Cómo encontrar las orientaciones necesarias para construir
un hacer adecuado y conforme a un ideal. Si recurrimos a Platón, él nos dirá
que pensemos en las Ideas, que son las realidades más perfectas, y entre éstas las
ideas del Bien, la Justicia y la Armonía, las cuales nos ayudarán a construir
nuestro hacer ideal.
Con la idea de Bien definimos lo que queremos hacer y junto
a quiénes lo deseamos realizar; pues un hacer estructurado en la idea del Bien debe
producir beneficios para todos y no solo para el interés de una sola persona.
Al inspirarnos en la idea de Justicia determinamos la
correcta proporción y orden de lo que deben ser nuestras funciones pensantes y productivas,
las de seguridad y cuidado de nosotros mismos.
Con la idea de Armonía establecemos nuestras interacciones interpersonales,
las cuales son necesarias para que nuestro hacer funcione de manera adecuada y
armónica.
Con respecto a nuestras relaciones interpersonales, Platón nos
señala la forma de saber utilizar las palabras, pues según el modo que usemos
éstas se conformarán nuestras interrelaciones. Si en nuestras interrelaciones,
por ejemplo, nos comportamos como dictadores prohibiremos a los demás el uso de
la palabra, o la usarán bajo del miedo y la amenaza. Si nos comportamos de
manera irresponsable con las palabras diremos, sin pensar, lo que se nos ocurra
sobre los demás y sin prever las consecuencias de nuestras palabras.
Somos responsables de lo que decimos porque formamos parte
de una comunidad. Responsabilidad es, para Platón, cumplir con excelencia la
tarea que tenemos asignada para contribuir al bien de aquellos con quienes
compartimos en nuestro hacer.
Estos cuatro criterios, fundados en el pensamiento de Platón,
pueden dar luz al diseño de nuestros haceres: el bien común, el orden de las
partes, las relaciones armónicas y la responsabilidad de nuestras palabras. Nuestro
interés debe estar en el hacer mismo y en la realización de las personas con
quienes compartimos, nuestro hacer es un medio, nos diría Platón, para alcanzar
un fin superior. Ese fin nos lo planteamos nosotros.
Por ello es relevante tener en cuenta el modo en que orientamos
nuestro hacer hacia un fin, la forma en que ordenamos nuestro vivir y la manera
en que nos relacionamos con los demás, porque éstas tienen consecuencias en la
formación de nuestro pensar-hacer.
Con un hacer tiránico conformaremos relaciones miedosas y si
somos demagogos relaciones irresponsables. Por el contrario, si actuamos bajo
la idea del bien construiremos relaciones fundadas en el bien, la justicia y la
armonía. Nuestro hacer es el espejo de nuestra alma, nos diría Platón, porque éste
está constituido por nuestra razón, nuestra voluntad y nuestros deseos, si
tiene una proporción adecuada de cada idea viviremos armónicamente y de manera
justa.
A través de nuestro pensar-hacer ético, basado en el bien,
la justicia y la armonía, nos orientamos hacia lo verdadero y lo adecuado. A
partir de esto, Platón nos preguntaría: ¿Tenemos claro cuál es el bien que
entregamos a las demás personas? ¿Está nuestro hacer bien estructurado y
ordenado para cumplir con la finalidad que nos hemos propuesto? ¿Se basan nuestras
relaciones interpersonales en las ideas indicadas? ¿Contribuye nuestro hacer a la
realización ética de otras personas?
Consultoría
y Asesoría Filosófica Obed Delfín
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