En nuestro hacer tenemos que colocar nuestras aspiraciones racionalmente
bien arriba, para que éstas sean aspiraciones reales, alcanzables y no perezcamos
en medio de falsas aspiraciones. Tenemos que ser ambiciosos y dar lo mejor de
nosotros para alcanzar buenas metas. También es importante saber ser magnánimos
en caso de derrota.
Tenemos
que ser honestos y esforzados en nuestro hacer. Ahora bien, nadie nos pide que
hagamos un sobreesfuerzo hasta el punto de caer enfermo. Esto sería insensato. No
podemos fustigarnos continuamente por no ser tan fuerte o tan rápidos, por
tratar de ser el mejor. La época de la sobre-competencia lo que dejó fue
enfermos coronarios y ACV, chatarra humana.
Tenemos
que hacer lo mejor posible lo que hacemos con nuestro mejor esfuerzo, pero
también tenemos que disfrutar nuestro vivir. Nos pasamos la vida preocupados
por conseguir una cierta posición o estatus, y lo peor es muchas veces que sabemos
que nunca podremos tener la misma. Vivimos de vana esperanza.
Nos
llegamos a odiar por ello y nos reprochamos cada día. Tener magnanimidad para
con nosotros y aceptar nuestras inteligencias no nos impide que estemos
orgullosos de lo que somos y de lo que hacemos. Si no cantamos como Freddie
Mercury o no pintamos como Cézanne ¿Tenemos qué dejar de hacer eso que hacemos?
Tenemos que aceptar esas diferencias ¿Cuál es el problema?
Debemos
hacer lo mejor que podamos con nuestras inteligencias y capacidades para seguir
avanzando, pues el gato que nunca será un león no deja por ello de brincar, correr,
cazar. Quitemos de encima tanto prejuicio y tanto complejo.
Seamos
magnánimos en lo que hacemos y con nosotros mismos. Debemos seguir haciendo lo
que hacemos cada día mejor. Y en este hacer tenemos que aprender a divertirnos,
a disfrutar de lo que hacemos. Aunque la vida no es un jardín de rosas, tampoco
tiene que ser una permanente experiencia dolorosa.
Cuando
la vida se pone difícil nos preguntamos ¿de qué va ésta? Nunca nos preguntamos
eso cuando nos estamos divirtiendo. Así que para conjugar el diario hacer y
para encarar nuestras circunstancias desde otro punto de vista tenemos que
aprender a divertirnos.
Saber
divertirnos es una condición básica para ser sentirnos bien. Tenemos que
interrelacionar los momentos serios, nuestras ensoñaciones con ser capaces de
jugar, divertirnos y reír. Tenemos que tener capacidad para la sonrisa.
Reservar las caras largas para los momentos adecuados.
Una
de las principales ocupaciones del humano es jugar. Es el juego de la
naturaleza y nosotros, hemos inventado miles de formas de reírnos y pasarlo
bien Hay que saber reírse, especialmente, como Demócrito saber reírse de todo.
Saber no tomarnos en serio esos pedestales sociales, y mirar con recelo cuando
alguien dice «Entiende, en mi posición no me lo puedo permitir…». Solo son bla
bla bla.
La
imagen social, la imagen de uno mismo, el aparentar ser cultos, el fingir que
ya lo sabemos es una ilusión. Ya esto lo mostró irónicamente Sócrates. En fin,
todo aquello que impide divertirnos y reírnos son unos rasgos que a veces
cultivamos y debe en muchos casos olvidar.
Ser
magnánimos y aprender a divertirnos es fundamental para llevar una buena vida. Es
saber vivir en concordancia con nosotros y nuestro entorno nos permite un
estado de ataraxia.
Referencias:
Blogger: http://obeddelfin.blogspot.com/
Wordpress: https://coasfiobeddelfinblog.wordpress.com/
Twitter: @obeddelfin
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