Nuestro hacer es la estructura en
que se asienta nuestro estar en el mundo. Nuestro hacer está determinado y
determina el modo cómo pensamos e imaginamos nuestro entorno y las relaciones
que establecemos con él. Lo que elegimos hacer tiene que ver, por una parte,
con nuestras circunstancias externas y, por otra, con lo que somos, es decir,
cómo evaluamos nuestros valores, nuestra prosperidad, nuestras fortalezas e
intereses.
Vivir es una cuestión de cómo valoramos
nuestro pensar-hacer y el mundo. Tales valorizaciones es lo que hace que haya
cosas que nos atraigan y nos causen rechazo. Es importante entender esto,
porque significa que cualquier decisión que asumamos la misma está regida por
nuestras apreciaciones, ya que hacemos lo que hacemos a partir de un conjunto
de tasaciones. Por esta razón los cambios son difíciles, ya que en ellos se
compromete lo que valoramos como algo cierto y beneficio; no solo buscamos
cambiar lo que hacemos sino los criterios de valor que le damos a las cosas.
Por ejemplo, algunas personas
les gusta ser empleados, otras no; algunas desean realizar empresas, otras no
están interesadas en ello. Esto se da porque tenemos intereses y valoraciones fundadas
en un conjunto de juicios acerca de las cosas. Nuestras apreciaciones se
reflejan en nuestro hacer, determinan lo que hacemos y pensamos. Juzgamos por
las tasaciones que nos imponemos y éstas nos permiten evaluar si algo nos
interesa o no.
Podemos identificar nuestras estimaciones
si atendemos nuestras opiniones y las cosas que elegimos. Por ello, debemos
aprender a escucharnos y a ver lo que elegimos para identificar cuáles son
nuestras valoraciones fundamentales, pues éstas inciden y provienen de nuestro pensar-hacer.
Si tenemos como valor fundamental nuestra seguridad cotidiana lo más probable que
digamos cosas como: «tengo un empleo y una vida segura y estable».
Todos vemos o evaluamos la vida
desde la perspectiva de nuestro conjunto de valoraciones. Por eso lo que es
emocionante para alguien, puede resultar aterrador para otro. Quien tiene en
gran estima su hacer personal puede expresar: «si quieres que algo se haga
bien, hazlo tú mismo», estas personas se muestran orgullosos de lo que hacen por
sí mismos. Ese es uno de las estimaciones que rigen su vivir.
A otras personas les gusta
formar y ser parte de equipos humanos, en el trabajo, en el club, en el
vecindario; éstas valoran la construcción de cooperaciones efectivas, la
importancia de pertenecer a un equipo y el trabajo colectivo, quieren cooperar
y trabajar con la mayor cantidad posible de gente. Esta valoración rige su pensar-hacer.
Todos tenemos estimaciones con
respecto a nuestro hacer, las mismas nos llevan a elegir las acciones que
realizamos. Por eso invertimos en las cosas que nos interesan, porque éstas dependen
de nuestras apreciaciones y de nuestro universo de estimaciones. Por él determinamos
las diferentes perspectivas con las cuales abordamos las diversas situaciones a
que nos enfrentamos constantemente.
Para tener conocimiento de nuestro
pensar-hacer debemos conocer nuestras estimaciones fundamentales. Ambos se
determinan mutuamente y perfilan lo que somos, hacemos y pensamos. Debemos
estar atentos a esto, porque es importante para apreciar y estimar nuestro
vivir, y saber que si intentamos hacer cambios en nuestra vida tenemos que ser
conscientes que debemos cambiar ciertas estimaciones en nuestro pensar-hacer.
Obed Delfín
Consultoría y Asesoría Filosófica
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