¿Cómo recolectamos la información con que gestionamos
nuestro vivir? ¿Tomamos nuestras decisiones a partir de esa información? Por
ultimo, ¿nos organización a partir del análisis de nuestra realidad? Estas
interrogantes las vamos a abordar desde la perspectiva del empirismo.
El empirismo filosófico considera que no estamos sometidos a
la sujeción de ninguna autoridad externa para alcanzar el conocimiento, hasta
aquí coincide con el racionalismo. Para los empiristas la fuente de
conocimiento son nuestros sentidos y, además, no es posible un conocimiento absoluto.
Es necesario, por otra parte, que desarrollemos la capacidad de identificar falsos
juicios y falsos conocimientos que confunden nuestro entendimiento, debemos liberarnos
de ellos y desarrollar una forma de pensar que nos asegure el camino para un conocimiento
correcto.
Entre los prejuicios que oscurecen nuestro recto pensar
tenemos: 1) Los prejuicios sociales producto de nuestras limitaciones como sujeto social. 2) Los prejuicios que responden a
nuestra individualidad y nos llevan por caminos
incorrectos del conocimiento. 3) Los culturales que generan confusión a partir
de nuestros intercambios sociales. 4) Los dogmaticos, que provienen de los
dogmas de fe y contienen falsos conocimientos. De todos éstos debemos alejarnos
y evitarlos.
Tales prejuicios dificultan la rectitud y eficacia de
nuestra forma de pensar y de nuestros intercambios sociales, porque son obstáculos
para el buen conocimiento; pues asumimos como verdad algo que no lo es, o
atribuimos autoridad a alguien y damos por ciertas sus opiniones; o
consideramos como principios intocables los supuestos que perviven en la
tradición social, y esto termina por dificultar nuestra adecuada toma de
decisiones.
Debemos estar prevenidos, por otra parte, de nuestros componentes
irracionales que nos llevan a tomar decisiones basadas en meros impulsos o en
una secuencia de falsos pensamientos, que hacen decidir o adquirir lo que no
deseamos o a interesarnos por lo que no necesitamos en verdad, o a decidir
basados en percepciones sesgadas.
Para poseer una forma de adecuada de pensar que evite los
errores antes mencionados, Francis Bacon propone como punto de partida los
sentidos: aquello que tocamos, vemos y sentimos. Para este filósofo a todo
pensamiento le corresponde un saber sensorial, por ejemplo, al pensar sobre la
felicidad le corresponde el placer. Por lo que las ideas son un conjunto de
sensaciones reunidas bajo un nombre.
A partir de lo anterior, las ideas las debemos fundar en
hechos, no en otras ideas o teorías. De lo que se trata es de identificar los
hechos que fundamentan nuestras ideas y decisiones, si no hay hechos que fundamenten
éstas estamos en una situación de ceguera o bajo el influjo de un prejuicio que
nubla nuestro recto conocer. Desde esta perspectiva es valioso que contemos con
una forma sólida para la creación y gestión de nuestro pensar, ya que así
aseguramos nuestra efectividad y evitamos conclusiones erradas.
Para David Hume, el origen de las ideas esta en el conjunto
de impresiones provenientes del mundo exterior o en las sensaciones internas; tales
impresiones se transforman en ideas a partir de la actividad asociativa de: 1) Semejanza,
la idea de dureza proviene de la resistencia que operan los materiales sobre
nuestro cuerpo, esto es semejante en el vidrio o la piedra. 2) Contigüidad,
esperamos encontrar detrás de la fachada de una casa, cocina, sala de estar y
dormitorios, pues en nuestra experiencia esto se presenta de forma contigua. 3)
Relación espacio-temporal, tenemos la idea de que todo lo que sube bajar, ya
que cada vez que lanzamos algo hacia arriba este cae. Cada uno de estos tres
elementos corroboran nuestras ideas.
Es en la experiencia y en la costumbre que las cosas se dan
de una determinada manera y esto es lo que nos hace tener ideas estables sobre
la realidad en que estamos. Para Hume, es a partir de la relación causa-efecto que
fundamos nuestro conocimiento, hacemos una simple asociación realizada por la costumbre
de experimentar algo de forma repetida, por lo cual concluimos que: de A se
produce B.
En el plano del conocimiento, desde la perspectiva del
empirismo, tenemos que aceptar que éste siempre depende de la experiencia
concreta que lo demuestre, y que el saber alcanzado será siempre probable. En
el plano ético y de la acción humana implica que las nociones de bien, mal, justicia,
honor y otras, tienen su fundamento en la experiencia de utilidad y de placer.
Estaremos del lado de las virtudes que nos resultan útiles para nuestra conservación
individual y social. Esto significa que el fundamento de la ética es el
sentimiento provocado por la experiencia de vida, por la aceptación, reconocimiento
o sensación de bienestar personal y social que llegamos a tener cuando realizamos
tales actos.
El empirismo filosófico encara los desafíos humanos dándole
lugar privilegiado a la experiencia, al sentimiento y la costumbre. Esto quiere
decir, que lo primero que debemos observar es si nuestros conocimientos e ideas
están asentados en la experiencia concreta y si contamos como una forma de
experimentación sólida. No interesan las ideas meramente especulativas; lo
importante es contar con datos concretos para lograr la satisfacción de nuestros
propósitos.
Consultoría
y Asesoría Filosófica Obed Delfín
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