¿Qué es eso de la trascendencia personal? ¿A qué nos
referimos con eso? Oímos hablar sobre la prioridad en la realización y
trascendencia de la persona como fin último. Lo cual suena muy bien, pero ¿Qué
es? ¿En qué consiste?
Unos consideran que la trascendencia personal no es la
preocupación por la esencia del hombre ni es la concepción del bien como una
idea absoluta ni es la felicidad como un estado de unos pocos. El asunto es trata
sobre la realización concreta de Pedro, María, Juan y de cada persona en
particular. Para el mundo cristiano la trascendencia se trata de la salvación
del alma, pero para el mundo laico ¿Qué es y cómo se implementa?
Tras la idea cristiana de la salvación del alma, en el mundo
laico se fundamenta que las organizaciones e instituciones se conciban como
instrumentos para llevar a la persona a su plenitud en el mundo terrenal. En
este sentido, la educación, la vida social, el mundo del trabajo, entre otros,
se plantean cómo ayudar a la realización personal de las personas.
A partir de lo anterior se deja tiempo y espacio para que
las personas se dediquen a su vida personal: la familia, el desarrollo
personal, espiritual, la salud, el arte, la recreación y el descanso. Se
insiste en que se debe fomentar el rol del desarrollo personal y humano. Una
organización, por ejemplo, que consume a sus profesionales y sacrifica la
energía de éstos sin dedicar tiempo a los otros ámbitos de sus vidas, se
considera una mala organización. Hacía esto apunta la ética empresarial.
En la misma ruta de la trascendencia personal se postula la racionalidad,
como el instrumento que nos permite pensar con claridad sobre los asuntos humanos
y es parte constitutiva de la libertad para elegir. Ya que así podemos elegir
el camino para nuestra realización. La condición de ser racionales y libres
hace que nuestras acciones sean elegidas libremente por nosotros, luego de un
discernimiento. En este sentido, debemos ser libres y tener un claro
entendimiento del proyecto al cual nos adherimos.
De ese modo, se hace más humano nuestro hacer en la medida
en que aumentan los grados de libertad con los que desarrollamos el ejercicio reflexivo
para llevar a cabo nuestro hacer. Por lo que debemos observar los esfuerzos que
hacemos para entender nuestro proyecto y adherirnos a él; asimismo debemos atender
las estrategias para participar de la libertad y la autonomía reflexiva. Otra
característica que debemos atender es la constante posibilidad de errar, al reconocer
la posibilidad del error abrimos espacio para repararlos y aprender.
Es importante que dentro del tiempo cotidiano demos satisfacción
a las necesidades de los valores personales, que contemplemos momentos, en
medio del diario vivir, para la realización y trascendencia personal, lo cuales
nos permiten conectar con lo que trasciende y da sentido a nuestra existencia.
Necesitamos momentos especiales, en medio del vivir cotidiano, que nos conecten
con el sentido y el valor de la vida. Estos son momentos de reconocimiento personal
y constituyen momentos especiales que renuevan el sentido de nuestro vivir.
El orden de las horas tiene poderosas funciones, pues nos permite
conformar el hábito que automatiza nuestros actos cotidianos, sin desconectarnos
del sentido de los mismos. Por otra parte, nos permite mantener el equilibrio
entre lo urgente y lo importante, nos facilita no extender excesivamente la
acción, ni el deseo inoportuno ni la
distracción. Al respetar la función de las horas podemos llevar una vida acorde
a los objetivos trascendentes.
La pausa, el orden y el ritmo resultan más productivos que
la acelerada costumbre de pasar sin atender las situaciones de nuestro vivir, o
el superponer actividades y contextos, e interactuar indiscriminadamente con
diferentes personas. Por eso es importante saber cuáles son los saberes en que fundamos
nuestro pensar-hacer, cómo los cuidamos y conservábamos, cómo los transmitimos,
cómo los adaptamos nuevos espacios e cómo los intercambios, para alcanzar una
vida plena.
Consultoría
y Asesoría Filosófica Obed Delfín
Maravilloso, inspirador. Me parece que tu texto es certero y necesario para la sociedad occidental en su fase actual. Necesitamos trascendencia, pero la mejor vía para esa trascendencia es la que depende de nuestra propia ilustración.
ResponderEliminarGracias por aportar esto.