¿En verdad sabemos lo qué queremos en y para nuestro vivir?
La pregunta es importante, y la respuesta más, porque son muchas las veces que
nosotros no tenemos una vida, sino que ésta nos tiene a nosotros como «el gato
maula al mísero ratón». Esto es una realidad alarmante para eso que creemos es nuestro
vivir y de lo cual debemos estar muy atentos.
Muchas veces, cuando queremos algo nos empeñamos en eso y no
nos dejamos en paz hasta que lo conseguimos. Nos volvemos exigentes con
nosotros mismos, porque sabemos lo que queremos y nadie podrá engañarnos con artificios
de prestidigitador. Sin embargo, otras muchas veces la situación no es así, porque
deseamos algo que no sabemos exactamente qué es, o peor aún creemos saber lo
que deseamos.
Esto último es muy problemático, porque nos hace vivir en la
confusión y posiblemente en una ilusión. La cual hace que nos empeñemos en un
deseo que no es del todo cierto, podemos decir que es un deseo pseudo-verdadero.
Y esto nos causa incertidumbre y desconcierto. Porque en ese deseo o querer nos
sentimos insatisfechos y carentes de algo,
posiblemente sea por causa de su falsedad.
En ese momento es importante la pregunta: ¿Es en verdad esto
lo qué deseo? ¿Es este un querer verdadero? Porque deseos hay muchos, pero
todos no tienen la misma categoría, hay deseos fútiles, vanos, momentáneos;
pero hay deseos vitales para nuestra vida. Entre las cosas que queremos hacer
hay que desbrozar la paja del trigo. Cuáles de estas cosas son en verdad para
nosotros relevantes, porque como dice Julián Marías «lo importante es lo que
nos importa» a nosotros.
Fuera de esa importancia hay un espectro extenso que nos
roza cada día, y a los cuales no atendemos. De allí, que tenemos que terminar
lo que es en verdad importante para nosotros; lo que podemos en verdad llevar a
cabo, lo que está en nuestras manos hacer. Preguntarnos: ¿Cuáles son nuestras
circunstancias? ¿Qué vamos a hacer con ellas?
En veces de darnos de cabezazos contra la pared por un deseo
que no sabemos si es importante, debemos plantearnos las preguntas correctas
para obtener respuestas correctas. Tendemos a apelar a la acción y al hacer
irreflexivo como si la fuerza bruta de este hacer nos permitiera lograr lo que
deseamos. Y allí fracasamos. Debemos platearnos las interrogantes necesarias para
lograr respuestas acertadas.
Porque muchas veces, ya lo hemos señalado, estamos
convencidos que sabemos lo que queremos y nos proponemos no ceder ante nada.
Esto es absurdo. Lo importante, en todo caso, es la duda, esa duda que nos
permite la acción, que nos permite ir hacia adelante. La duda que interroga, no
la duda que paraliza, ésta es otra cosa.
Mantener y preservar una actitud obcecada es un error. De
allí la importancia de la duda y las interrogantes; pues éstas nos permiten
revisar constantemente nuestro pensar-hacer. Ponerlo en la balanza y evaluar lo
que estamos haciendo, lo que estamos deseando, lo que queremos para diversos
periodos de tiempo. Y para qué deseamos lo que deseamos.
Mantener una actitud testaruda y obstinada lo más probable
es que nos conduzca al fracaso. Tenemos que negociar con nosotros mismos, con
nuestro entorno, con nuestras circunstancias. De esta constante negociación es
que pueden salir resultados favorables; es que podemos llegar a realizar lo que
queremos y aclarar qué es en verdad lo que deseamos.
Al aclarar lo que en verdad deseamos comienza otro proceso.
Que son los tiempos reales de realización; el planteamiento coherente de los
objetivos; de las metas que nos proponemos alcanzar. En ese momento debemos
convertirnos en un excelente cazador para obtener la presa deseada.
Sin embargo, ante de llegar a esta posición ¿Cuántas veces hemos
tenido que limar las asperezas de nuestros deseos para ajustarlos a las
circunstancias? La expresión: «No sé lo que quiero, pero sí sé lo que no
quiero» es una frase consoladora que no resuelve nada. Lo primero es determinar
qué es lo que en verdad queremos para luego actuar, porque hasta que esto no esté aclarado no podemos accionar.
Esto no quiere decir que estamos inertes aclarando la pregunta, buscando
respuesta. No, el vivir es un hacer constante.
¿Qué es lo que de verdad queremos? Esta es la pregunta que debemos
hacernos regularmente y de forma sincera. A veces tenemos que contentarnos con
lo que nuestro entorno nos permite hacer. Lo cual consiste en reenfocar
nuestras expectativas y deseos, sin olvidarnos de los motores y los deseos que
realmente nos mueven.
Saber lo que en verdad queremos nos debe conducir a procurarnos
los medios adecuados y necesarios para alcanzar nuestro deseo. Porque como dice
el dicho popular «deseos no empreñan». Tenemos que plantearnos las estrategias
adecuados para alcanza nuestras metas, pero eso es otro tema. En este momento,
lo fundamental mientras vivimos es tratar de tener lo más claro posible qué es
lo que deseamos.
Referencias:
Blogger:
http://obeddelfin.blogspot.com/
Academia.edu: https://ucv.academia.edu/ObedDelf%C3%ADn
Twitter:
@obeddelfin
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