista es un asunto de género y en éste un problema de naturaleza.
Cómo debe ser este varón ideal. Uslar Pietri lo caracteriza de manera explícita:

Hombres de recia disciplina moral y social, contra la anarquía, la indolencia que por tantos años nos ha destruido; hombres con capacidad técnica para el trabajo y la producción, contra el empirismo, la improvisación y el escaso rendimiento; hombres capaces de luchar con éxito contra la naturaleza hostil; hombres con claro sentido del deber  para con la Patria, para con los demás venezolanos y para consigo mismo; hombres, en una palabra, capaces de sacar adelante la empresa de crear una gran nación en el maravilloso marco geográfico de Venezuela[1].

El ideal del hombre lopecista no es de ninguna manera el hombre venezolano, ya que éste no corresponde con ninguna de las características del hombre positivo, el Juan Bimba es la antitesis de éste. Puesto que, el criollo es carente de disciplina y espíritu de cooperación[2].
La aspiración lopecista es «el hombre positivo», modelo de hombre que hace clara alusión al positivismo; sin embargo, abarca al empirismo, al liberalismo y al pragmatismo, él encarna el principio de autonomía, de iniciativa, responsabilidad, actividad, pluralidad de conocimientos y creatividad[3]. Este hombre es el inmigrante europeo; ya que ingleses y holandeses han “hecho milagros en medios geográficos muchos más adversos que el nuestro”[4]. Éstos representan el paradigma lopecista.
La fascinación por el inmigrante europeo es herencia del positivismo latinoamericano y de los ideólogos del régimen gomecista.         
El inmigrante modificara la composición étnica de la población «mejorando la raza» y logrando así una “población relativamente densa, físicamente fuerte, moral e intelectualmente educada”[5]; sólo de esta manera es posible cambiar el curso de la historia y hacer de la nación un Estado moderno[6].

Es necesario inyectar al país una formidable cantidad de sangre nueva que con un nuevo concepto de la vida, con una agresiva mentalidad económica, comience la transformación de nuestra ruinosa estructura económica y social. La condición previa de todo paso efectivo de progreso es la canalización de una gruesa corriente inmigratoria que transforme y eleve el nivel de nuestra población actual ponga a Venezuela en el pórtico de una era de progreso verdadero que le permita igualarse con los pueblos más avanzados del Continente. Antes que todo, Venezuela necesita inmigración[7]

            Tal eurocentrismo antropológico o antropocentrismo europeo es recogido y exaltado en el Plan Monumental de Caracas hasta ser convertido en una parodia aberrante. Según los fundamentos del Plan Monumental, Venezuela se convertiría en una nueva “civilización que ha de surgir del Mar de las Antillas... Destinada a recibir una fuerte inmigración”[8]. La analogía entre el Mar Mediterráneo y el Mar Caribe es de una estupidez mayúscula; en aquel la raza blanca se ha desarrollado normalmente, en éste se han venido aclimatando otras razas, pues ambos mares son puntos de encuentro y mezcla de grandes civilizaciones[9]; esto es una burda falacia, fundada en el determinismo geográfico y defensora de la idea colonialista que busca convertir a América del Sur en el África del Nuevo Mundo[10].
El ideal lopecista del hombre se funda en una clara concepción racista y en un complejo de inferioridad, ya que el inmigrante le resulta imprescindible.
            Esta absurda ficción presenta una anomalía expuesta por el mismo López Contreras, quien señala:
           
Cuando el país haya alcanzado el pleno goce de las libertades fundamentales, indispensables para su paz ordenada, y cuando comiencen a recibir solución metódica los problemas de la higiene pública, del trabajo, de las comunicaciones, de la educación nacional, de la agricultura, de la política tributaria y comercial, podrá emprenderse un plan de inmigración y colonización con extranjeros[11].

¿Quién va a realizar estas mejoras? ¿Cómo será esto posible? Si los criollos son unos indolentes, indisciplinados y miserables. Acaso el criollo construirá la patria para que el inmigrante lo colonice; paradójico este argumento, pues quien va ser colonizado construirá las condiciones necesarias para que lo colonicen. Las condiciones previas que posibiliten el plan inmigratorio y colonizador serán impulsadas por la elite nacional, única que es capaz de promover los cambios para alcanzar una nueva sociedad semejante al ansiado modelo europeo. ¿Será este el fin último del plan urbano? Una nueva ciudad para una nueva raza. Construir una ciudad nueva para el despliegue del hombre positivo.





[1] Arturo Uslar Pietri (Ministro de Educación) Memoria y Cuenta (año de 1940) Ministerio de Educación Nacional, Caracas, Editorial Sucre, 1941, p. VIII.
[2] Cfr. Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 118.
[3] Cfr. Octavi Fullat. Filosofías de la Educación, p. 354.
[4] Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, p. 11.
[5] Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 84.
[6] Cfr. Arturo Uslar Pietri. Venezuela necesita inmigración, p. 13.
[7] Ibid., p. 13.
[8] Elbano Mibelli. “Posición y función geográfica de Caracas. Su porvenir”, Revista Municipal del Distrito Federal, año I, número 1, noviembre, Caracas, 1939, p. 19.
[9] Ibid., pp. 17–19.
[10] Cfr. Arturo Almandoz. “El Plan Monumental de 1939: conclusión del ciclo europeo de Caracas”, Urbana 20, Caracas, 1997, p. 88.
[11] Eleazar López Contreras. “Gobierno y época del Presidente Eleazar López Contreras”, El pensamiento político venezolano del siglo XX, Vol. 17, p. 84.

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