LA INFRAESTRUCTURA FUNDAMENTAL: LA
DIALÉCTICA Y EL DIÁLOGO FILOSÓFICO
LA DIALÉCTICA FILOSÓFICA
La dialéctica
o arte dialéctico está en estrecha relación con el diálogo. Ya que, el arte
dialéctico se define como el arte del diálogo, de ahí su relación. En aquel como
en el diálogo hay por lo menos dos dialogantes o dos razonadores que se contraponen
entre sí. Hay dos razones o posiciones —de quienes dialogan— entre, o partir de,
las cuales se establece el diálogo, es decir, se da una confrontación. En la
cual hay un acuerdo dentro del desacuerdo, el cual hace posible el diálogo.
En el arte
dialéctico también hay sucesivos cambios de posiciones, inducidos éstos por
cada una de las posiciones que tienen los dialogantes. Esto quiere decir, que
está la posibilidades de analizar nuestra posición, la del otro y así ir cambiando
de puntos de vista; incluso asumir una perspectiva diferente con respecto a la que
se inicio la dialéctica.
El DIÁLOGO FILOSÓFICO
Este diálogo es
una expresión filosófica o científico-filosófica, manifestada en todo su
esplendor en los diálogos de Platón. Así como en muchos otros filósofos. A
veces la forma del diálogo está oculta en un aparente discurso continuo, por
ejemplo en Plotino, quién se pregunta y se responde a sí mismo en forma
dialógica.
El diálogo
filosófico responde a un modo de pensar que procede dialécticamente. Por eso
hay una relación entre la estructura dialógica y la estructura dialéctica del
pensar. De allí que Platón señale en Crátilo
390c, que el que sabe preguntar y responder es el práctico o especialista del
diálogo, es decir, es el dialéctico. Platón ha señalado que el arte del diálogo
filosófico es distinto y opuesto a la controversia sofística, donde el diálogo
es mera disputa y no un proceso cognoscitivo. El diálogo filosófico, entonces,
es un proceso cognoscitivo, es decir, un proceso para conocer. Por tanto, el
diálogo filosófico es un método riguroso de conceptualización.
PREÁMBULO
Para mostrar la
naturaleza de los elementos que integran la estructura del diálogo y las reglas
de combinación para conseguir la construcción de un conocimiento o la
destrucción de un error. Es necesario estar atentos a los diversos significados
del discurso, del relato, de la historia, de las razones y posiciones que se
expresan en el diálogo.
Los elementos
categoriales de la lógica aristotélica, convertidos en guía metodológica, nos
sirven para lo anterior. Ya que, éstos aparecen en todas las instancias de la
consultoría filosófica, esto es, en el discurso de lo individual, de lo
comunitario, de lo organizacional y lo empresarial. En estas instancias aparece
y se muestra la condición sujeto-situación. Nos referimos a los distintos modos
de existencia de nuestro pensar-hacer. Existencia que se expresa, en primera
instancia, a partir de los diálogos declarativos.
Diálogos que
en el proceso cognoscitivo se analizan a partir de distintos tipos de preguntas,
a las cuales se da respuestas. Preguntas o categorías reducibles a morfemas pronominales:
qué, cuánto, cuál; preposicionales: respecto a; adverbiales: dónde, cuándo…
Tales preguntas filosóficas son los instrumentos para desmontar los argumentos erróneos
y para ordenar nuestra concepción del mundo de acuerdo a las metas planteadas.
LAS HERRAMIENTAS DE LA RAZÓN
CRÍTICO-REFLEXIVA
DE LA SUSTANCIA
LA PREGUNTA DEL ¿QUÉ ES?
Estas
interrogantes buscan mostrar o develar la sustancia de la condición
sujeto-situación. La pregunta por el ¿Qué es? es la pregunta fundamentalmente
filosófica, porque en ella se aborda la sustancia del sujeto y de la
circunstancia. Por ejemplo, ¿Qué es esto que soy? ¿Qué es esta situación en que
me encuentro? ¿Qué es este trabajo que hago? ¿Qué es esta relación matrimonial
en que estoy? ¿Qué es esta empresa que llevo adelante? ¿Qué es esta comunidad u
organización a la pertenezco? Esto en el caso de la pregunta del ¿Qué es?
Porque muchas veces no sabemos en qué trabajamos; qué es el amor que damos o
dejamos de dar; no sabemos qué somos como individuos individuales o sociales. Y
eso tenemos que llegarlo a conocer.
LA PREGUNTA DEL ¿POR QUÉ?
En el caso de
la pregunta por el ¿Por qué? Tenemos: ¿Por qué he llegado a ser esto que soy?
¿Por qué tengo este patrón mental de fracaso? ¿Por qué vivo en este lugar? ¿Por
qué me casé con esa persona? ¿Por qué esta empresa no es más eficiente? ¿Por
qué la empresa no produce más ganancias? ¿Por qué esta comunidad arrastra los
mismos problemas desde hace años? Acá buscamos las causas o razones que nos
conforman, que constituyen nuestra vida en lo espiritual o en nuestras acciones
prácticas. Porque, en la mayoría de los casos, no sabemos cuáles son las causas
de lo que somos; o no sabemos las causas por las que estamos haciendo tales
acciones. Por ejemplo, no sabemos las causa de porque estudiamos tal carrera
que no nos gusta o no elegimos, o las causas por las que trabajamos en ese
lugar que nos resultan viscoso.
El llegar a
dar respuesta a estas dos preguntas analíticas nos permite reflexionar y
conocer que somos, que queremos, como estamos conformados… Y esto repito en las
instancias de lo individual, lo comunitario, lo organizacional y empresarial
que son los ámbitos de la consultoría filosófica. Y esto se da porque develamos
y estructuramos nuestro mapa, nuestro territorio; preparamos nuestra brújula
para llegar a plantearnos metas adecuadas a nuestros objetivos.
En muchos
casos, queremos comenzar por lo instrumental sin detenernos en lo
crítico-analítico. Como si esto no fuese importante. De allí que terminamos
dando «palos de ciego»; buscamos recetas como si la vida fuese un arte
culinario, cuando ya ni este arte está determinado de manera absoluta por la
receta.
Es necesario aclarar
que esto no es un proceso lineal, ya en algún otro artículo lo he indicado. Es
un proceso dialéctico, mucho para adelante muchos para atrás, para los lados,
para arriba, para abajo… Es un proceso complejo y enriquecedor, porque es
vivencial-reflexivo. Pero eso sí, comienza con el instrumental dirigido a
entender y conocer la sustancia de las cosas que hacemos, que pensamos, que
vivimos…
LAS HERRAMIENTAS INSTRUMENTALES DE LA
RAZÓN PRÁCTICA
Cuando hemos
comprendido la sustancia de nuestro asunto, de nuestro problema o de nuestra
situación podemos pasar a lo instrumental, esto es, a la razón práctica para
dar alternativas de solución a eso que debemos resolver. En esta etapa
confluye, por ejemplo, la toma de decisiones y la aplicación de las mismas; la
inteligencia múltiple y su aplicación. Pues, estamos en el área de lo
resolutivo.
Por lo
general, lo que decimos adquiere sentido en la medida que lo relacionamos en un
proceso de significados. Estas relaciones dan sentido contextual: a un cuánto; a
un cuál; un con respecto a algo; a un dónde; a un cuándo; a un hallarse en una situación;
a un estar; a un hacer o un padecer. Por ejemplo, ES CUÁNTO: dos días, tres horas.
ES CUÁL: azul, profesional. ES RESPECTO A ALGO: mayor que, subordinado de,
empleado de. ES DÓNDE: en la otra cuadra, en la plaza del centro comercial. ES
CUANDO: ayer, el año pasado. ES HALLARSE SITUADO: estar sentado, parado. ES
ESTAR: va vestido informal, va despeinado. ES HACER: escribe, dibuja. ES
PADECER: ser botado, ser raspado.
Ninguna de
estas categorías, por sí misma, da lugar a una afirmación o negación. Sin
embargo, de su mutua relación surgen la afirmación, la negación, el significado
para actuar. Nuestras proposiciones solo pueden ser verdaderas o falsas si
están relacionadas entre sí. De resto serán términos aislados. Solo en su mutua
relación nos pueden guiar para dar solución a los problemas.
LA HERRAMIENTA DEL ¿CÓMO?
Al encargarnos
del asunto que nos compete nos preguntamos acerca de ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo hago
para que la empresa tenga más ganancias? ¿Cómo hago para que los empleados sean
más productivos? ¿Cómo hacemos para solucionar los problemas recurrentes de la
comunidad? ¿Cómo esta organización puede dar un mejor servicio a su entorno
inmediato? ¿Cómo hago para cambiar la situación en que me encuentro?
Apreciamos que
estamos ante el hecho de buscar mecanismos factibles para la resolución de
problemas. Problemas en un mundo de acciones prácticas. De implementar
mecanismos que nos den resultados prácticos, tanto cualitativos como
cuantitativos. Acá se evalúan los instrumentos que vamos a seleccionar, para
llegar a solucionar la situación en que nos encontramos. Es la etapa del cómo.
A partir de esta etapa estamos
implementando mecanismos, estrategias, funciones adecuadas para dar respuestas
acertadas en la búsqueda de la solución de los problemas. Decidimos por
instrumentos, herramientas, personas… que hacen posible dar un cambio favorable
a las circunstancias.
CANTIDAD: ¿CUÁNTO?
En
esta etapa nos planteamos ¿Cuánto estamos dispuestos invertir para que nuestra
vida cambie? ¿Cuánto dinero invertimos para hacer la empresa más rentable?
¿Cuánto tiempo le vamos a dedicar a la familia para que se solucionen los
asuntos pendientes? ¿Cuánto esfuerzo voy a dedicar a mi trabajo, a mis
estudios?
Se
impone el asunto de la cantidad, sea ésta tiempo, dinero, aprecio, dedicación… Porque,
por ejemplo, si se desea hacer un equipo de trabajo eficiente, nadie puede
pensar que con una charla de hora y media ya solucionó el problema. O que dedicar
media hora semanal a la familia habrá dado la solución. Se tienen que saber los
costos que se van hacer para determinar la cantidad que se va a invertir, y no
hablo solo de dinero.
CUALIDAD: ¿CUÁL?
Si
antes nos planteamos la cantidad, acá nos planteamos sobre la cualidad o
calidad de lo que vamos a invertir o de lo que vamos hacer. ¿Cuál será la
calidad más adecuada de nuestra relación interpersonal para actuar con los
vecinos? ¿Cuál será la mejor calidad como gerente para abordar a los empleados?
¿Cuál será la mejor calidad de los productos de esta empresa? ¿Cuál será la
mejor calidad de servicio que hay que dar? ¿Cuál es mi mejor cualidad como
persona para establecer una relación matrimonial?
Como
dice el dicho, no es solo cantidad sino también calidad. Si la comida es abundante,
pero no tiene calidad; de nada vale. Si pasamos, por ejemplo, cuatro horas con
la persona con quien tenemos problemas, pero lo pasamos atendiendo el teléfono;
la calidad será cero. La calidad tiene que ser la adecuada. La que cada asunto
requiere para alcanzar la meta de la solución.
La
calidad es la justa medida en la cantidad determinada. Por ejemplo, cuando el
padre le compra un juguete electrónico al niño de tres meses, en esto no hay proporción
adecuada es una desmesura. O se lleva para la casa mucha comida preparada para
el fin de semana, pero el resto de la semana se está en la inopia. La calidad
del trato interpersonal es importante para establecer relaciones laborales
eficientes; la calidad de la materia prima para hacer la comida es importante si
tengo un restaurante; la calidad del conocimiento es importante si voy a
ejercer la consultoría.
RELACIÓN: ¿CON RESPECTO A QUÉ O QUIÉN?
¿RESPECTO A ALGO?
Esta
categoría es importante porque con ella nos relacionamos con otros patrones.
Queremos establecer una relación de semejanza o desemejanza con respecto a algo
o alguien. ¿Con respecto a esta organización como debemos actuar? ¿Con respecto
a este producto como comparo el que yo produzco?
En los casos
de conflictos existenciales la categoría de relación nos enfrenta con nuestras
preocupaciones, con nuestra estima, con nuestra prosperidad, con nuestro éxito.
Porque nos signa, de alguna manera, el tipo de relación que tenemos con algo o
alguien. ¿Con respecto a los otros empleados como realizo mis obligaciones?
¿Con respecto a mi jefe como está la confianza? ¿Con respecto a mis padres como
signan éstos mi mundo?
¿Cómo
quiero ser con respecto a mis compañeros de clase? ¿Cómo deseo ser con respecto
a mis hijos? ¿Con respecto a donde vivo como va a ser mi comportamiento? ¿Con
respecto a este presente como va a ser mi futuro? Comparamos situaciones para
no ser de tal manera y alcanzar otra, o para no llegar a ser eso que no quiero
ser. ¿Esta empresa con respecto a aquella llegará a ser tan exitosa?
LUGAR: ¿DÓNDE?
Estamos
y desarrollamos nuestras actividades en un lugar, en un sitio de trabajo, en un
lugar de estudio, un país, una comunidad, una empresa… ¿Dónde voy a llevar a
cabo lo que me propongo? ¿Dónde nos vamos a casar? ¿Dónde voy a trabajar?
¿Dónde se va a realizar la conferencia? ¿Dónde voy a invertir el dinero de
manera más eficiente?
¿Dónde
se va a realizar el taller de mejoramiento profesional? ¿Dónde voy a ejecutar
mis acciones? Pertenecemos a diversos ámbitos. Y cada uno de ellos tiene
influencia sobre nosotros y nosotros sobre ellos. Por ejemplo, el ámbito
familiar, el laboral. Nos comportamos de manera adecuada en cada uno de ellos,
porque lo que hay que realizar es diferente. El lugar determina cómo actuamos
en la búsqueda de las alternativas de solución. Por ello, tenemos que definir
el lugar para actuar.
Para
unas vacaciones se busca la playa, la montaña según lo que se quiere disfrutar.
En el ámbito laboral para solucionar un problema se busca un lugar adecuado, no
se hace en el ascensor. O se diseña un lugar adecuado para que el rendimiento
laboral sea más eficiente; por ejemplo, oficinas confortables. En un taller de
mecánica automotriz no es muy recomendable colocar un mobiliario de cuero
blanco. Determinar los lugares es importantes, porque ellos influyen en nuestro
pensar-hacer.
TIEMPO: ¿CUÁNDO?
¿Cuándo
vamos hacer lo que nos hemos planteado? Tenemos que determinar el tiempo para
ejecutar las acciones. Pues, los problemas no son cosas que se dejan para
cuando se resuelva. Nos planteamos resolverlo este fin de semana, hoy o mañana.
Lo importante es determinar el cronograma de actividades. Hay cosas que se
pueden resolver en un día, otras en diez meses. Para eso hay que definir cuando
se empieza y cuando se termina.
La
categoría de tiempo es importante, todas los son, porque ésta nos permite medir
ciertos patrones de eficiencia. ¿Cuándo se inicia el inventario en la empresa
para saber qué es lo que se tiene? ¿Cuándo vamos a sacar los costos de
producción? ¿Cuándo voy a hablar con el vecino para arreglar la pared que está
dañada? ¿Cuándo voy a decirle al jefe que me voy del trabajo?
¿Cuándo
empezamos con el programa de entrenamiento? ¿Cuándo me decido a seguir o no con
mis estudios? ¿Cuándo se reúne la comunidad para solucionar el problema del
alumbrado? ¿Cuándo voy a ir al médico?
Cuando determinamos el tiempo empezamos a actuar. De lo contrario, solo
nos proponemos cosas pero no llegamos a ejecutarlas. Para poder evaluar las
acciones hay que llevarlas a cabo en un tiempo determinado.
SITUACIÓN: ¿HALLARSE SITUADO EN UNA
POSICIÓN?
Para
realizar un conjunto de acciones debemos saber en qué posición nos encontramos.
No podemos tomar decisiones que no nos corresponden; por ejemplo, la decisión
que le corresponde al jefe de personal no la puede tomar el jefe de ventas. Es
importante saber cuál lugar ocupamos en una cadena de mando, para así tener
claro que es lo que tenemos que hacer o que nos compete hacer.
¿Cuál
posición ocupo para la toma decisiones? ¿Cuál es mi posición con respecto a los
cambios de personal? ¿Cuál es mi posición con respecto a la comunidad que
represento? ¿Cuál posición quiero alcanzar este año en la empresa? ¿Cuál
posición debemos ocupar para solucionar este problema? ¿Cómo padre cual
posición debo ocupar en la educación de mis hijos?
Estamos
hablando de saber posicionarse para dar solución a un conjunto de problemas. Si
deseamos buscar soluciones en nuestra comunidad debemos ocupar posiciones de
líder o de solucionadores de problemas. ¿Es esta posición que ocupo la adecuada
para ser más eficiente? ¿La posición que ocupo en la vida de la otra persona me
permite solucionar ciertos problemas? ¿En esta posición conseguiremos las metas
propuestas? ¿Esta es la posición adecuada para conseguir lo que nos planteamos?
Tenemos
que determinar la posición adecuada en una cadena de eventos o acontecimientos,
si deseamos participar en la solución de problemas. Ya que podemos ser
erráticos al no tener determinada nuestra posición, meternos donde nadie nos ha
llamado. Cada uno tiene que cumplir una función según una posición establecida.
Los jugadores de futbol, por ejemplo, ocupan una posición en la cancha con el
objeto de lograr la meta que es ganar el juego. De este modo, el gerente, el
subgerente, el director, el obrero cada uno ocupa una posición para que la
empresa sea más rentable. En una construcción, el obrero no ocupa la posición
del maestro de obra porque tiene un conocimiento y una formación diferente.
CONDICIÓN: ¿UN ESTAR DE ALGUNA MANERA?
¿En
qué condición nos encontramos para la toma de decisiones? Acá pueden ser
condiciones físicas, anímicas, psicológicas… Cómo puedo ayudar a alguien
económicamente si no tengo dinero. Solo podemos contribuir con los otros con lo
que poseemos. Sea conocimientos, buen ánimo, mano de obra… ¿En qué condición
nos encontramos para contribuir a la búsqueda de soluciones? Muchas veces no podemos contribuir a una
solución porque nuestra condición no es la adecuada; en ese caso, es preferible
ceder el paso a otra persona.
¿Qué
condición debemos asumir para conseguir un buen resultado? ¿En qué nuevas
condiciones cambiaría la situación actual? El estar de alguna manera, nos
plantea hacer o no hacer cosas. Si estoy enfermo o de mal humor es preferible
postergar lo que tenemos que hacer. ¿En cuáles condiciones económicas es
preferible invertir? ¿En cuáles condiciones es recomendable que esté el
mobiliario para lograr un mejor desempeño?
¿En
cuáles condiciones es necesario evaluar al personal? ¿Cuál condición debe
ocupar la empresa con respecto al mercado?
¿Cuál condición debe tener la gerencia para que sea productiva? ¿Cuál
condición debemos alcanzar para posicionarnos en la comunidad? Nos enfrentamos
a diversas condiciones para seleccionar la más adecuada a nuestras metas. Los
objetivos y las metas planteadas determinan esto. Porque tenemos la vista
puesta en fin. Más riqueza, más bienestar, más tranquilidad, mejor convivencia…
Debemos
recordar que éstas no son solo preguntas, son preguntas-acción. Asuntos que se
van ejecutando, evaluando, tomando decisiones. Esta etapa es de ejecución. No
obstante, siempre es de una ejecución reflexiva. Toma de decisiones, ejecución,
evaluación, reconsideración, ejecución…
ACCIÓN O PASIÓN: ¿UN HACER O UN PADECER?
¿ACTIVO O PASIVO?
En
este caso, nos preguntamos ¿Estamos haciendo lo que debemos hacer para alcanzar
la solución adecuada? ¿Somos activos en nuestro hacer? ¿O solo somos pasivos?
Acá definimos cuál es nuestro rol en el conjunto de acciones prácticas. Pues,
muchas veces hablamos mucho y hacemos pocos. Como dice el dicho mucho ruido
pocas nueces. Eso se debe a nuestro papel de acción o pasión.
O
actuamos o padecemos las situaciones, los problemas. ¿Estamos solucionado los
problemas o los estamos padeciendo? Asumimos el camino de la acción o nos
quedamos en medio del camino, esto es una decisión. ¿Estamos actuando
adecuadamente con vista a un fin? ¿No hacemos nada? Si deseamos dar solución a
las situaciones tenemos, necesariamente, que actuar. Sin embargo, la acción o
la pasión la decidimos nosotros.
PARA FINALIZAR
La pregunta del ¿PARA QUÉ?
Esta dirige nuestra mirada a la finalidad
última de nuestro pensar-hacer. ¿Para qué lo hacemos? ¿Para qué queremos
averiguar eso? ¿Para qué pensamos en esos temas? ¿Para qué usamos esas
herramientas? Con esta pregunta buscamos encontrar la finalidad de nuestro
hacer, de nuestro pensar. Buscamos el sentido, el significado de nuestros
actos, de nuestro pensar-hacer, que está regido por principios, por imperativos
éticos y morales, en tanto nos referimos a nuestra praxis en el mundo que
habitamos.
De esta manera hacemos regir nuestra
praxis por mandamientos éticos que formulamos o asumimos en un lenguaje imperativo.
El cual puede ser formulado en un lenguaje positivo, por ejemplo, «Honraré a padre
y madre», o negativo «No robaré». El imperativo lo hacemos prescriptivo porque
determina nuestros fines. Imponemos a nuestra voluntad un principio, un
mandamiento, un imperativo por el cual o través del cual regimos nuestra vida.
Es una regla práctica de vida que
conforma y determina nuestro proyecto vivencial. Por el nos regimos y
ejecutamos nuestro pensar-hacer. En este sentido, aunque la pregunta la hemos
formulado de última, en verdad, por ser un imperativo está al inicio de nuestra
praxis. Porque como hemos señalado marca el rumbo de nuestro hacer-pensar. Es
el objetivo último que marca nuestro andar. Nuestras acciones y pensamientos
los sometemos a este ¿Para qué? Que da cuenta de que nuestras acciones las realizamos
por sí misma y como un bien en sí misma. Es la finalidad de la vida. Es a donde
dirigimos nuestra búsqueda espiritual.
Hemos
expuesto varios aspectos, no todos por supuesto, del hacer de la consultoría
filosófica. Dividida ésta en dos etapas, a saber, la etapa reflexiva-analítica
y la etapa instrumental o de ejecución. Ambas son importantes, porque en esto
consiste el pensar-hacer de la asesoría filosófica. Pues, ésta se desarrolla en
un mundo de acciones prácticas y no en el ámbito de lo especulativo. La
consultoría filosófica pertenece a la razón práctica, de ahí su hacer en el
mundo de los actos, de las acciones instrumentales.
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Obed Delfín
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