Tenemos que observar
permanentemente nuestros resultados. Para saber si éstos nos gustan o no.
Porque tales dicen mucho de los que somos y hacemos, esto es, de nuestro
pensar-hacer. ¡Cuidado con ellos! Porque de alguna manera son como una matriz
de evaluación de nosotros mismos.
Cuando atendemos
a nuestros, a la vez, tenemos que poner atención al ser que somos. Repito a
nuestro pensar-hacer. Ya que esto que somos
es lo que produce nuestros resultados. Si deseamos producir resultados
diferentes a los que hemos alcanzados o estamos alcanzando. Entonces, tenemos
necesariamente que modificar lo que somos. Tenemos que modificar nuestro
pensar-hacer. No podemos creer que cambiaremos nuestros resultados manteniendo
nuestro mismo modo de pensar.
Si queremos
resultados diferentes en nuestra vida tenemos que analizar, en primer lugar, nuestro
«patrón mental de éxito» en función de lo que estamos alcanzando o no. Tenemos que
saber y entender cómo está constituido tal patrón, pues de él devienen nuestros
resultados. Nuestro patrón mental determina nuestro hacer, y en consecuencia lo
que logramos o dejamos de lograr.
Nuestra vida
fluye a través del patrón mental que hemos ido construyendo, o el cual hemos
conformado. Nos regimos por éste. Buscamos la luz, la oscuridad o ambas, según
el patrón mental que nos planteamos. Damos respuestas a los asuntos en que
interactuamos desde un patrón mental determinado. Que nos define como sujetos y
define nuestras actuaciones.
Los resultados
obtenidos nos sirven para analizar nuestra situación, nos hacemos cargos de
ellos para entender que ha estado pasando. A partir, de este análisis comenzamos
a poder cambiar los resultados que están por venir, pues nuestras acciones
derivaran de un enfoque diferente. Ya que, nuestro patrón mental hemos tenido
que reconfigurarlo.
En nuestro
hacer vivimos en cuatro ámbitos. Éstos son el físico, mental, emocional y
espiritual. Los cuales están relacionados entre sí y se influyen unos a otros. Si
modificamos uno cambiamos los otros. Por ejemplo, nuestro mundo físico o
material está condicionado por los otros tres; si deseamos cambiar las condiciones
de nuestro mundo material tenemos que cambiar las condiciones desde los otros
tres ámbitos. Los resultados que ahora deseamos lograr, los podemos alcanzar a
partir de los cambios que hagamos de nuestro mundo mental, emocional y
espiritual.
De este modo,
la carencia de éxitos materiales es el resultado de nuestro mundo mental,
emocional y espiritual. Para cambiar nuestro «universo de resultados» es
necesario transformar nuestro pensar-hacer. El mundo que es causa de nuestros
resultados.
Porque nuestro
universo de resultados es producto de nuestra toma de decisiones; y ésta está
determinada por nuestro patrón mental de éxito. Sean los resultados que sean. Si
Los resultados obtenidos nos resultan deficientes o no están bien, es porque
nuestro patrón mental es deficiente o no es adecuado para la búsqueda de tales
resultados. Tenemos acá una relación de causa-efecto.
Ahora bien,
esto no es un problema irresuelto. Pues tenemos la libertad de poder transformar
nuestro patrón mental y con él los resultados que deseamos obtener. Para ello
está el aprendizaje. Lo que oímos y vemos lo aprendemos; lo que pensamos-hacemos
lo aprehendemos. Por tanto, cada «aprendizaje » nos tiene que llevar a una
acción en la búsqueda del éxito. Cada quien determina cual es su «universo de
éxito» y de qué trata éste.
Porque el aprendizaje
tiene que contener la intención de emprender una acción, y de adoptar una posición
precisa para lograr un resultado determinado o que nos proponemos. Con el
aprendizaje debemos manifestar nuestra intención de hacer o ser algo. No puede
ser un aprendizaje que se queda en sí mismo. En tal caso, el aprendizaje no
tiene sentido. Por cuanto todo aprendizaje, en tanto aprendizaje, contiene en
sí una transformación. En este caso, es un aprendizaje que tiene la mira puesta
en alcanzar resultados exitosos.
Con el
aprendizaje para el éxito asumimos una postura ante un hecho determinado que
queremos realizar. Y desde esta postura emprendemos todas las acciones necesarias
para realizar de ese objetivo o hacer realidad el mismo. Al llevar a cabo un aprendizaje
para el éxito se abre un torrente de
actitudes adecuadas para éste. Aprendemos a preservar y canalizar nuestras actitudes
y disposiciones. Aprendemos a mantener en lo más alto nuestra capacidad de
proyectar hacia un presente y un futuro, a proyectar nuestro pensar-hacer en la
búsqueda de una vida exitosa.
Tal
aprendizaje lo realizamos en función de transformar nuestro patrón mental en un
patrón mental enfocado al éxito. Porque todos tenemos un patrón mental
determinado, pero generalmente éste no está dirigido al éxito. Entonces,
debemos comenzar un aprendizaje para el éxito, para así llegar alcanzar los
resultados felices y satisfactorios.
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