Qué significa actualmente una referencia
a la enseñanza cuando los jóvenes están atiborrados de información y, además,
es tan fácil de buscar y localizar la misma. La enseñanza en este momento es un
acto distinto a lo que era veinte años atrás, apenas una generación. De allí
que debe pensarse qué es el enseñante y con él la enseñanza.
La enseñanza, en general, se
caracteriza por tres aspectos: Primero, como un oficio de coyuntura, de ocasión
y de conjetura, que a través de los signos mostrados se trataba de reconocer si
el oyente comprendía o no, se preveían los cambios y se escogía la forma adecuada
de abordar la entrega de información. Un oficio de coyuntura y conjetura que se
apoya en una teoría educativa, la cual puede considerar las condiciones particulares
y poner en juego la práctica del desciframiento.
En segundo lugar, la enseñanza
es un arte de persuasión, el buen enseñante debe ser capaz de persuadir a sus
oyentes. La enseñanza para esclavos, que es practicada por estos, es una enseñanza
que se conforma con dar preceptos y fórmulas, dice lo que hay que hacer. Opuesta
a ésta, existe la enseñanza libre para personas libres, y ejercida por sujetos libres;
esta se caracteriza porque el enseñante y el aprendiz hablan el uno con el otro.
El aprendiz muestra al enseñante cuáles son sus necesidades de aprendizaje y cuál
es su régimen para aprender. A cambio, el enseñante le explica por qué su
régimen no es productivo, por qué se le dificulta el aprendizaje y lo que tiene
que hacer para aprovechar sus potencialidades; lo persuade para que sea más
eficiente y eficaz. La buena enseñanza, la enseñanza de sujetos libres es el arte
del diálogo y la persuasión.
La tercera característica que determina
la enseñanza es el hecho de que ésta no concierne a tal o cual sujeto que desea
aprender o a tal tema que se desea enseñar; sino que es un arte que considera la
vida entera del alumno, su enseñanza y se hace cargo de ella. Es cierto, hay
que dar información para que el aprendiz se informe. No obstante, lo importante
es hacer ver a este que lo que requiere en verdad es la formación de sus
potencialidades.
Con respecto a la formación de las
potencialidades es que la tarea de la persuasión es importante y decisiva, para
que el aprendiz realmente se forme y sepa cómo abordar cualquier dificultad.
Para ello es menester que acepte evaluar sus potencialidades. La enseñanza, en
este sentido, se refiere en igual medida a las potencialidades y a las
circunstancias en que nos encontramos.
Si tomamos estos tres aspectos señalados
de la enseñanza, sus diferentes notaciones y las relacionamos con la tarea del enseñante,
advertimos que el papel del enseñante no es ejercer la función de un autócrata,
ya que no asume las decisiones que le corresponden al alumno. El enseñante solo
interviene cuando el alumno requiere cierta orientación para encauzar su
potencial. En este caso, es necesario diagnosticar en qué consiste tal
perturbación y, a la vez, ayudar a que a la persona restablezca el orden de las
cosas.
El enseñante, en este sentido,
asume un papel crítico en el orden de una crisis y de la conciencia que la otra
persona tiene de las cosas que no funcionan adecuadamente. El papel del
enseñante libre no es el papel del enseñante de esclavos que se conforma con
decir: hay que hacer esto, no hay que hacer aquello, hay que tomar esto, no hay
que tomar aquello. Por el contrario, el papel del enseñante libre es prescribir
y al mismo tiempo persuadir, debe explicar por qué hay que hacer algo para que
se entienda porque hay que hacerlo. En esta medida, el enseñante libre no es el
autócrata que indica a la otra persona cómo debe gobernarse y qué tiene que
obedecer.
El enseñante, actualmente,
tiene que pensar bajo una forma persuasiva qué es el régimen de enseñanza con el
fin de cuestionar el mismo. Porque el asunto es entender, comprender y saber
cuál es la voz propia de cada enseñanza; entender cuál es la voz que corresponde
a cada alumno y a cada situación. El problema del enseñante es que debe resolver
en qué consiste es voz que se ajusta cada individuo particular, y repensarla. Le
es necesario intuir las contradicciones de las potencialidades de los demás y respetar
las mismas, para determinar la manera adecuada en cómo se le puede ayudar; a
esto hay que agregar que la persuasión se debe traducir en acciones productivas.
El enseñante libre es alguien
que no le impone al otro lo que éste tiene que hacer ni pensar, solo se dirige a
la voluntad de la otra persona. Porque la idea es ayudar a la formación de esa otra
voluntad. Es menester comprender que solo es posible dirigirse a ella si esa
persona es ética y tiene la voluntad concreta de escuchar. Porque si no desea escuchar,
entonces lo que se diga son solo palabras arrogadas al aire.
El enseñante que habla sin ser
escuchado, habla al aire y al vacío. Para que el discurso del enseñante sea un
discurso real es necesario que el mismo sea escuchado y entendido por aquellos
a quienes se dirige. La existencia del enseñante tiene por condición que sea
escuchado y que su discurso responda a las expectativas de quien lo escucha.
La enseñanza, como apreciamos,
se fundamenta en la escucha. El enseñante se dirige a quienes quieren
escucharlo, solo así puede ser persuasivo. El enseñante no puede hablar consigo
mismo, eso no tiene sentido. Lo real del enseñante radica en que se dirige a la
voluntad de otra persona, de uno que realmente desea aprender.
La escucha forma la realidad
del enseñante, en eso consiste el papel del enseñante, en ser escuchado. En que
él tiene una promesa de escucha. Si el discurso son solo palabras al aire es
porque la escucha no se produjo y la promesa fue incumplida.
El enseñante tradicional, como
lo vemos en la actualidad, ya no tiene quien lo escuche, por eso su inexistencia.
De allí la pregunta inicial ¿qué significa esa referencia a la enseñanza?
Obed Delfín
Consultoría y Asesoría Filosófica
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