En nuestro
proceso de aprendizaje en tanto acercamiento al mundo debemos favorecer un
diálogo reflexivo, en el que cada uno de nosotros debe interactuar desde su
dimensión social, psicológica, antropológica, política, cultural. Ya que éstos
son nuestros bienes culturales, que permiten nuestra perspectiva cultural
productora y el modo más adecuado de
aportar nuestro conocimiento y experiencia.
La idea de
abrirnos al mundo persigue un doble objetivo. Por un lado, queremos incorporar
y difundir, a la vez, los alcances sociales y culturales que hemos alcanzado en
nuestro pensar-hacer. Del otro, intentamos motivar la participación activa de
las otras personas en la confección de su historia, al intentar crear un
espacio de diálogo, de conocimiento y reflexión. Deseamos intercambiar haceres,
pensares con el otro.
De esto modo,
cada uno de nosotros nos concebimos como un sujeto-espacio, capaz ayudar a producir
o recuperar nuestras identidades a través de la muestra de la diversidad
cultural en la que estamos insertos. Abogamos por una cooperación en igualdad para
entender nuestros modos culturales, en oposición a la idea de homogeneidad
cultural.
En este
sentido, podemos describir e interpretar múltiples experiencias, de las que se
desprenden las diversas aportaciones que podemos dar en la dimensión
comunitaria de nuestro aprendizaje. Así contribuimos a una mejor comprensión de
nuestras identidades culturales. La labor se desarrolla a través del diálogo educativo,
con el cual ofrecemos un nuevo modo de expresión y de recuperación de nuestros
haceres.
Recuperamos espacios
que se han deshabitados por diferentes razones; espacios que pueden ser tanto
tangibles como intangibles. Al ofrecer estas oportunidades de recuperación
trabajamos en nuestra memoria histórica y social, y con ello construimos nuevas
identidades que respondan a las circunstancias que van sucediendo en los
diferentes contextos que habitamos.
Sin darnos
cuenta estamos tras la búsqueda de nuestras identidades y comprensiones de
nuestro mundo y del que nos rodea. A esto sumamos, los ámbitos futuros de
actuación que nos planteamos, tanto individual como socialmente. Por ello,
consideramos que nuestro aprendizaje cotidiano potencia nuestra participación
crítica a través del diálogo. Fomentamos nuestra curiosidad y la de los otros;
al favorecer la riqueza de la diversidad propiciamos la reflexión crítica en la
interpretación de las cosas. En definitiva, construimos diversos significados
que animan los diversos elementos de la diversa social y de identidades.
En términos
generales, desde los diversos significados que partimos tienen el poder de
elaborar una memoria cultural integrante. La recuperación y reinvención de
nuestros patrimonios, que nos permite ofrecer a los demás las posibilidades de
reencuentros con nuestra historia personal o colectiva. El acercamiento a las
oportunidades de recrear el presente, el pasado y nuestro futuro, para mejorar
nuestras perspectivas de vida.
Al ser
sociedades pluriculturales, debemos ser conscientes las amplías y complejas
relaciones que podemos establecer y desarrollar. Esta pluriculturalidad nos
plantea más estrategias que son necesarias abordar; para sacar a la luz los
conflictos y las soluciones que subyacen en nuestra sociedad, para sacar a la
luz los vínculos a situaciones que están dentro de esta variedad cultural.
No vivimos en
un mundo homogéneo ni igualitario, de eso somos conscientes. Por tanto, hay
diferencias y coincidencias que son necesarias tener en cuenta, porque eso se
nutre nuestras relaciones personales, sociales y culturales. Que nos puede
excluir, pero también acercar y unir. Por ello, la necesidad de desarrollar
diálogos educativos, capaces de abordar entre iguales toda esta multiplicidad
en que nos encontramos inmersos.
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filosófica Obed Delfín
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