Cultivar una actitud atenta, permanecer a la escucha como un
observador silencioso nos hace alguien que busca comprender algo. Cultivar esta
forma de ser hace que prosperemos de manera útil, forma una manera de mirar el
mundo de manera interesada y sin prejuicios. Es una manera de productiva de
vivir.
Si estamos atentos a la vida ganamos eso que se llama
sabiduría, que para los antiguos helenos era la forma de saber y entender cómo
vivir una buena vida. Por ello, una persona podía ser o era llamado sabio. La
sabiduría atiende a la vida misma.
Al estar atento estamos en medio del mundo, involucramos
conjuntamente la vida y los acontecimientos que en ella se dan. Que necesitamos
escuelas, libros, pensadores, directrices o referencias, es cierto. Sin embargo,
sin mucha edad ni experiencia podemos poseer una sabiduría cultivada.
Una sabiduría conformada por una gran cantidad de dudas, de tentativas,
de intercambios, de reflexiones e introspección. La sabiduría es algo que se
constituye, que se forma en el transcurso de nuestro pensar-hacer. Es por
tanto, una construcción de cada día.
Como toda construcción requiere tiempo e inversión. No es
fácil, pero tampoco imposible. Es un camino que tenemos que recorrer mientras miramos
y participamos con los demás del hacer de vivir. Compartimos con el mundo
porque estamos en él. Es un interactuar.
Tenemos mucho que aprender del mundo y la forma hacerlo es estar
en él. Nuestras interacciones conforman
nuestra sabiduría. Vivimos, cada momento, inmersos en las dudas; en esos pensamientos
que como olas nos abaten una y otra vez; y nos sentimos, muchas veces,
incapaces de ver las cosas con diferentes perspectivas. En eso consiste vivir.
Miramos a la vida a los ojos y ella nos mira como si leyera
nuestros pensamientos. Por eso notamos que no sabemos nada y nos sentimos
perdidos, no importa. Queremos evitar estas incertidumbres como si no formaran
parte de nuestra vida, pero son ellas las que nos constituyen. Pensamos que es
solo lo placentero, éste es una parte nada más.
La mirada bondadosa de la vida es un mero cuenta, una
leyenda. Tampoco la vida está conformada por frases alentadoras, o por sentimientos
o situaciones consoladoras. Es más el tiempo que estamos perdidos. Pero esto no
impide la construcción de nuestro pensar-hacer-sentir. Son momentos necesarios.
Tal vez, invertimos demasiado tiempo preocupándonos por lo
que no ha sucedido, y permanecemos ciegos
y sordos ante lo que importa en la vida.
Debemos estar aquí y vigilantes, cuidando de nosotros mismos. Atentos a
lo que sucede.
La sabiduría es un pensar-hacer-sentir que se aprende viviendo.
Qué se puede enseña, tal vez. Aunque nadie escarmienta en cabeza ajena, dice el
dicho. Nuestra posición ante la vida que vivimos es un estado, una postura para
poder aprehenderla en la posibilidad de su totalidad.
Atender lo que vivimos es saber contemplar y analizar la que
en ella sucede, y lo que a nosotros nos sucede en ella. Es una introspección
que se nutre con el afuera y con el adentro de nosotros. Esta relación constante
entre afuera y adentro, entre vivir y pensar; entre actuar y ser. Es un
torbellino que no podemos atrapar, pero si vivir en medio de él.
Nuestra atención directa por la vida tal y como la
experimentamos es, simplemente, mirar esto que se presenta ante nosotros. Sea eso
lo que sea, y analizarlo con la mayor precisión que podamos. De allí que
debamos prestar la mayor atención a las cosas, y dejar que se revelen por sí
mismas ante nosotros. Que también somos productores de situaciones.
De esa forma estamos conectados con la experiencia normal
que habitamos. Lo cual significa que encontrándonos arrojados en el mundo,
producimos nuestra propia experiencia y definición como personas. Pues, de una
manera u otra, ocurre interactuamos con
otros sujetos o formas de vida.
Podemos pensar que nos hemos o nos has definido con alguna
etiqueta, pero estamos equivocados porque siempre somos una obra en marcha, un
hacer permanente. Producimos nuestro propio ser constantemente a través de la
acción y el pensar; esto es tan fundamental para nuestra condición humana. Que
consiste en ser libres, responsables; y que podemos elegir e inventar si así lo
deseamos.
Referencias:
Twitter: @obeddelfin
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