Establecemos nuestras estrategias de
acuerdo a las metas que deseamos alcanzar, según el fin hacia donde nos
dirigimos. La planificación de tales estrategias las debemos concebir como un
conjunto de acciones prácticas para lograr nuestros anhelos. Estas acciones prácticas
deben conformar una praxis capaz de atraernos y motivarnos para asegurar el
efectivo funcionamiento de nuestro proyecto de vida.
De este modo, nuestra planificación estratégica
la podemos definir como el proceso de análisis de nuestras necesidades en conformidad
a una propuesta de cambiar el entorno interno y externo de nuestro
pensar-hacer. Además, de la aplicación proactiva de tales estrategias para
asegurar la disponibilidad de nuestros recursos espirituales y materiales para
alcanzar el fin establecido.
Para ello, debemos disponer de
recursos y personas apropiadas que nos ayuden a llevar a cabo nuestras
estrategias; contar con las habilidades suficientes para realizar las acciones
correctas y la aplicación adecuada de nuestro programa de acciones para dar respuesta a nuestro propósito general planteado. Éste
es un proceso dinámico, en el cual desarrollamos la capacidad de organizarnos y
fijarnos objetivos, para anticiparnos a los desafíos y oportunidades que se
presenten.
La planificación estratégica es un
proceso sistemático que da sentido, dirección y continuidad a nuestras
actividades diarias. Nos permite, por otra parte, visualizar el futuro e
identificar los recursos, principios y valores requeridos para llevar a buen
término nuestros objetivos y metas. Para ello debemos seguir un conjunto de
pasos y estrategias que definen los objetivos a corto, mediano y largo plazo
propuestos. Debemos identificar metas y objetivos con el fin de precisar las estrategias
para alcanzarlos. Para esto, tenemos que contar con herramientas de análisis,
reflexión y toma de decisiones, con el fin de adecuarnos a los cambios y
demandas que nos impondrá el cambio del entorno interno y externo.
Al plantearnos tales estrategias
buscamos ventajas competitivas para la formulación y puesta en marcha de las
mismas. Pues, debemos crear y preservar tales ventajas en función de los
objetivos y recursos que disponemos. En la planificación personal debemos tener
la capacidad de pensar estratégicamente para transformar nuestro pensar-hacer,
aprovechando los cambios a medida que se van produciendo.
Nuestra toma de decisiones nos ayudará
a racionalizar de manera eficiente la visión de nuestra gestión personal, de analizar
las estrategias funcionales y nuestros planes operativos. Para plantearnos el
conjunto más adecuado de actividades encaminadas a producir resultados
favorables. De esta manera, marcamos nuestras metas, establecemos las prioridades
y hacemos descender la preocupación que nos puede generar asumir nuestra
gestión de vida.
Adoptamos una metodología personal que
nos permite determinar las fases de nuestra gestión. Esto es, definir nuestro
valores e imperativos, establecer objetivos y metas, desarrollar alternativas acerca
del entorno en el cual nos desenvolvemos, tomar decisiones sobre las acciones a
seguir, emprender tales acciones, y evaluar nuestro desempeño, para volver a
planificar en caso que haya que hacer correcciones y ajustes.
Para llevar a cabo nuestra gestión de
vida debemos analizar nuestras fortalezas y limitaciones; analizar nuestro
entorno y formular de alternativas estratégicas y operacionales. La planificación
estratégica nos permite dar dirección y estructura a nuestra gestión de vida, a
eso que queremos ser. Ya que conformamos planes de acción que nos ayudan a administrar
y orientar nuestras decisiones operacionales. Nos permite controlar y evaluar los
resultados que vamos teniendo. De este modo, podemos visualizar la relación que
tenemos con nuestro entorno; nos permite desarrollar la mejor actividad posible
para utilizar y aplicar los recursos y habilidades que poseemos. Para así satisfacer
las metas que nos hemos propuesto.
La planificación operativa de nuestra
gestión personal nos permite poner las diversas estrategias para lograr
alcanzar resultados favorables a corto plazo. Con nuestra toma de decisiones
operacionales determinamos la manera, el modo o cómo debemos llegar adonde queremos
ir o llegar. Son los aspectos operativos o instrumentales para alcanzar
nuestras metas.
Al planificar nuestro pensar-hacer le
damos sentido y significado a nuestra vida; organizamos nuestras fortalezas,
nuestras habilidades y recursos, e incluso adquirimos una idea clara de lo que
necesitamos organizar para realizar nuestro proyecto de vida. Con un plan de
acción tenemos muchas probabilidades de lograr nuestras metas; además podemos
darnos cuenta cuándo y dónde nos estamos desviando de tal meta. Un plan
estratégico y de acción es una brújula que nos permite mantener el rumbo hacia
la meta trazada.
Al planificar tenemos una buena
administración de lo que queremos lograr y de cómo lo vamos a conseguir. Porque
nos permite conocer: ¿Qué capacidad tenemos y qué podemos hacer? ¿Qué problemas
debemos tratar? ¿Qué influencia podemos alcanzar? ¿Dónde debe situar nuestro
esfuerzo e inversión? ¿Cuáles son nuestras
prioridades? A todas estas interrogantes tenemos que darles respuestas para
poder llevar a cabo nuestra gestión personal. Asimismo, nos permitirá realizar una
ejecución coherente y adecuada al fijar nuestras metas, la asignación de
recursos y la implementación de nuestro plan de acción.
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