“Todos saben cómo vencer
el dolor salvo aquel que lo padece”
Shakespeare
Todos sabemos que
padecer y entender no siempre se incluyen en nuestro saber. Podemos entender
algo sin padecerlo o padecer algo sin entender lo qué es. Un joven puede
entender que un cuerpo viejo padezca de dolores, de achaques; pero él no los
padece. O el viejo padece de los achaques propios de la vejez pero él no lo
entiende.
O podemos
entender el dolor de otro por la pérdida de un ser querido; sin embargo,
nosotros no padecemos de ese dolor. El entender nos puede permitir vencer el
dolor pero, como dice la cita de Shakespeare, menos aquel que lo padece. Por
cuanto, el padecer nos abruma y nubla nuestro entender.
Es muy fácil
recomendar a alguien que no se deje abrumar por la situación que padece, qué
trate de entender lo que le sucede. No obstante, el padecer es algo radical,
está muy arraigado como para hacerlo a un lado de una manera tan fácil. Por eso
cuando padecemos una tristeza que apenas logramos comprender ésta no envuelve y
arrastra.
Ante eso
podríamos creer que todo padecer es mayor que el entender, y tal vez sí lo es
porque no nos permite tener una bocanada de entendimiento. No obstante, en todo
padecer hay un momento de claridad, una salida de sol en medio de la lluvia. Y
son esos momentos lo que os permiten un pensar más o menos sereno.
Ahora bien, todo
padecer, como hasta ahora lo hemos presentado, no tiene la capacidad o
necesariamente no están grande como para nublar nuestro entendimiento. Hay «padeceres»,
y vamos a llamar a éstos cotidianos o de todos los días, y se dan por las
circunstancias del vivir diario. Pero también tienen la particularidad de que
nos abruman. ¿Por qué de este abrumar?
Siempre padecemos
porque somos, casi siempre, efectos de las circunstancias. Lo cual no quiere
decir, tal vez, que éstas sean tan grandes como para que no podamos ver a
través de ellas. Porque muchas veces las cosas más pequeñas nos apartan de
nuestro entendimiento, nos distraen. Creo que Pascal habla al respecto del
zumbido de una mosca que nos distrae debido a nuestra fragilidad.
Este es otro tipo
de padecer, el padecer por nuestra fragilidad en el mundo. Cualquier cosa nos
distrae. Tal vez, por eso aquello que decía Cabral «no estas deprimido sino
distraído». Y esto en el padecer si es algo que debemos tener muy en cuenta,
estar muy atentos a ello. Porque la distracción por los «padeceres» de cada día
nos puede hacer perder el entender lo que estamos viviendo y padeciendo.
Y repito de estos
padeceres es algo de lo cual debemos estar muy atentos. Se dan a cada momento
de nuestro vivir y se dan diario. Nos distraen y terminan siendo más grandes de
lo que en verdad son. Los magnificamos y
por eso acaban abrumándonos, ante estos tendríamos que asumir una postura
cercana o seguir a los estoicos o a los epicúreos. Que tratan de hacernos ver
que las cosas mundanas no pueden sobrecogernos.
Ante este padecer
debemos entender. Porque de lo contrario pasaremos nuestro vivir en un
permanente estado de angustia o desconcierto, aun cuando estemos en un estado
de bienestar. Que al verse, ese estado de bienestar, mínimamente afectado
caeremos en un estado de depresión e incertidumbre.
Pasaremos de un
estado de bienestar a una incomprensión de lo que nos rodea. Y apelaremos a esa
expresión consoladora que en estos últimos años se ha producido en Venezuela
«éramos felices y no lo sabíamos». Tal vez, en verdad no había ninguna
felicidad, lo que había era otro estado de distracción producido por otras
circunstancias; y en esa otra bruma no habíamos entendido que nuestro vivir es
finito y esta finitud siempre nos roza.
Referencias:
Blogger:
http://obeddelfin.blogspot.com/
Academia.edu: https://ucv.academia.edu/ObedDelf%C3%ADn
Twitter:
@obeddelfin
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