La vida de los
sujetos es una vida del hacer, incluso la vida contemplativa es un hacer. Pero
es necesario distinguir entre el hombre que labora ciegamente y aquel que labora
con la vista puesta al fin de la vida misma, vida. La pregunta de rigor es entonces ¿Qué es
vivir?
Una pregunta nada
fácil de responder, por cuanto cada uno de nosotros consideramos que lo que
hacemos es propiamente el vivir. Aunque, a grandes rasgo, sabemos que dicho así
es mentira. Es mentira porque aquel sujeto que lleva una vida de mera labor
sabe que no está viviendo, que lo único que hace es trabajar. Que en eso que
hace no hay disfrute. De allí que la escapatoria sea el alcohol, las drogas o
cualquier otro elemento de evasión.
Lo anterior, es
una vida no vivida. Tampoco podemos afirmar, como si fuese una verdad, que la
vida contemplativa sí es vivir. Porque muchos podrían argumentar que en eso no
solo consiste el vivir. Aunque estar ahí sentados o tumbados mirando el paisaje
nos pueda parecer un estar placentero, y es un hacer, en algún momento
tendremos la necesidad de «hacer algo». Y así lo decimos. Porque consideramos
que no estamos haciendo algo útil.
Entonces debemos
preguntarnos ¿Qué es hacer algo útil? Y volvemos al asunto relativista. Para
unos eso que es algo útil para otros no lo es. Muchos pueden pensar que al estar contemplando
el paisaje somos unos holgazanes, que no hacemos nada en todo el día. Y esto es
cierto, si lo pensamos como el sujeto que labora. Por lo que podemos decir, que
la diferencia entre no hacer nada y dedicar tiempo a vivir, solo es una
apreciación humana con supuestamente un fin particular.
Para esas
personas que la vida consiste en trabajar y trabajar, aunque no les guste lo
que hacen, dirán que eso es no hacer nada, que eso no es vivir. Porque
consideran que la vida es trabajar. No obstante, este trabajar del homo laborans no tiene ningún fin, solo
es la mera forma del sobrevivir. La vida se agota en un cansancio inútil.
En nuestra
sociedad laborante (que ahora se llama emprendedora) disfrutar, observar,
respirar, dedicar tiempo al ocio es un no hacer nada, y posiblemente se
considere tal actitud algo sospechosa. Porque la idea es que los sujetos estén
haciendo algo que involucre el hacer físico, aun cuando los individuos no sean
propiamente una mano de obra. Esto deben ser evocaciones de sociedades
manuales.
Por eso el lema
es que «hay que ir de un lado a otro, si es apurados mejor», «aprovechar cada
minuto sin ningún fin», «rellenar el tiempo a como de lugar», «acumular tareas y
actividades»; en fin «no perder el tiempo». Eso es lo normal y la regla que prácticamente
se ha impuesto como nuestra hacer. El estar ajetreados, el estar ocupados. No
sabemos en qué ni por qué; pero es imprescindible que estemos ocupados en algo
y si es estresado mejor aún. Porque una cosa debe necesariamente conllevar a la otra.
Cuando vemos esa
agitación permanente, casi neurótica, resoplando apurados por llegar al
trabajo, mirando desesperadamente el teléfono móvil y asumiendo asuntos que no
tienen nada que ver con nosotros, pero que hacemos nuestros. En ese momento, debemos
pensar que somos unos pobres locos que buscamos agotarnos sin ningún sentido
propio.
Al ver esa
actitud en nuestros coetáneos no podemos evitar ponernos al lado de la vida
relajada, de ese dedicar tiempo al ocio, a la contemplación. Que repito, es un
hacer. Diferente del otro, pero un hacer. Dedicar tiempo a nuestro vivir no es llenar
a la fuerza cada instante de nuestra existir; ni tener que ver con todo y hacer
todo. Pues esto parece más el ocultamiento de un sentimiento de miedo a
mirarnos a nosotros mismos, o de tener tiempo para estar solos con nosotros.
Dedicar tiempo a
vivir es ser consciente de cada momento en que estamos y con quienes estamos, darle
importancia a lo que hacemos y pensamos, apropiarnos de nuestras circunstancias
para empaparnos de ellas y disfrutar de cada fracción de segundo sabiendo que
somos mortales. Este es el sentido de la expresión del estoico Horacio «Carpe
diem». Saber de nuestra finitud y que en esa finitud debemos hacer lo que
tenemos que hacer como sujetos morales.
Eso es lo que se
hace en una vida donde el pensar-hacer busca el término justo entre el hacer
físico y el hacer contemplativo. Y aunque a primera vista parezca que no hacemos
nada, que perdemos la noción del tiempo (al menos en el sentido del sujeto
laborante) debemos entender y dejar a un lado esa idea que hacer algo es estar
ocupados en actividades improductivas. Para así asumir una actitud plácida, de
disfrute de lo que hacemos en este mundo.
Una actitud que involucre todo nuestro pensar-hacer.
Dedicar tiempo a
vivir es saber disfrutar de esto que es la vida de manera llana y simple. Vivir
no es acumular en un calendario milimétricamente planificado y segmentado todo
lo que hay y tenemos que hacer. O todo lo tenemos que ver, de todo lo que
tenemos que visitar. En este sentido, las vacaciones se convierten, por ejemplo,
en una carrera extenuante y aún más planificada y cronometrada que una semana
de trabajo. Decimos que vamos a descansar y regresamos extenuados; lo que
hacemos es cambiar una actividad por otra, pero que tiene el mismo sentido y
significado agotador.
Es necesario
darnos cuenta que trabajar es imprescindible para vivir, pues necesitamos dinero
para hacer las cosas. Pero no nos damos cuenta que trasladamos a la vida
contemplativa las mismas angustias del trabajo. Por lo cual, convertimos toda
nuestra actividad en un sacrificio sin cabida para el disfrute y el placer. Todo
se convierte en trabajo, en una actividad atormentadora y en una abnegación
auto-impuesta.
De este modo,
vemos como las personas no disfrutan ninguna actividad. Ya que, todo se
convierte en un suplicio. Eso fácil de ver, por ejemplo, cuando la gente va a
la playa tiene cara de pesar. Nada termina por ser placentero, hay más de
sufrimiento que de otra cosa.
En ese caso, es
necesario detenernos y observar: ¿Qué es lo que estamos haciendo? ¿Cómo lo
estamos haciendo? Para reconsiderar nuestro pensar-hacer con respecto a nuestra
vida. Es fundamental recuperar la razón y dedicar tiempo a eso que llamamos
realmente nuestro vivir.
Referencias:
Blogger: http://obeddelfin.blogspot.com/
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Twitter: @obeddelfin
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