martes, 8 de noviembre de 2016

EL CAMINO A CONOCERSE A SÍ MISMO: CONSULTORÍA Y ASESORÍA FILOSÓFICA



Al compartir la imagen que acompaña este artículo mi apreciada amiga Mercedes Duarte, hizo el siguiente comentario: “Ojalá fuese así de simpático. La verdad es que es oscuro y tortuoso”. Los caminos a conocerse a sí mismo tienen muchos matices, y considero que éstos dependen de diversos factores. Por lo que puede ser un camino simpático o un camino oscuro. Pero eso sí, cada quien lo recorre bajo su misma piel. A través de su pensar-hacer, de su existencia.  

            A partir del citado comentario, me quiero permitir con la imagen en cuestión un poco de semiología y de iconografía. Para ello, tendré que hacer como los antiguos que invocaban a sus dioses, en este caso, a san Panosfky, san Warburg entre otros. En primera instancia, en la imagen vemos un prado despegado, una cómoda carretera que serpentea por una suave pendiente, un encantador día soleado. Lo que anuncia el cartel, en cuestión, es que conocerse a uno mismo es algo maravilloso y algo muy agradable.

            No obstante, como telón de fondo hay unas montañas rocosas cubiertas de nieve, entre las cuales se pierde esa cómoda carretera, si que llega a éstas. Las montañas no parecen tan amables. Aunque la luz es prístina. Las montañas están allí como un algo que hay que ascender, ascensión que no resultará tan fácil con toda esa nieve y lo escarpada de éstas. Es un paraje inhóspito, una ascensión difícil y arriesgada. Aunque la luz aparentemente lo niegue.

            Por otra parte, no sabemos que hay detrás de esas montañas. Podemos decir con Freud que allí está lo ominoso, lo que se oculta a nuestra conciencia, a nuestra vida. Eso que nos da miedo. Porque no logramos ver que hay allí. Es la oscuridad. Del otro lado hay algo y no sabemos que es. Puede ser lo oscuro y lo tortuoso. No lo sabemos. Y eso siempre nos produce incertidumbre.

            Ya vendrán los triunfalistas a decirnos tenemos que arriesgarnos, tenemos abandonar la zona de confort; pero eso lo dicen en un ambiente bien controlado. Lo cierto es que lo ominoso nos hace reservados, nos encoge. Porque no sabemos si hay algo que nos hará daño. Algo allí puede amenazarnos.

            El telón de fondo contradice el primer plano, constituido por la hermosa pradera. Sin embargo, hay algo más. Lo que está detrás del observador. Si sabemos que al fondo hay unas rocosas y puntiagudas montañas cubiertas de nieves, y más allá lo ominoso. Nos preguntamos, ¿Qué ha dejado atrás el sujeto?

            Eso está totalmente oculto a nuestra comprensión. No sabemos si lo que ha dejado es algo más luminoso o algo más oscuro. No sabemos qué tanto ha andado. Si está iniciando el camino, o lo está terminando. Eso nos está vedado. ¿Qué es lo que ha dejado atrás? ¿Por qué ha iniciado este camino?

            Esto no lo podemos responder. Nos resulta incomprensible si este camino no es nuestro. Porque si es nuestro camino sabremos lo que hemos dejado atrás. Sabremos porque hemos iniciado ese camino, que nos impulso. Solo si este camino es nuestro camino sabemos lo que hemos recorrido.

            En otros artículos he tratado sobre el conocerse a sí mismo y el cuidado de nosotros. He señalado en ellos la necesidad de hacer este camino. Porque esto constituye involucrarnos con nosotros mismos, saber quiénes somos. Descubrirnos. No sé si nos hará feliz, en el sentido del placer. Pero nos hará más sabios con respecto a nosotros y a nuestras relaciones con el mundo.   

Síguenos en:
Facebook: consultoría y asesoría filosófica Obed Delfín
Twitter: @obeddelfin
Youtube: Obed Delfín

No hay comentarios:

Publicar un comentario