A pesar de la
fortuna que tengamos, la sociedad subraya casi siempre el lado negativo de la
vida. La forma afirmativa de la fortuna aparece, más bien, en eso que llamamos el
sosiego o simplemente sosiego. De resto vivimos abrumados en un estado de
angustia.
La angustia la
vivimos, la entendemos y la interpretamos como congoja, tribulación, ansiedad,
zozobra, desazón, desasosiego, y en los últimos decenios como estrés. Tal
estado, Julian Marias[1],
lo agrupa en tres núcleos de significados.
En el primer núcleo
domina la vivencia de estrechez. Es la angustia como lo que nos reduce la vida
a una condición elemental de existencia; ahí se produce en nosotros una opresión,
un ahogo. Una congoja como compresión y tribulación de la opresión ejercida
activamente por algo o alguien contra nosotros. La cual padecemos en una
condición de tribulación, es una ansiedad permanente o duradera.
En el segundo
núcleo está la zozobra que no es estrechez, sino inestabilidad, fluctuación,
oscilación, inseguridad, incertidumbre, discordia; es decir, nos sentimos en peligro
de naufragio. Por lo que al referirnos a este estado hablamos des-sazón, des-asosiego.
El tercer núcleo es
la condición del desasosiego, nos dice Marias, que es la privación o la falta
de sosiego. Para tener sosiego hay que sosegarse; en este sentido, en el
sosiego no se está, hay que construirlo es una acción que debemos realizar
nosotros. Debemos calmarnos, darnos firmeza, seguridad y serenidad. El desasosiego
es la pérdida de la calma que hemos conseguido, clama que nos habíamos
procurado al sosegarnos. La angustia es privación. El sosiego, por el
contrario, es la conquista de un estado de serenidad, porque hay que ganarse
este estar sosegado.
Somos en las
situaciones más difíciles capaces de retrotraernos en nosotros mismos y
sosegarnos, mediante un enérgico esfuerzo. Es algo que está en nuestra
posibilidad, que podemos lograr. De este modo, llegamos a nosotros mismos. Por
tanto, el sosiego es la autenticidad de conquistarnos desde la alteración que
nos saca de nosotros mismos.
El sosegarse es un
llegar a, una acción que llega al estado de ánimo de la tranquilidad. La casa pérdida
está ya sosegada. Sosegados por el vencimiento y adormecimiento de todas las
alteraciones que nos han perturbado. La dificultad está en poder entrar en la
pasibilidad interior de nuestro entendimiento.
Un examinarnos con serenidad,
para llegar al alejamiento de la tempestad, de la borrasca, y entrar la seguridad
del buen puerto que somos nosotros en el cuidado de nosotros mismos.
Referencias:
Twitter:
@obeddelfin
Email: coasfiobeddelfin@gmail.com
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