Esta
conversación, me refiero a la conversación del ¿qué pasó?, nos consume una gran
cantidad de tiempo. Primero, porque es una de las conversaciones difíciles en
la cual nos enfrascamos constantemente. Segundo, porque en ésta nos pasamos
luchando con nuestras diversas versiones sobre: ¿Quién tiene la razón? ¿Quién
quería decir qué cosa? y ¿Quién tiene la culpa? Es una lucha de suposiciones y,
por tanto, de enredos personales e interpersonales.
En
cada una de estas preguntas, que muchas son certezas nuestras, anidan la verdad,
las intenciones y la culpa. Y para nuestra desgracia, la mayoría de las veces,
suponemos algo equivocado a lo que pasó. Por tanto, es necesario que busquemos aclarar
cada una de esas suposiciones, con el fin de mejorar nuestra capacidad de
manejar adecuadamente las conversaciones difíciles. Sino seguiremos viviendo en
nuestras ficciones.
¿Cuál
es la historia aquí? Veamos, en primer lugar, la presunción de nuestra verdad. Cuando queremos, por terquedad
muchas veces, plantear nuestro punto de vista, nos olvidamos cuestionar ¿cuál
es la presunción sobre la cual armamos toda nuestra posición? Acá la hago en
interrogante, pero por lo general asumimos nuestra suposición como una
afirmación tajante. Por ejemplo, yo tengo razón, usted se equivoca. Lo cual
causa interminables molestias, ya veremos por qué.
La
suposición de nuestra verdad excluye toda acción que nos permita determinar los
hechos de lo que pasó. De lo que trata la misma es solo de nuestras
percepciones, de nuestras interpretaciones y de nuestros valores; que son por
los cuales entramos en conflicto con las otras personas. Por lo general, no
entramos en conflicto por los hechos, sino por nuestras percepciones o valores
con los que juzgamos a los mismos y los individuos.
Debemos
tener siempre presente que la búsqueda de la solución en las conversaciones
difíciles no se trata acerca de lo que es verdadero, sino de lo que es importante. Por esta razón, si buscamos
establecer si algo es cierto o falso, o si es una interpretación o un juicio
acertado vamos desencaminados.
Porque
insisto, lo importante es explorar las interpretaciones y los juicios. Tenemos
que indagar ¿Qué contienen en sí o qué ocultan tales interpretaciones y
juicios? ¿Por qué hemos emitido tales juicios e interpretaciones? ¿Cómo podemos
solucionar los conflictos que nuestras interpretaciones y juicios han generado?
En
la conversación del ¿qué pasó? Al apartarnos de la suposición de nuestra verdad
nos liberamos de la auto-imposición de que tenemos la razón. Y se abre la
posibilidad de comprender las percepciones, interpretaciones y valores del
otro; se abre la disposición de comprendernos ambos.
Esta
apertura hacia el otro se refleja también hacia nosotros mismos. Por lo que dejamos
de enviar mensajes y comenzamos a hacer preguntas, con las cuales tratamos de
averiguar cómo ve el mundo la otra persona, es decir, por qué se dan sus
interpretaciones, sus juicios. Asimismo nos auto-interrogamos sobre nuestras
presunciones de verdad, las ponemos en tela de juicio.
Al
mismo tiempo, esta apertura nos permite plantear nuestros puntos de vista como
percepciones, interpretaciones y valores, y no como la verdad que poseemos. Nos
concebimos como una circunstancia en medio de otras circunstancias. Cambiamos
nuestra verdad, por opiniones y suposiciones lo que nos permitirá abordar las
conversaciones difíciles desde otra perspectiva personal e interpersonal.
En
el próximo artículo analizaremos la «invención de nuestras intenciones», que
corresponde a la segunda discusión en las conversaciones difíciles.
Referencias:
Twitter:
@obeddelfin
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