Hay una tendencia a considerar el ego como algo malo, de
allí que cuando hablamos de ego o yo éste adquiere una connotación negativa.
Eso tendencia forma parte del discursos enrevesado y confuso; pues en la misma
medida que hace del ego un significado negativo, predica sobre un individuo
propio. ¿Cómo puede dar se la posibilidad de un individuo autónomo sin ego?
Esto es una contradicción.
Nuestro ego, nuestro yo es lo que nos define cono sujeto
individual. Es lo que somos. Y, por tanto, debemos atendernos en tanto somos
nuestro yo. Y como es lo que primero tenemos a mano, es entonces en lo primero
que debemos pensar. Esto no quiere que asumamos una actitud egoísta, en el
sentido de que solo y únicamente pensemos en nosotros. Por el contrario, es
pensar que somos nosotros a quienes nos
tenemos. Esto no significa ser narcisista o egocéntrico.
En esto yo que somos
debemos acariciarnos con nosotros mismos. Como dijo una vez Facundo Cabral
«debemos de estar de novios con nosotros mismos». Debemos apreciarnos,
querernos. Pues, sin este aprecio por nosotros mismos somos un sujeto sin mucho
valor propio. Eso que muchos llaman un sujeto de baja estima personal.
Es necesario, entonces, que uno de nuestros principales
objetivos vitales consista en cultivar nuestra prosperidad —financiera,
espiritual, corporal y de conocimiento— para alcanzar felizmente las metas que
nos proponemos; esto redundará en nuestro bienestar personal, el cual se
entenderá a nuestro bienestar social.
Para conseguir lo anterior tenemos que aprender que el
aprecio de nuestro ego es fundamental, ese yo que somos; esto es, pensar,
reflexionar en nosotros mismos. Parece una fórmula muy simple e incluso
palpable, pero en verdad muchos de nuestros problemas están en que no nos
queremos, ni pensamos en nosotros como algo importante. Podemos decir sin
equivocarnos que hay mucha gente que se menosprecia a sí misma.
Pensar en nosotros es permitir la posibilidad de nuestra
prosperidad, de nuestro éxito y de nuestro bienestar personal y social. No
dejar que otras personas estén por encima de nosotros, sino junto a nosotros.
Es darnos el valor que merecemos, ya que este valor es lo que nos puede
permitir llegar a ser mejores sujetos.
Para poder dar algo a otros debemos tener algo que dar. Y
solo podemos tener algo que dar cuando nos hacemos cargo de nosotros mismos, y
este hacernos cargo solo es posible cuando en verdad nos apreciamos y queremos.
Cuando pensamos en nosotros mismos, y pensar con el fin de cuidar de nosotros.
Reflexionar sobre nosotros nos tiene que llevar a cuidarnos
y a conocer lo que somos. De esto depende el modo como abordaremos, en primer
lugar, nuestra relación personal y luego nuestras relaciones interpersonales.
De este conjunto de relaciones depende nuestro bienestar; pues somos sujetos
individuales y sociales.
Cuanto más a gusto nos sintamos en la vida, más felices nos
sentiremos y mejor sabremos compartir y dar. Los demás no van a construir
nuestro bienestar, éste es un asunto personal; aunque compartido. Solo lo
podemos construir cuando asumimos realizarlo, y para esto, insisto, es
necesario pensar primero en nosotros.
Nuestra prosperidad y éxito dependen de nuestro pensar-hacer.
De nuestro accionar. Y aunque lo llevamos a cabo relacionados con los demás,
este accionar parte de nuestro propio movimiento. De nuestro propio querer. Nadie lo hará por nosotros; además nadie puede
saber lo que es realmente importante para nosotros, aunque se lo digamos miles
de veces. La experiencia de saber lo que queremos es individual.
Por tanto, debemos de tomarnos de la mano, como quien sale a
pasear con uno mismo, y establecer nuestro territorio de acción, nuestra zona
de confort y comodidad, nuestras condiciones para sentirnos a gusto y nuestras
posibilidades de realización de nuestra prosperidad y éxitos.
Debemos dedicarnos todos los días a esas cosas que nos hacen
sentir bien y nos gusta hacer. No podemos dejar pasar esas ocasiones en la que
podemos disfrutar de nosotros y de los demás. Pasar buenos ratos con nosotros mismos
o hacernos regalos porque nos lo merecemos.
Piensa en ti, en tu prosperidad y éxitos. Cuídate porque
nadie lo hará por ti ni mejor que tú mismo, ni hará más por ti que tú mismo.
Referencias:
Twitter: @obeddelfin
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