El
emprendedor y el emprendimiento son un «constructo», es decir, son una
construcción individual o asociada. Por lo cual, el emprendimiento requiere
para su realización de tres tipos de capital. A saber, el capital económico,
cultural y social. ¿En qué consiste cada tipo de capital? Es lo vamos a
intentar mostrar en este artículo.
Empecemos por
el «capital económico» que es el más evidente de los tres. Todos sabemos que
para iniciar un emprendimiento necesitamos una cierta cantidad de dinero. Tomemos
el siguiente caso: Si una persona individualmente se plantea dedicarse a la
pastelería de tipo casera, el dinero que tiene que invertir está, en primero
instancia, en los diversos productos o insumos que va a usar (harina, azúcar,
huevos…) Pues suponemos que esta persona hará uso de los utensilios que ya
posee en su casa: cocina, horno, ollas… Más adelante tendrá que comprar otros implementos,
pero por ahora estos les son suficiente.
El capital económico, en el
caso que exponemos, está restringido al alcance del emprendimiento que esta
persona se propone llevar adelante, y así es en todos los casos. La persona, del
caso que tratamos, decide vender sus pasteles (tortas) a la cafetería de la
escuela que está cerca de su casa. Esta persona es productora y vendedora al
mismo tiempo. Imaginamos que aún no necesita de un ayudante. Ella hace todo.
Este es el nivel básico y fundacional de un emprendimiento individual[1] con un
capital económico mínimo.
Inicialmente la persona ha
invertido una cierta cantidad de dinero (capital económico) en insumos para la
pastelería. Posteriormente requerirá de otros utensilios y enseres, para
adquirir estos tendrá que invertir más dinero que se generará por las ventas de
los productos de la pastelería. Junto a este capital económico está involucrada
la fuerza de trabajo, es decir, el esfuerzo físico realizado para elaborar la
pastelería y venderla.
Como bien sabemos todas las
personas no sabemos o desconocemos como hacer pastelería. Para llevar a cabo
este oficio, la persona necesita un «capital cultural», esto es, un conjunto de
conocimientos o saberes que deben ser adquiridos por la práctica y de manera
teórica. Este capital cultural, en el caso del emprendedor que venimos
exponiendo puede haber sido adquirido de manera práctica. Ejemplo, la madre de esta persona le enseñó a
hacer pasteles (tortas) en su casa, ese es todo el capital cultural que hasta
el momento el emprendedor posee.
Si es de esta forma como ha
llegado a obtener su conocimiento, el capital cultural es artesanal y
elemental. La persona trabaja con una pastelería básica: hace un bizcocho y lo
decora. No realiza una pastelería elaborada ni de alto nivel. El
emprendimiento, en este caso, es individual y primario. Invierte un capital
económico y cultural mínimo.
Recordemos los
emprendimientos son de diversos tipos. Considerando la división que hace
Kiyosaki en este caso tenemos que el emprendimiento es un «autoempleo». La
persona no delega en otra persona nada de su emprendimiento, trabaja para ella.
Así como lo hace un médico que tiene su consultorio, aunque en este último caso
el capital cultural es mucho más avanzado.
Si esta persona en su
emprendimiento se plantea realizar una pastelería más elaborada tendrá que ampliar
su capital cultural. Tendrá que invertir capital económico en su formación de
pastelería, que le permita poder asistir a clases en una escuela de este tipo. Como
vemos hay una relación entre la formación cultural y el capital económico.
Si esta persona decide
asistir a clases de pastelería debe estar pensando que su emprendimiento debe
pasar a otro nivel. Aunque el emprendimiento puede seguir siendo individual su
capital cultural no será ni artesanal ni elemental, porque comienza a
involucrar elementos culturales más elaborados. O, por el contrario, puede
sencillamente permanecer en ese nivel, lo cual no es ningún problema. Tenemos
el caso de muchos profesionales universitarios que solo se quedan con sus
estudios de tercer nivel.
Al inicio hemos planteado,
que la persona al plantearse el emprendimiento de la pastelería había decido
vender sus pasteles a la cafetería de la escuela que está cerca de sus casa.
Esto lo ha decido o porque la Directora de la escuela es amiga y le ha ofrecido
la oportunidad de hacerlo, o es amiga de quien administra la cafetería escolar
y esta persona le ha ofrecido la oportunidad de vender las tortas en la
cafetería, o el emprendedor les ha planteado el caso y ambos aceptan
gustosamente.
En este caso, el emprendedor
hace uso de su «capital social». El emprendedor recurre a sus amigos o
conocidos para poder colocar su producto en un establecimiento determinado. La
persona opta por vender su producto a un local determinado porque allí tiene un
capital social al cual puede recurrir, y éste le facilita la colocación del
producto. Invierte un capital económico, cultural y social mínimo.
En otros casos, la gente
opta por vender el producto en la calle o venderlo entre sus conocidos porque
carece del capital social para ubicarlo en un sitio determinado. No obstante,
en el caso de vender el producto directamente en la calle se requiere de
alguien que se convierta en vendedor. En este caso, hay otro sujeto involucrado
en el emprendimiento y para esto se recurre, por lo general, a algún miembro de
la familia. En este caso, ya no estamos hablando de capital social sino de
capital humano.
Como podemos apreciar los
tres tipos de capital están relacionados entre sí. Por ello es fundamental
conocer la dinámica de los mismos para sacar el mayor provecho de cada uno y de
su interrelación. Sobre los tres podemos tener cierto dominio o cierto control.
Podemos, primero, tener el capital económico porque hemos ahorrado o alguien nos ha prestado un dinero para empezar el
emprendimiento. Segundo, el capital cultural lo podemos haber adquirido
inicialmente de manera empírica y posteriormente estudiarlo de modo formal, tal
como lo hemos planteado en nuestro ejemplo. Tercero, el capital social lo
elaboramos o está conformado, la mayoría de las veces, de manera fortuita,
casual o imprevista. En el caso planteado el emprendedor por casualidad, ¡por
suerte!, era amigo de la Directora de la escuela o amigo de quien administra la
cafetería. Tal amistad era un hecho casual. Sin embargo, cuando el emprendedor
inicia los estudios formales de pastelería esto debe cambiar, pues debe
plantearse conocer más gente en el medio en que se desenvuelve.
Es fundamental poner mucha
atención en la conformación del capital social. Ya que éste es muy importante evitando
que éste solo se dé de manera fortuita. Porque, por ejemplo, en los
emprendimientos de asesoría y coaching el capital cultural es relevante, pero mucho
más importante lo es el capital social. Pues este tipo de producto requiere de
un capital social solido para poderlo posicionar, por ejemplo, en una
organización.
En otro artículo abordare el
capital social, que en muchos casos no se nombra o se deja bajo la alfombra al
tratar los aspectos del emprendimiento. En nuestros países este tipo de capital
se denomina «tener contactos» y hay cierto prurito en esto, por diversos
aspectos que en su debido momento abordaremos.
Referencias:
Twitter: @obeddelfin
[1]
Por esta razón, no estoy considerando el capital humano, que consiste a grandes
rasgos en los empleados.
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