Si soy un
sujeto de poca confianza conmigo mismo no existen cimientos sólidos sobre los
cuales construir un éxito permanente, ya que está desconfianza me lleva a un
constante flaquear en mis propósitos, a poner en duda lo que deseo, lo que
quiero hacer, cómo debo hacerlo, y por qué debo o tengo que hacer lo en un
momento dado me propuse o quise hacer. La desconfianza me hace dubitativo en un
sentido desfavorable, y eso se verá reflejado en mi persona, en mi hacer y mi
pensar.
Sin embargo,
si aprendo a manejar las cosas de mi entorno y a dirigir a la persona que soy,
esto es, si aprendo a gobernarme a mí mismo dispondré de mis recursos básicos y no
desperdiciaré mi energía ni mí talento en dudas superfluas. En este sentido, me he de plantear un cambio que viene de adentro
y se reflejará en un afuera. Por el contrario, si llego a plantearme un
supuesto cambio que viene de afuera hacia dentro no estaré gobernándome a mí
mismo. Seré gobernado por otro.
Ahora bien, si en este cambio, que me he
propuesto, asumo que mi necesidad de un cambio
interior se
resuelve con aprender un conjunto de nuevas técnicas estaré en un esquema de
afuera hacia dentro, no es que las técnicas sean innecesarias sino que estoy
invirtiendo el sujeto de la acción; hago de las técnicas el sujeto y yo el ente
pasivo que recibe o recibirá la acción transformadora.
La transformación que me he propuesto no
es una cosmética, ésta significa y representa una ruptura interior-exterior con
mis formas de pensar, con mis paradigmas, con mi sentir, en
definitiva, con mí ser, con lo que soy en este momento. Me planteo de desconstrucción de mí mismo, que implica, a la vez,
una re-construcción de mi persona.
En esta transformación
someto a duda, a interrogatorio la supervivencia y la estabilidad de mí ser, lo
desintegro para nuevamente volverlo a integrar. Debo demoler cuáles son esos
cimientos en que en el aquí y ahora me reconozco en mis relaciones de principios o paradigmas que he asumidos como
propios, esto es, me pregunto sinceramente ¿qué es la rectitud? ¿Qué es la equidad, la
justicia, la integridad, la honestidad y la confianza? No en un sentido
general, sino qué son para mí como individuo particular que interactúa en un
entorno social; y si en verdad tales principios son míos o sólo se han ido
adhiriendo a mi vida como anemonas, como se forma un banco de coral en una nave
encallada por años.
Esta revisión
reflexiva y consciente de lo que soy me conformará como un sujeto que sabe de
sí mismo, porque soy el constructor de mí ser. Ahora los principios, los
paradigmas son míos, no algo heredado inconscientemente; no son una verdad
asumida sin saber su procedencia y origen, no son un algo eternos e inmutable.
Se bien que pueden ser modificados, que son revisables, que son parte de mis
circunstancias. En consecuencia, mi confianza en mí se eleva, se afirma, pues
ahora tengo fundaciones sólidas para ser lo que soy.
La confianza
adquirida me permitirá comunicarme de manera abierta y accesible conmigo y con
los otros, el diálogo se expandirá. Ya que cuando hay desconfianza la comunicación
es ineficaz y difícil. Por otra parte, la gente tiende
a confiar en los individuos que transmiten confianza, pues éste se fundamenta
en principios de vida sólidos.
Es fácil decir
lo anterior, la palabra es fácil. No obstante, sabemos que es difícil cambiar
nuestros hábitos, desarrollar nuestras virtudes, aprender disciplinas, cumplir
lo que hemos prometido, ser fieles a nuestras declaraciones, actuar
valientemente, y ser respetuosos con los sentimientos y las convicciones
propias y ajenas. Y muchas veces esta dificultad es una escusa para quedarnos
allí sin hacer nada. Sin embargo, tal escusa es impropia, es la manifestación
de lo que soy o no soy; es la verdadera prueba del sujeto que me
propongo ser o dejar de ser. La asumo o me hago el indiferente ante ella. Eso
lo decido yo, y en eso me va mi vida. Sólo yo soy responsable de mi
decisión.
Cuando carecemos
de seguridad y estima tendemos a ser emocionalmente dependientes de otros, o somos como una
veleta. Si estamos faltos de conocimientos de
nosotros mismo y de los demás tendemos a repetir errores triviales, a encariñarnos con la piedra con
que nos tropezamos. Si estamos privados de brújula en
nuestras vidas tendemos
a seguir cualquier corriente y no concretamos lo que una vez nos propusimos
hacer, pues cualquier camino sirve. Si estamos escasos
de poder no podemos gobernarnos a nosotros mismos, como entonces pensamos
gobernar situaciones de nuestro entorno; tal vez nos concebimos como víctimas de lo que nos pasa, sometidos
ante las condiciones externas y sin ningún ánimo nacido de nosotros mismo.
Si en la
construcción de mí mismo he construido mi sistema de apoyo para vivir
fundado en cimientos seguros, he
adquirido conocimientos de mí mismo y de los demás, he conformado mi brújula, y
en consecuencia me he dado poder a mí mismo. Puedo decir que soy el líder de mi propia forma de
vida, ya que he hecho de ésta una fortaleza. Me he de convertir en un
sujeto equilibrado, integrado, organizado y firme conmigo mismo. ¿Cómo puedo
ser líder de otro si no puedo gobernarme a mí mismo?
En la construcción de este sujeto que soy
adquiero fundamentos para mis actividades, mis relaciones y mis decisiones; esto
es, adquiero un sentido de la economía —del orden de la casa— del conjunto de los aspectos de mi vida. He construido la seguridad que requiero
para no sentirme amenazado por los cambios, las comparaciones o las críticas. He
configurado la brújula que necesito para descubrir cuál es la misión que me propuesto, para definir mi rol y determinar los objetivos
y las metas que quiero alcanzar. He cimentado mi conocimiento, para aprender de
mis errores y ser consecuente con mí aprendizaje. En esta construcción he
configurado el poder de mí mismo para comunicar y cooperar, pues no es un poder
que se queda ni permanece pasivamente en lo interno, sino que necesariamente
irradia hacia lo exterior.
Muy Novedoso,Ingenioso y Maravilloso. .Me ofresco como su amigo y S.S. estaremos colaborando. .
ResponderEliminarME SIENTO SEGURO
ResponderEliminarYA NO ESTARE MAS
PENDIENTE DE VOS