La disposición
abierta y favorable ante las circunstancias de la vida hace que uno irradie
energía optimista. Mi semblante se vuelve alegre y placentero. Desarrollo una actitud y una disposición
de buen ánimo ante los acontecimientos que se me presentan. Muestro un espíritu entusiasta, esperanzado y confiado en mí mismo y los
otros.
Al disponer de una actitud efectiva y
afectiva atraigo y magnifico mis campos de energía favorable, y no sólo mis
campos sino la de los otros también. Por el contrario, cuando en nuestra vida
entramos en contacto con fuentes de energías desfavorables éstas tienden a
neutralizar nuestra buena actitud. En ciertas ocasiones, simplemente, es necesario
apartarse de esa órbita desfavorable.
Por lo cual,
me es necesario ser consciente de los efectos de mi propia energía, sea
favorable o desfavorable, y además comprender cómo irradiarla y dirigirla a mis
actos y a las otras personas. En el proceso de mejorar mis relaciones conmigo
mismo y con los otros debo ir convirtiéndome en un pacificador y un armonizador de toda
aquella energía destructiva que yo pueda generar, debo desactivar y revertir
toda energía destructiva; convertirla en energía propicia a mis actos y
relaciones.
En el avance y
consecución, esto es, en la conversión hacia un sujeto de actitudes y acciones
optimistas comienzo a creer en los otros. Esto es incito a tal proceso de
transformación. Pues una conversión de mi actitud me proyecta hacia los otros. Ya
que al fundar mi vida en argumentos reflexionados no reacciono como un juez ante
las conductas desaprobatorias, o ante las críticas o las debilidades humanas.
Pues ya no me concibo juez de nadie.
Descubro que mis debilidades y las ajenas
son parte de la vida de cada uno. Soy consciente de que esas debilidades existen
y nos constituyen. No obstante, considero que la
conducta y la potencialidad de cada uno son dos cosas distintas. Creo en la potencialidad imperceptible
de todos los demás y de mi mismo. Y hacia ésta dirijo mis reflexiones,
esfuerzos, mis acciones y actitudes.
En estas
reflexiones me planteo el propósito de buscar construir una vida de forma
equilibrada. Me mantengo atento al curso de los acontecimientos y las circunstancias,
soy en este hacer intelectualmente
activo, y me intereso por diversas cuestiones. Observo y aprendo. Estoy atento
al mundo, voy abandonando la indiferencia propia de la ignorancia. Disfruto del mundo, de las personas, de mí
mismo. En este sujeto que voy siendo, porque siempre
estaré construyéndome, tengo un concepto sano y una visión honesta
de mí mismos.
Distingo mi propio
valor y el de los otros. Que se pone de manifiesto en mi valentía y mi integridad. No ostento
la necesidad fatua de alardear, de ostentar y mostrar un poderío, que se basan
más en debilidades que en fortalezas. Me comunico de manera franca,
simple y directa conmigo mismo y los otros. No manipulan a nadie, pues sería un
falso con mi conciencia.
En este proceso cognitivo-emotivo
despliego el sentido de lo que es adecuado. Ahora la vida la pienso y siento como
un continuo construir de mí ser; de prioridades
propias y no ajenas; de jerarquías que yo determino. Pues poseo el poder de discernir, de percibir las similitudes y diferencias de cada situación en las
que me encuentro.
En este ser
que soy recibo con mesura tanto los triunfos como los errores, pues ambos son
partes inherentes a mi proyecto de vida. Percibo el éxito y la posibilidad del fracaso, y
en ambos trabajos para ser mejor cada día. En cuanto
al único fracaso real que puedo tener es el no aprender la experiencia que cada
traspié me da y los beneficios que aporta a mí ser.
La vida ahora
es una aventura de aprendizaje constante, por ello la disfruto. Soy un ser
constituido por mi interioridad y mi exterioridad. Mi seguridad emana de mí ser
interior, no me es impuesta desde afuera. No tengo necesidad de clasificarlo y determinarlo todo, para darme una
sensación de certeza y predictibilidad. Ahora reflexiono, no juzgo.
La confianza
en mí mismo se funda en mi propio hacer, en mi propia iniciativa. Soy la amplitud de mis recursos, de
mi creatividad, de la fuerza de mi voluntad; soy mi valentía y mi resistencia. Y por esto mismo descubro que los otros cada vez más
parte de mí ser, que se encuentran en él; que son sujetos interesados en las personas.
Hago preguntas y me siento interesados por los otros.
Cuando escucho
lo hago con todos mis sentidos. Aprendo de la gente. No etiqueto sus éxitos ni sus fracasos. No
considero a nadie ni superior ni inferior. Al no
juzgar, uno de mis fundamentos es la flexibilidad reflexiva o de pensamiento.
Me convierto en un sujeto sinérgico, cooperativo en el que las partes se suman
en el todo.
Al basar mis acciones en principios
cooperativos soy un sujeto activo de cambios. De este modo, mejoran las
situaciones en las que intervengo; pues me convierto en un ser productivo para
mí y los demás; ya que aporto novedad y creatividad, pues al participar en equipos
desarrollo fortalezas y energía favorables al creer en mis capacidades y en la de
los otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario